domingo, 27 de enero de 2019

Ni Chávez vive ni la lucha sigue

La peripecia moral de Íñigo Errejón invierte los términos de la de Ulrich Sanders, el hombre sin atributos de Musil. Mientras éste, idealista sin tacha, preserva sus cualidades en ‘stand by’ por temor a que un (solo) compromiso termine por cercenar su integridad (la barbarie del especialismo, en palabras de Ortega); el antiguo colíder de Podemos inaugura el mundo con cada amanecer, en la convicción de que su charlatanería es una mera herramienta adaptativa. Si el primero se retrae ante la posibilidad de erigirse en un hombre de acción, el segundo da rienda suelta a su instinto de poder sin embozo ninguno, escamoteando a discreción su trajín declarativo. ¿Está seguro de que desea borrar este tuit?, debió de preguntarle, un suponer, el algoritmo, a lo que Errejón pulsaría ‘sí’, afirmación que fue horadando su pasado, a menudo tan obscenamente inmediato que, parafraseando a Cayetana Álvarez de Toledo, no podía implicar sino el borrado de sí mismo. “En Venezuela [antes de Chávez] la gente no hacía tres comidas al día”. No sólo.

«Preocupado como español y demócrata. La espada ha pesado más que la balanza. Nefastas consecuencias. El indulto sirve para corregir errores»(2 de noviembre de 2017).«Como gritábamos en los 20N de antaño, nazi de día, de noche policía.) (18 de febrero de 2017); «13.12 #acab [sigla de ‘all cops are bastard’, ‘todos los policías son unos cabrones» (13 de diciembre de 2012). Sí, sí, sí. Y así, río arriba, a golpe de ‘delete’, ir descubriendo con Larra que lo que no se puede decir no se debe decir. Hasta hacer de la autoimpugnación ‘in progress’, aunque en un sentido contrario al de Sanders, matemático infructuoso de Kakania, una forma de supervivencia. Con el viento a favor de un siglo en que ni la vergüenza ni la verdad son lo que eran.

(Coda. Carlos Marx: “Todo lo sólido se desvanece en el aire; todo lo sagrado es profano, y los hombres, al fin, se ven forzados a considerar serenamente sus condiciones de existencia y sus relaciones recíprocas”.)


Voz Pópuli, 27 de enero de 2019

viernes, 25 de enero de 2019

Sólo negocios

Los jefes de la diplomacia de los países de la UE han respondido al estallido popular en Venezuela jugueteando con el lenguaje. Así, lo que en puridad es una revuelta les ha merecido el melifluo calificativo de “crisis institucional”, según la retórica inane (pleonasmo) con que Europa tiende a sellar su mala conciencia. En un vertiginoso eslalon por el lado soleado de la historia, Borrell ha llamado a un debate rápido (oxímoron), al consenso y a la unidad de acción, todo en aras de una salida pacífica al conflicto. Al hilo del santiguamiento, cómo no recordar los versos finales del swing Algo personal, de Serrat: “Un diálogo de franca distensión que permita hallar un marco previo que garantice unas premisas mínimas que faciliten crear los resortes…”.

No digo que no sea preferible una negociación con Maduro y sus secuaces a un enfrentamiento armado, pero urge acorralarlos para que, en todo caso, lleguen a esas hipotéticas conversaciones al borde de la extrema unción, para que no estén en condiciones, en fin, de avenirse a otro desenlace que no sea la salida ordenada de Miraflores, pajarito incluido. No en vano, uno de los grandes equívocos respecto a Venezuela, y que convierte en estériles las soluciones, digamos, pactistas, radica en considerar que sus actuales mandantes, que no mandatarios, pertenecen a la esfera de la política. Y no. No estamos ante un Gobierno, sino ante un cártel, lo que explica, por lo demás, la resistencia de la cúpula militar a abandonar al jefe. Se trata, después de todo, de seguir velando por el negocio. Como haría Tony Montana.


The Objective, 25 de enero de 2019

viernes, 18 de enero de 2019

Podemos no existe

Podemos dejó de existir hace ya tiempo, en algún lapso impreciso entre epifanías congresuales. Nunca fue mucho más que una multitud airada, un gentío baladrón propenso a abrochar cualquier kermés con aquel alarido seminal, ‘Sí se puede’, cuyo pleno sentido se ha acabado proyectando en la prosperidad de su casta dirigente. El partido, si alguna vez fue tal, ha terminado por estallar en una constelación de corrientes, plataformas y mareas que escapan a la tutela del antiguo núcleo irradiador, fragmentado a su vez en mil complots a cielo abierto. El anuncio de Íñigo Errejón de renunciar al nombre de Podemos en su asalto a la Comunidad de Madrid, efusivamente celebrado por Carolina Bescansa, obliga a preguntarse por la jurisdicción de Pablo Iglesias. Secretario general, sí, pero de qué. A la Cataluña colauita, el Madrid expedientado y la Andalucía califata se añaden la ruptura en Cantabria y la insumisión de IU en Castilla y León. Un paisaje acorde, no lo olvidemos, con la máxima de Iglesias en asuntos patrios: “Yo no puedo decir España”.

El propio Errejón, en su indisimulado afán de reducir el pablismo a la mínima expresión, saludó que el movimiento se fuera troceando en una letanía de aldeanismos: “Sentimos una especial satisfacción por la constitución de espacios políticos diferenciados y de carácter plurinacional en los territorios con dinámicas nacionales propias como en Cataluña, Valencia, Baleares y Galicia”. La batalla por el poder, no obstante, no se ciñe únicamente a la tensión Errejón-Iglesias. En el extrarradio de ambos polos se congregan el kichismo, los anticapis y quién sabe qué otros manantiales de pureza. Hechas las cuentas, el antiguo Podemos (el Podemos Auténtico, que dirían Anson y la Falange) empieza a coincidir inquietantemente con el perímetro del chalé de Galapagar (qué impublicables no le habría inspirado a Umbral esa dacha). Mas que nadie se llame a engaño. La posibilidad de que semejante magma conciba un proyecto nacional es tan risible como lo habría sido hace unos años que el PSOE rodeara parlamentos. Por ese limbo transita hoy la izquierda, iba a decir que española.


Voz Pópuli, 18 de enero de 2019

sábado, 12 de enero de 2019

El esquinado

La tramitación de la denuncia del colectivo CridaLGTBI (el brazo rosa de la CUP) contra Arcadi Espada por la entrada ‘Aznar, sin complejos’ de su blog El Mundo por Dentro, no sólo concierne a la Fiscalía, sino también a la prensa, que ha ventilado el asunto con un despacho de agencia harto esclarecedor. Para empezar, de la grave incomprensión lectora de que adolece el ofendidito medio: “Un artículo suyo en el diario El Mundo en el cual llamaba ‘mariconazo’ al diputado de ERC Gabriel Rufián”. Llama la atención que tras esa rumbosa apertura de capa, el redactor busque refugio en tablas: “Según recoge el Fiscal”, “la Fiscalía considera”, “según informan los denunciantes”… La habitual fraseología profiláctica, que en este caso medra después de evacuada la mentira, como un resorte charlatán y negligente. Mas qué vachaché, diría el denunciado.

Su periódico, El Mundo, también reprodujo ese mismo texto, con la significativa, cabal particularidad de que el periodista que se ocupó de recrearlo borró la subordinada “en el cual llamaba ‘mariconazo’ al diputado de ERC Gabriel Rufián” y escribió en su lugar “que decía que la única forma de dirigirse a alguien como Gabriel Rufián es en su propio registro soez”. Una incrustación factual que compensaba, en cierto modo, el agravio de que la noticia fuera alojada en la sección ‘Televisión’, junto a las series de Netflix y Gran Hermano Dúo, o el hecho de que no sedimentara en el papel, cuando frente a  la estupidez ambiental no hay mejor defensa que su eco, o la omisión de que Espada escribe en El Mundo desde hace más de diez años (de la lectura del párrafo inicial, y aun del último, parece derivarse que es un cuerpo extraño, un asiduo tribunero en el mejor de los casos). Y se comprende. Cualquier tema que afecte a Espada plantea en esa redacción una ardua negociación entre la verdad y los abajofirmantes. Un decir, bien sûr.



Voz  Pópuli, 12 de enero de 2019

domingo, 6 de enero de 2019

En vox baja

No es ningún secreto que el partido nacionalista Vox se opone al matrimonio homosexual. Porque no considera que la unión de dos hombres o dos mujeres merezca la consideración de matrimonio. Porque en su noción de familia tan sólo cabe la que consagra la iglesia. Porque el matrimonio igualitario provoca una brecha indeseable en la sociedad. Por la salvaguarda de la moral pública. De ahí que llame la atención que entre las 100 medidas para una España en carne viva no figure ninguna que restrinja el matrimonio a la unión de un hombre y una mujer, cuando menos de manera explícita. “Creación de un Ministerio de la Familia, promulgación de una ley orgánica para la protección de la familia natural, defensa de la vida desde la concepción hasta la muerte, prohibición de los vientres de alquiler, supresión en la sanidad pública de las intervenciones quirúrgicas ajenas a la salud (aborto, cambio de género…)”. Pero del matrimonio gay, ni palabra. La omisión es tanto más sorprendente cuanto que Vox se precia de ser un partido que llama a las cosas por su nombre, que no se dirige al votante con circunloquios jabonosos; que luce en su escudo de armas, en fin, la gran divisa de la internacional trumpista: tú lo piensas, nosotros lo decimos. Salvo que se trate, insisto, del matrimonio gay. No parece difícil aventurar las razones del cálculo.

"Estamos en contra, sí, pero recogerlo en el programa sería ir demasiado a contracorriente. El aborto sigue suscitando división de opiniones y transexuales no hay muchos, pero con las bodas gays tenemos todas las de perder. Coño, si hasta nosotros hemos ido a alguna”. El mismo cálculo, por cierto, que les lleva a emplear el sintagma ‘vientre de alquiler’ en lugar de ‘gestación subrogada’ y ‘aborto’ en lugar de ‘interrupción del embarazo’, pero que se refiere a la ‘penalización de la eutanasia’ como ‘defensa de la vida desde la concepción hasta la muerte’. Cada formación política elige sus eufemismos y administra la truculencia como conviene a sus intereses, y en este sentido Vox no es distinto. En cualquier caso, y dada su idiosincrasia, no cabe más que celebrar que ya en su texto fundacional empiece a plegarse a la realidad, esa intratable escuela.

Voz Pópuli, 6 de enero de 2019