viernes, 26 de marzo de 2021

Taxidermia

Ciudadanos es un partido en descomposición desde que, tras las elecciones al Congreso de abril de 2019, Albert Rivera renunció a forzar un acuerdo con el PSOE para evitar que éste virase hacia Podemos y los nacionalismos, enterrando así la posibilidad, en absoluto remota, de ser decisivo para la gobernabilidad de España.

En vez de explorar esa vía, que es lo que otorgaba sentido a Cs, se obstinó en el sorpasso al PP, es decir, en refundar el mismo bipartidismo que tanto había denostado, aprovechando el lapso de debilidad de la que ya consideraba una formación en almoneda. Es cierto que tras el pacto en el Parlamento de Navarra tal vez ya no hubiera vuelta atrás, pero también que hasta ese momento no hubo ningún intento serio de construir una alternativa al Acuerdo Frankenstein.
Tampoco hay que desdeñar la irresponsabilidad en que incurrió Inés Arrimadas al abdicar de la obligación de presentar su candidatura en el Parlamento de Cataluña. Bah, ¡no tengo ninguna posibilidad! Como si exponer el proyecto de una Cataluña constitucionalista no hubiera contribuido a normalizar ese mismo horizonte.

Resumiendo: Ciudadanos, cada vez que se le ha presentado la ocasión de ejercer el poder o de establecer un vínculo real con su ejercicio, ha tomado la peor decisión posible.

Este despilfarro de su capital político no se puede entender sin tres factores: 1) El liderazgo hipertrófico de Rivera, que jamás admitió la más mínima enmienda. 2) Una estructura de partido al servicio del César, con una guardia pretoriana discretísima, sin bagaje formativo ni grandes convicciones, y cuya principal misión no fue sino detectar y aplastar a los críticos, a veces por acción y casi siempre por omisión. 3) Un estilo de hacer política basado en la reiteración de eslóganes de vuelo bajo, los zascas tuiteros y el desprecio a cualquier indicio de intelectualidad. Ninguno de los tres se puede entender sin los otros.

La actual entrada en barrena de Cs es sólo la decantación natural de un partido que, desde su nacimiento, ha sobrevivido de manera milagrosa a sus propios errores, desde Libertas, el Yoyas y el perro Lucas a los abracitos catalanes, el contumaz Aguado y la chapuza murciana. Incluso el suicida más torpe acaba acertando tarde o temprano.

The Objective, 26 de marzo de 2021

viernes, 12 de marzo de 2021

El caso Álvarez

El documental sobre Nevenka Fernández pone de manifiesto que, en efecto, a las mujeres les queda un trecho por recorrer para consolidar la igualdad real, pero no sólo por las razones que suelen esgrimirse. La justicia consideró acreditado que Fernández fue objeto de acoso por parte de su superior, el entonces alcalde de Ponferrada Ismael Álvarez, al que multó con 6.000 euros y obligó a indemnizar a la víctima con 12.000 (una sentencia que hoy nos parece irrisoria, lo que da fe del progreso general de la humanidad del que habla el optimismo ilustrado).
o obstante, hay un aspecto del relato de Fernández del que sigo recelando, y que también he observado, en alguna medida, en mujeres que han sufrido esa clase de violencia intimidatoria. A ello contribuye, obviamente, el modo en que Ana Pastor y Juan José Millás, verdadero tutor de la serie (incluso la metáfora de la pecera es deudora de su pluma) orientan el testimonio de la protagonista. Fernández mantuvo un idilio con Álvarez por el que pasa prácticamente de puntillas, sin dar más que un par de pinceladas en las que afirma que el personaje le inspiraba pena (por el reciente fallecimiento de su mujer) y le despertaba admiración. No me atrevo a asegurar que tal disparidad sea imposible. En todo caso, y según sus palabras, nunca se sintió cómoda y tardó muy poco en convencerse de que debía poner fin a la relación.

Ahora bien, el hecho de que ese episodio, el del cortejo, la seducción y la aventura, se ventile de manera tan apresurada, omitiendo cualquier referencia a lo que de atrayente o placentero pudo haber en el trato con Álvarez, y caracterizando la vivencia, en suma, como un error fruto de una suerte de enajenación transitoria, parece destinado a impedir que la historia adolezca de fisuras, a neutralizar cualquier posible sospecha de que Fernández actuara de forma veleidosa, a riesgo de que el hostigamiento posterior fuera tenido por «comprensible».

Paradójicamente, la deliberada, calculadísima depreciación del escarceo, no sólo no beneficia la tesis que se pretende defender, sino que, por el contrario, indica que Fernández, Pastor y Millás han interiorizado la idea de que un noviazgo en el que hubiera habido algún poso de arrebatamiento, de efusión, haría menos ilegítimo el hostigamiento del despechado. El próximo desafío es conjurar ese atavismo, bien entendido que el amor, por verdadero que sea, puede ser un salvoconducto moral para acosar a nadie. (Depurar la verdad, en suma, de aproximaciones narrativas como la que Millás perpetró en su caso contra la realidad:

Un día pregunté a Nevenka si nunca había sido la novia de su padre. La respuesta de Nevenka fue: "Yo he gustado a todos los hombres menos a mi padre". ¿Más simetrías? ¿Más asociaciones? ¿Más casualidades? Hay más, desde luego, pero entre todas ellas destaca, por terrible, la de que Nevenka se entregara [sic] a un hombre de la edad de su padre (y un trasunto de él, evidentemente) por el que más tarde sería acosada. […] El alcalde, en efecto, representaba todos los atributos del padre y Nevenka, siempre en mi opinión, se entregó a él como una forma de dar satisfacción a ese padre esquivo ("yo he gustado a todos los hombre menos a mi padre"). [...] Cuando este padre la decepcionó nuevamente, Nevenka dijo "hasta aquí hemos llegado, no seré sensata nunca más", y entonces fue al juzgado, denunció los hechos y lo puso todo patas arriba. […] No me resisto a señalar la coincidencia de que Lucas, su novio, padece psoriasis, igual que el padre de Nevenka. Las coincidencias, cuanto más casuales parecen, más significado tienen. Y más conmovedoras resultan.

The Objective, 12 de marzo de 2021