jueves, 28 de septiembre de 2017

Ramblas y Stones

Anoche en Barcelona actuaban los Stones, y en las horas que precedieron al concierto los seguidores del grupo se hicieron notar por las Ramblas y aledaños: camiseta reglamentaria, chupa vaquera y mil años en cada patilla. No es que la ciudad no esté acostumbrada a esta clase de desembarcos, pues de hecho forman parte de su naturaleza misma, y ahí están el Primavera, el Sónar, el Cruïlla… o las decenas de artistas internacionales que recalan en el Olímpico o en el Sant Jordi. Y sin embargo, ayer, al ver a esos vejetas con cuatro pelos en guerrilla llegados de Madrid, Valencia, San Sebastián… me pareció percibir eso que da en llamarse un soplo de aire fresco. Años y años de esteladas en los balcones, de desfiles coreanos, de (jocosa) propagación de la xenofobia han terminado por anestesiar las zonas erógenas de la ciudad, esa fragua de eventualidades en que incluso el más vidrioso anonimato deviene principesco.

Qué es la ciudad sino su gente, escribió Shakespeare. El posesivo, tan en boga desde que las huestes de Colau se lanzaron a hostigar al turista, se me antoja hoy repugnante. En cualquier caso, y siguiendo el aserto del dramaturgo, ninguna ciudad donde las autoridades animen a los escolares a marchar contra la democracia puede ostentar la divisa de ‘ciudad más hermosa del mundo’. A lo más que puede aspirar es a codearse con el Seaheaven de Truman, esto es, a competir en la categoría de los simulacros.

Cuenta la leyenda que el 11 de junio de 1976, Federico Jiménez Losantos apuraba la noche en el Café de la Ópera cuando entraron dos extranjeros algo estrambóticos. Eran Mick Jagger y Keith Richards, que venían de tocar en La Monumental (900 pesetas de la época) y buscaban avituallamiento. Cuarenta años después, y en espera del test de esfuerzo que le aguarda a la democracia española el domingo, la novedad, las noticias que no hablan de grallers, timbalers ni castellers sino de rockandroll, muestran de nuevo su rostro más indómito y esperanzador, como lo fueron los sucios trenes que huían hacia el norte. Contra el Under my thumb, no hay cacerola que valga.


 

The Objective, 28 de septiembre de 2017

martes, 26 de septiembre de 2017

Mediterráneo

 Este jueves, Joan Manuel, a eso de las diez, cantaré "Mediterráneo" en la plaza de San Jaime. Siempre habría querido hacerlo como un borracho, esto es, tambaleándome y en solitario, pero las circunstancias han querido que lo haga como un loco; me acompañará, en efecto, todo un pabellón y no espero que te cuentes entre ellos. Entre otras razones, porque en los treinta y tantos años de nacionalismo que ha sufrido Cataluña jamás has dado un paso al frente para distinguirte de Cataluña. Eso sí, a tus 73 no has ahorrado un gramo de elocuencia al gritar que no, que "Mediterráneo" no ha de representar a quienes, aun en voz baja, hemos levantado una modesta objeción contra el atropello que supone el referéndum.

El juego y el vino, ay, entre la playa y el cielo. Imagina un mundo, Nano, ya no te digo un país, sino un mundo en que Valderrama tuviera que rajarse en busca de una peña arrabalera donde le cantara Tarrés. Sin ti mi cama es ancha, vive Dios. ¿Y no crees que España, después de todo, es un refugio aseado? Cantaré "Mediterráneo", sí, y lo haré pese a tu patética desautorización, no vaya a confundirse tu obra con vete a saber qué.

Y, sobre todo, cantaré "Mediterráneo" porque, aunque pueda parecerte inverosímil, tú ya no guardas ninguna jurisdicción sobre "Mediterráneo".

Lo dijo Yosi, de Los Suaves: "Las canciones son de aquellos que las cantan".

Y yo, Serrat, me hice rumbero para no ser tú.


Libertad Digital, 26 de septiembre de 2017

martes, 19 de septiembre de 2017

Antes del 1 de octubre


La recta final del proceso está brindando escenas de lo más edificante, como la del buen Coscu desgañitándos contra el autoritarismo entre el aplauso de parlamentarios socialistas, ciudadanos, populares y comuneros. O la de tantos alcaldes del PSC resistiendo orgullosamente al escrache de las hordas cuperas. O la de las decenas de artículos de prensa contra los sediciosos, a cual, ay, más admirable, y que alientan la certeza de que, puesto que nadie lee a nadie, el nuevo columnismo será clónico o no será.

Hay, no obstante, un lado sombrío. Aun asumiendo que no convenga extremar la represión para que, de ese modo, el día 2 sea posible un cierto entendimiento (asumiendo, en efecto, es el verbo que se emplea para aceptar algo a contrapelo); aun así, cómo transigir con esa pléyade de instituciones de las que ya sospechábamos que eran una mera secreción del nacionalismo.

Cómo seguir fingiendo, en fin, que TV3 es una televisión pública, con lo que eso conlleva, cuando a Vicent Sanchis, el talibán que la dirige, le ha faltado tiempo para blanquear a Otegi; cómo hacer la vista gorda ante el Síndic de Greuges, Rafael Ribó, que ha puesto el grito en el cielo ante "la vulneración de derechos en Cataluña" pero no ha movido un músculo ante el atropello del 6-S. ¿Y el Colegio de Periodistas? ¿Qué crédito merece una entidad que pasa por alto que el jefe de la poli amedrente al director de un periódico, para luego escandalizarse por una intervención judicial en El Vallenc? Y ya puestos, ¿habrá que seguir tragando con la ficción de que esos libelos, esas hórridas hojas parroquiales al servicio de la secesión, merecen el calificativo de prensa? Por no hablar de la universidad: de los 228 profesores que han firmado el manifiesto contra el 1-O, tan sólo hay 4 catalanes, y uno es Ovejero.

En cualquier caso, más embarazoso ha de ser el roce con esos equidistantes que hace veinte años ya lo eran, y que desde entonces han ido reptando al son del independentismo para guardar, ahora y siempre, la misma separación respecto a Madrit, no fueran a confundirlos con españoles.


Libertad Digital, 19 de septiembre de 2017

jueves, 14 de septiembre de 2017

Agrupémonos todos cada día

Llevo observándolos durante años y he llegado a creer que la reivindicación de la independencia es un pretexto para revolcarse en el barro de la historia, para suspender, siquiera por un minuto, la enojosa realidad y entregarse al melodrama con frenesí de derviche. Que antes, en fin, que un horizonte nacional, les concierne esa mística de karaoke que tiene su cénit en Els Segadors. En el penúltimo aliento de su juicio, Maragall trató de subvertir la tradición incrustando en el programa de la Diada a Mayte Martín y Miguel Poveda, y dejando Els Segadors para el principio. Con los teloneros. La iniciativa no sólo no prosperó sino que diez años después, no hay en Cataluña un solo acto institucional que no se abroche con la letrilla de marras.

El 6 de febrero, Artur Mas, Joana Ortega e Irene Rigau recorrieron a pie el trecho que separa la plaza de San Jaime de la sede del TSJC, en el paseo de Lluís Companys. La comitiva, a la que se fueron adhiriendo partidarios, y en cuyas primeras filas se hallaba el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, bajó por la calle Jaime I, enfiló Platería y, a la altura del Fosar de las Moreras, kilómetro cero del independentismo, se detuvo para entonar El Cant dels Segadors. Ya a las puertas del juzgado, y antes de que el engranaje estatal engullera a la terna de procesados, el gentío se arrancó otras dos veces con el himno catalán.

El 20 de marzo, el Palau de la Generalitat acogió la apertura del 40º aniversario del retorno del presidente Tarradellas. Tras las preceptivas intervenciones de Puigdemont y el hijo de Tarradellas, Josep, la Coral de Veus del Vallès interpretó Els Segadors. Otro tanto aconteció el 24 de ese mismo mes en el Ayuntamiento de Manresa, con ocasión del 125 aniversario de las Bases de Manresa, si bien en este caso la interpretación corrió a cargo de la Capella de Música de la Seu y l'Orfeó locales.

La coletilla 'Al término del acto, los asistentes entonaron El Cant dels Segadors', tan enquistada en la prensa catalana como lo estuvo el mítico sintagma 'El president de la Generalitat, Jordi Pujol,...' cerró asimismo las crónicas de la asamblea general anual de la ANC (29 de abril), la declaración de Carme Forcadell en el TSJC (8 de mayo), la movilización convocada por la Generalitat en apoyo del reférendum (11 de junio) y la Patum de Berga (17 de junio), que presidió Puigdemont desde uno de los balcones.

Con el calor llegaron los festivales de rock, hogar del anciano. "El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, ha agradecido al grupo de rock británico Deep Purple que anoche interpretase por sorpresa unos acordes del himno catalán "El Segadors" durante su actuación en el Rock Fest Barcelona, que se celebra este fin de semana en Santa Coloma de Gramenet (Barcelona)". Visto con perspectiva, hablar de Els Segadors 'por sorpresa' parece una broma; es fama, además, que en ningún otro lugar se gastan como en Cataluña. Pero no no perdamos el hilo. Al día siguiente (3 de julio), al terminar el acto celebrado en el paraninfo de la Universidad de Barcelona en favor del referéndum, 'los asistentes entonaron El Cant dels Segadors'. Y un día después, en el Teatro Nacional de Cataluña, el Govern presentó la ley del referéndum: "Podemos garantizar a los ciudadanos de Cataluña que el día 1 de octubre votaremos", ha finalizado Puigdemont, segundos antes de que comenzara a sonar 'Els segadors', que ha marcado el fin del evento".

No bien hubo acabado agosto, Puigdemont y otros miembros del Govern tuvieron oportunidad de ir aclarando la garganta en las fiestas de Sitges, y así desmelenarse el 6 de septiembre en el Parlament, como es de ley, por lo demás, en cualquier cita con la Historia. El último hito conocido fue el día 11, en que se conmemora, dicen los conmemorandos, el Día Nacional de Cataluña. Definitivamente, no hay en el mundo bromas iguales.


The Objective, 14 de septiembre de 2017

martes, 12 de septiembre de 2017

Soler, Buenafuente, Albà y... ¡Otegi!

Uno de los hitos de TV3 en 2005 fue el programa El Favorit, que glosaba la figura de algunos de los catalanes que habían merecido un lugar en los libros de historia. Se trataba de desmenuzar el pasado mediante el uso de un lenguaje directo, asequible y a ratos incluso chistoso, conforme al principio pedagógico, tan caro a nuestros educandos, de instruir divirtiendo y divertir instruyendo. Al frente de El Favorit se hallaba el inefable Toni Soler, ideólogo, junto con Mikimoto y Buenafuente, de esa escuela radiotelevisiva de factura estilosa donde lo que no es broma es agravio. A su lado, el profesor de Historia Moderna y Contemporánea Oriol Junqueras oficiaba de autoridad académica, contrarrestando con templanza jesuítica la chocarrería de Soler. El payaso torpe y el payaso serio.

Pensaba en ello al hilo de la aparición de Junqueras en la retransmisión de la Diada en TV3, alcachofa en mano, en lo que parecía un remedo de su antiguo rol televisivo, por el que, gracias al trampantojo del croma, guiaba al espectador a través de escenas históricas, mezclándose con personalidades de la época. Un Forrest Gump après la lettre. Así, en el episodio dedicado a Companys vemos al hoy líder de ERC deambular por la Plaza Cataluña el 6 de octubre de 1934, esto es, el día en que aquél proclama el Estat Català (min. 22:29). En la imagen, y al decir de Junqueras, un grupo de mossos d'esquadra efectúa trabajos preparativos "de la movilización ciudadana". El corolario podría haber sido escrito este mediodía: "Teniendo en cuenta que es el propio Gobierno de Cataluña quien ha convocado la huelga general [que precedió al golpe], es lógico que los mossos d'esquadra y la Policía apoyen la convocatoria". La presunción de que el 1-O, en fin, lleva años escriturándose en directo resulta en ocasiones de una grotesca literalidad.

Es probable que a Otegi no le haya pasado por alto que la chacota, por xenófoba que sea, rinde más beneficios que el tiro en la nuca. Ello explicaría que para su intervención en el programa de TV3 Preguntes Freqüents se preparara un chiste sobre Albert Rivera en la mejor tradición del histrión Toni Albà. Él mismo había dado la clave minutos antes, a cuenta de una reflexión que debió de parecerle demasiado grave para el tono general de la cadena: "Igual con esto me pongo un poco trascendente, y sé que aquí también intercaláis el humor". Una claudicación, en efecto. Aunque siga dejando salpicaduras.

(Coda: "Pensamos que el día en que en Lekeitio o en Zubieta se coma en hamburgueserías y se oiga música rock americana, y todo el mundo vista ropa americana, y deje de hablar su lengua para hablar inglés, y todo el mundo esté, en vez de estar contemplando los montes, funcionando con internet, pues para nosotros ese será un mundo tan aburrido tan aburrido que no merecerá la pena vivir". Arnaldo Otegi, en La pelota vasca.)


Libertad Digital, 12 de septiembre de 2017

martes, 5 de septiembre de 2017

Letras protestadas

Los atentados yihadistas en Barcelona y Cambrils trajeron un alud de columnas, consignas y pecios de variada podredumbre moral. A la histérica invocación de unas causas que permitieran señalar al sistema como responsable subsidiario se añadió esta vez el pleonasmo del innoble nacionalismo, que, conforme a su querencia alquimista, trató de convertir la sangre en mito fundacional. El histórico 17 de agosto lo sería, sobre todo, por el ufano aleteo del Nou Estat. Nada más coherente con este fin que sugerir, como sugirió Vicent Partal, de Vilaweb, que el Gobierno de España planeó la matanza para sacar al Ejército a la calle "pensando en el 1 de octubre". En cuanto a Antoni Puigverd, de La Vanguardia, su "corristeis a escribir deprimentes editoriales" se levanta sobre un ensueño tan pintoresco como apolillado: un batallón de periodistas mesetarios llegó, vio y mintió. Y lo hicieron, además, al unísono. Como si el editorial único no fuera un (sub)género exclusivamente catalán. Y como si los reporteros de los diarios nacionales no estuvieran ya en Barcelona cuando el mal embistió a la multitud. A tal punto que conforman el grueso de la prensa local. Quienes no estaban, advierte Dragó, eran los manteros, bien entendido que el "tam-tam de las aljamas de la inmigración funciona de maravilla". A los diez días llegaría el turno de los morigerados. ¿Pudo evitarse?, se pregunta Ramoneda. No, no se refiere al atentado, sino a la muerte de los terroristas.

Como la infelicidad tolstoiana, cada uno de estos artículos es desgraciado a su manera. Hay, con todo, un nexo: en todos ellos, las víctimas no son más que una molestia argumental. Unas veces nervio, otras tendrum.

"Y cuando me he puesto a escribir, solo me salía amor –pido disculpas–. El amor que domina el duelo. (...) El amor mata al odio. Lo dijo Martin Luther King varias veces, precisamente. Pero del odio tendremos que hablar. Para buscarle causas y atajarlo".

"La policía de Cataluña ha demostrado con matrícula de honor que está preparada para asumir cualquier gestión que le encarguen, cualquier función que en un futuro inmediato deba asumir. En esta ocasión es muy difícil hacer ninguna crítica a un operativo técnicamente complicadísimo –se han llegado a desplegar ochocientos controles simultáneos–, científicamente impecable y políticamente mucho más que digno. Y, además, sin colaboración. Desconectada de los bancos de datos internacionales y con un estado inexistente, el español, que ya se ha demostrado que no es necesario para garantizar el funcionamiento normal de Cataluña".

"Necesito abrazar a un musulmán".

"Los atentados yihadistas en Barcelona y Cambrils han desatado una reacción de islamofobia que en palabras de la Plataforma contra la Islamofobia tiene dimensiones de una "brutal ola" sobre todo en las redes que no se produjo tras el 11-M. El odio al islam se propaga en Internet, pero se han registrado también ataques al menos a cuatro mezquitas y pintadas a locales, y ha llegado incluso a la agresión física denunciada por un menor musulmán".

"En el caso de los atentados de Barcelona y Cambrils hay datos muy importantes que hay que estudiar a fondo, pero a estas alturas todavía no he visto a nadie que aportara un solo dato serio que obligara a pensar en un ataque de falsa bandera. Ahora bien, es evidente que podría serlo. Son muchas las preguntas que, según sea la respuesta, nos podrían llevar a ello: cómo el imam, extrañamente, no fue expulsado después de haber estado en la cárcel, por ejemplo. O por qué el gobierno español tardó siete interminables horas en comparecer. O hasta qué punto pensaron en aprovechar el atentado para hacer salir el ejército a la calle pensando en el 1 de octubre".

" ¡No pudisteis reprimiros ni cuando la sangre de los muertos de la Rambla era tibia! ¡Corristeis a escribir deprimentes editoriales en los que se mezclaba la atrocidad de los yihadistas con el proceso independentista! Ins­trumentalizasteis la tragedia para con­seguir rendimiento político. Habéis despertado el mal espíritu que por partida doble torturó a las víctimas madrileñas de Atocha. ¡Lo habéis despertado otra vez!".

"Las Ramblas, a las cinco de la tarde, siempre están llenas de manteros. El día del atentado no había ni uno. ¿Peco de paranoia? Puede, pero el tam tam de las aljamas de la inmigración funciona de maravilla".

"Lo único que no interesa es investigar las causas reales de este fenómeno de radicalización de personas tan jóvenes así como los fallos de seguridad que se hayan podido cometer para que esta importante célula terrorista pasase desapercibida al Ministerio del Interior".

"Estoy convencido de que si Peret viviera, hoy lamentaría amargamente el reciente atentado terrorista de la Rambla y tal vez hubiera compuesto una canción alusiva".

"Tras saber que el Gobierno ocultó a los Mossos la información de que el imán era peligroso y permitir así que siguiesen preparando el atentado ¿no va a pasar nada? Va a seguir ese Gobierno? No hay crisis política? Hay oposición en este sistema podrido? Tiene este gobierno Rajoy alguna autoridad moral o política para amenazar a los catalanes que quieren votar?".

"Carles Puigdemont no deseaba que el Rey fuese pitado y abucheado, pero no lo pudo evitar".

"Dos semanas después de los atentados de Barcelona y Cambrils (Tarragona), que dejaron 22 muertos -incluidos seis de los terroristas- y un centenar de heridos".

"Es la primera vez en la historia reciente de España que unos policías optan por abatir —'hacer caer sin vida a una persona o animal', define la RAE ese término muy empleado en el mundo de la caza— a todo un grupo de presuntos terroristas y no hay polémica alguna. El mosso que mató a cuatro yihadistas ha llegado a ser calificado de héroe mientras se recordaba elogiosamente su paso por la Legión".

"¿Era inevitable que los Mossos abatieran a los terroristas? ¿Qué esperan los partidos a plantear esta pregunta en sede parlamentaria? Son cuestiones de fondo —que atañen a nuestros valores— que no deben eludirse. Creo que urge restaurar el lugar de cada cosa (el terrorismo yihadista no es el principal problema de España); renunciar a las explicaciones simplistas que solo sirven para columpiarse en la construcción de la islamofobia, sin respeto para muchos conciudadanos; y no utilizar el terrorismo ventajistamente en problemas que no tienen nada que ver, como el soberanismo catalán".

"Muchos os preguntaréis si el salafismo lleva a la paz debido a que algunos de los criminales que más aparecen en los medios dicen ser de este movimiento. Pues la respuesta es fácil: un diamante es una piedra preciosa que a muchos de vosotros os gustaría tener, ¿no? Pues ese mismo diamante puede abrir una cabeza si a alguien se le ocurre la desviada idea de tirársela a otra persona. Algo parecido pasa con el islam".


Libertad Digital, 5 de septiembre de 2017