miércoles, 28 de octubre de 2015

Presentación de 'Alternativa naranja' en Barcelona


Programa de gobierno

Inés Arrimadas habita la misma foto que el resto de los diputados pero no el mismo mundo. Ni siquiera su cruzarse de brazos se ciñe a lo que el diccionario le tiene reservado, ese 'abstenerse de obrar o intervenir en un asunto' que, sin duda, no es el caso de Inés. Antes al contrario, ella parece concernida por todo lo que en esta hora de España debe concernir a una mujer en sus cabales. También la geometría obra en su favor: mientras que los peones contemplan el vacío fieramente alineados, Inés se ha ladeado como llevada por un rumor de invierno y aguarda, con tanta mala hostia como civismo, a que cese la cacerolada. A la querencia del nacionalismo por las vísceras Inés antepone el mentón, que es el lugar donde se aloja la dignidad. Basta, asimismo, con apartarse unos pasos para percibir, en una segunda mirada, la sutil simetría que compone respecto al rostro de Inés el de Fernando de Páramo: están rodeados, en efecto. Por lo demás, me alegra que ni ellos (ni Carrizosa ni Alonso) hayan bosquejado la menor mueca de asco o disgusto; que se limiten (es un decir) a mirar a los cantantes de tú a tú. Es probable (y, dadas las exigencias del guión, incluso deseable) que no los desprecien; lo que es seguro es que no los respetan, bien entendido que, en Cataluña, el respeto no ha sido más que un grosero circunloquio para nombrar el miedo. Veinticinco diputados no son muchos, pero sumados a los 11 del PP pueden dar al menos para que quienes tengan que rozarse con ellos empiecen a sentir, por una vez, que ellos son los diferentes.

(Curiosamente, el autor de la fotografía, Jordi Borràs, es conocido por una obra, Plus Ultra, donde sitúa en pie de igualdad los desfiles neonazis de Montjuich y los actos de C's, PP o Sociedad Civil Catalana. Es de celebrar, en fin, que incluso él haya atisbado, siquiera accidentalmente, en qué consiste la objetividad.)

(Coda. "La dirigente de Ciudadanos Inés Arrimadas, ahora jefa de la oposición, se ha estrenado hoy en su nuevo papel. Es cuidadosa cuando habla catalán, pero hoy ha escuchado Els Segadors de brazos cruzados, cosa que ha levantado comentarios". Lluís Bou, en El Món.)

(Coda bis. "Me sorprendió su mirada y apreté el obturador. Sólo me dio tiempo a hacer dos disparos, pues el Che regresó de inmediato a su lugar". Alberto Korda.)



Libertad Digital, 27 de octubre de 2015

No te lo digo en plan mal

Albert Rivera suele decir que uno de los motivos por los que el nacionalismo es hegemónico en Cataluña (y, en cierto modo, en España) tiene que ver con el marco, esto es, con el hecho de que, desde la restauración democrática, siempre se haya jugado con su tablero, sus fichas y sus reglas. O, por utilizar una metáfora más precisa, al hecho de que la baraja siempre la pusiera el nacionalismo. Una baraja, claro está, marcada. Así, Rivera actuó desde primera hora como el jugador que, en cuanto toma asiento en la partida, pide cartas nuevas. Si el nacionalismo le recriminaba que hablara en castellano en el Parlament, Rivera respondía que, después de todo, no hacía sino hablar la lengua que más se habla en la calle, y puesto que el Parlamento representa al pueblo, qué mejor que representarlo también de ese modo; si el nacionalismo abogaba por el derecho a decidir, Rivera también lo hacía, pero reivindicándolo para los ciudadanos de toda España y no unicamente para los catalanes; y si el nacionalismo le afeaba que participara en tertulias españolas, Rivera replicaba que son las únicas tertulias a las que suelen invitarle. Así, a base de salirse del marco, él y su partido han ido construyendo una alternativa al nacionalismo en Cataluña y se disponen a gobenar España.

El pasado domingo, en Salvados, Rivera también se salió del marco. Tanto que llegó hasta Venezuela. Como ya deben de saber, cuando Pablo Iglesias le advirtió de que Alfonso Rojo, Esperanza Aguirre, Isabel San Sebastián y Arcadi Espada le perjudicaban, él replicó: "Y a ti Maduro". En su afán por apabullar al líder de Podemos, no reparó en que, con esa respuesta, estaba asumiendo que Rojo, Aguirre, San Sebastián y Espada son malas compañías. Obviamente, Rivera no cree que lo sean. Ahora bien, entre la verdad y el zasca, eligió el zasca; entre exhibir sus convicciones o exhibir sus reflejos, eligió exhibir sus reflejos, acaso persuadido de que la carrera por La Moncloa no admite sutilezas, subtextos ni prisioneros. Se trataba, en suma, de que Iglesias mordiera el polvo, y a fe que así fue. A mi modo de ver, no obstante, Rivera debería aprender a sacrificar el share en beneficio de los hechos; creo, además, que es precisamente ese rasgo lo que define la política, que no es, no puede ser, un mero pleito deportivo. Porque, a todo esto, el del bar del tío Cuco no fue el debate sensato, asertivo y ponderado que exige una democracia, sino un simulacro. Entre otras razones, porque los candidatos siempre fueron tres.


Libertad Digital, 21 de octubre de 2015

INEM

En un mundo algo menos disparatado, Antonio Baños no sería el hombre de moda en España, sino dependiente de la FNAC. Un dependiente eficaz que, en ocasiones, no duda en exhibir su hastío, dando así a entender que está ahí porque las circunstancias le han obligado a ello, y que, en cualquier caso, se trata de algo temporal, una mera escala técnica en su imparable camino hacia el premio Nadal. De hecho, hay momentos en que te mira como si ya lo tuviera en la vitrina; que sea un perfecto desconocido nada tiene que ver con su talento, sino con la mezquindad de un sistema que ya sólo valora el conformismo. En el chaleco (un chaleco, por cierto, como los que viste nuestro Baños) lleva prendida una chapa con la frase "I would prefer not to", no fuera a ser que la barba y las gafas no denoten el suficiente grosor intelectual. Quién iba a decir que ese aire de filósofo en horas bajas acabaría por rendir a la chica que vende los Apple, que no ve el momento, ay, de dejarse caer por la sección de librería y tentar a Antonio, el áspero y ocurrente Antonio, con una cervecita en el Glaciar.

En un mundo algo menos disparatado, Ada Colau sería monitora de comedor escolar, o mediadora intercultural, o bedel de universidad, o naturópata, o taquillera del Macba, o auxiliar de clínica en Nostra Senyora del Remei, o telefonista de Intermón-Oxfam, o cartera en Hospitalet, o camarera en un vegetariano, o payasa sin fronteras.

En un mundo algo menos disparatado, Artur Mas sería presentador de TV3, uno de esos presentadores que llevan en la cadena desde el primer día, y que han pasado ya por casi todos los departamentos de la casa, incluidos Castells, Deportes y Bolets. Ciertamente, ya no es aquel locutor al que bastaban un pestañeo y una leve, levísima sonrisa para rendir a las televidentes, pero aún conserva cierto charme. De hecho, esta misma semana ha recibido la propuesta de presentar el tiempo, lo que, sin duda, supone un digno colofón a su carrera. Ya se ve describiendo atardeceres en la Franja de Ponent y diciendo "calamarsa" como si la palabra fuera masticable. No es un destino que desagrade a su esposa, aunque claro, para ella no hay nada que se iguale a aquel "Tot esmorzant amb l'Artur i la Mari Pau". Y tiene razón, qué demonios, ¡eso sí que eran programas, y no lo de ahora!

En un mundo algo menos disparatado, Oriol Junqueras nos atendería en un colmado de la calle Fernando, cual mancebo de bata reventona que gusta de adular a las clientas. Su establecimiento, uno de los últimos del género ultramarinos que quedan en el barrio, ha resistido el embate de las grandes superficies, pero Oriol, el afable Oriol, observa preocupado cómo se le va avejentando la clientela. No hay más que ver al no menos afable señor Margallo, con el que, por lo demás, tanto disfruta conversando sobre historia. Un tipo instruido, este Margallo; español, sí, pero instruido.


Libertad Digital, 14 de octubre de 2015

De tú a tú

(A Verónica Puertollano)

Convengo, con la literatura, en que de izquierdas son las causas y de derechas, las consecuencias; de izquierdas el ambiente y de derechas, el gen; de izquierdas la resaca y de derechas, la jaqueca; de izquierdas el destape y de derechas el estriptís. Tampoco tengo reparo en aceptar que el tiquitaca sea de izquierdas y la pegada, de derechas; o que el hambre sea de izquierdas y la gazuza, de derechas; o que el ser sea de izquierdas y el estar, de derechas; o que el orgullo sea de izquierdas y la honra, de derechas. Ahora bien, ignoraba que la cortesía fuera de derechas y la insolencia, de izquierdas.

Bien es cierto que la izquierda, en su viaje a ninguna parte, ha llegado a menospreciar valores como la disciplina, el mérito o el talento. Y que, en el mismo pack en que adocena la renuencia a la agresión y la deferencia a la respuesta, se halla el desdén por la realidad. Pero jamás, hasta hoy, la izquierda había reivindicado, en el modo como lo ha hecho la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, la mala educación.

Porque el problema, obviamente, no es que Carmena no sepa que el presidente de El Corte Inglés se llama Dimas Gimeno. El problema es que se ufane de ello. Del mismo modo que, en el caso del Ayuntamiento de Barcelona, el problema no fue que el equipo de gobierno resolviera retirar el busto de Juan Carlos I, sino que convocara a la prensa para convertir el trámite en la capitulación de Pichincha.

En cualquier caso, si la derecha se ha especializado, con resultados francamente admirables, en tender señuelos que desvíen la atención de lo sustancial, no parece que la izquierda le vaya a la zaga. No hay más que atender a las palabras con que Carmena envolvió el desprecio a Gimeno:

¡Qué hubiera sido de la historia del mundo si no hubiera habido comercio! No me quiero extender en calificaciones que todos conocemos y que quizás nos olviden hablar [sic] de lo que es verdaderamente importante. Pero sí me gusta recordar que en este momento yo creo que vivimos una gran sensación. Y que si los dioses grecorromanos que impulsaron en cierta medida esa especie de áreas de actividad tienen algún sentido, yo les diría que hoy en día estamos más cerca de Marte o de Mercurio que de Júpiter o de Zeus.

Y es que, con ser bochornoso el tuteo al presidente de El Corte Inglés, más lo es el tuteo a la ciudadanía.

(Coda: Manuela Carmena: "Al interventor... a la persona de El Corte Inglés, verdad, no me acuerdo [de] tu nombre"; Enrique Tierno Galván: "¡Rockeros! El que no esté colocao que se coloque y al loro").


Libertad Digital, 6 de octubre de 2015