miércoles, 30 de abril de 2014

Otra asociación


Uno de los asuntos en que se atascaron los quince promotores de Ciutadans fue el relativo al modo como debían organizarse. Mientras que unos eran partidarios por la puesta en marcha de una asociación o plataforma que ejerciera de grupo de presión, a la manera, por ejemplo, de Ciutadans pel Canvi, otros abogaban por la fundación de un partido político, en el convencimiento de que sólo la conquista de una cuota de poder institucional lograría agitar las aguas del oasis. No hace falta decir que fue el segundo planteamiento el que salió adelante, pero quizás sí quepa insistir en que faltó poco, muy poco, para que la efervescencia antinacionalista que siguió a la deriva maragallista se disolviera por enésima vez en un cónclave de amables, tipo Foro Babel, para ir profiriendo grititos perfectamente extraparlamentarios.

Ocho años después de echar a andar, aquel partido de polluelos no sólo está a las puertas de sentar un diputado en el Parlamento Europeo; las encuestas también pronostican que en Cataluña sobrepasará a ICV, PP y PSC. Por descontado, ninguno de los intelectuales que alentaron la creación del partido previó que Ciutadans, es decir, una formación nítidamente antinacionalista, aspirara a ser la tercera fuerza en el Parlamento catalán. La posibilidad de que, sumando aquí y allá, propiciara la institución de un Gobierno constitucionalista habría sido tomada por una herética extravagancia.

Viene esto a cuento de la presentación en sociedad, el pasado Sant Jordi, de la asociación Sociedad Civil Catalana. Así se llama, sí. Mi segundo reparo tiene que ver con el porqué de su creación. Algunos de sus portavoces han ahondado estos días en la idea de salir del armario, dar la cara, perder el miedo...  como si no hubiera en Cataluña dos partidos políticos, Ciutadans y UPyD, que lo llevaran haciendo desde 2006 y 2008, respectivamente. No puedo sino aplaudir que estas gentes llamen a rebelarse contra el nacionalismo, pero convendría que no lo hicieran con el afán redentor del que cree estar restituyendo la realidad a golpe de tribuna. Sobre todo, para no oponerse a uno de sus cometidos, cual es la denuncia de las falsificaciones de la historia. En este menester, por cierto, está especializado uno de sus impulsores, el profesor Javier Barraycoa, quien, hace poco, presentó su libro Cataluña hispana en la sede del partido Democracia Nacional en Castellón de la Plana, acto en el que se guardó un minuto de silencio por los caídos de la División Azul. Cosas de la transversalidad.

De lo relativo a las falsificaciones, sin embargo, se ocupará... en efecto, ¡otra asociación! Se denomina Somatemps y pasa por ser el brazo académico de SCC. Somatemps, sí.


 Zoom News, 28 de abril de 2014

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