jueves, 27 de marzo de 2014

Cinco blogueros a hostias

Si usted, lector, da con estas líneas después del mediodía, es probable que el juicio contra la web de información católica Germinans Germinabit, que ha(bía) de celebrarse este lunes, haya quedado visto para sentencia. Detrás de la web no sólo está Dios; la fundaron cinco hombres en 2007 para denunciar el sesgo nacional-progresista (pleonasmo) de la jerarquía eclesial catalana. Ante el temor (fundadísimo, como el tiempo ha terminado por demostrar) a que el Arzobispado de Barcelona ejerciera represalias contra ellos, los autores resolvieron embozarse tras pseudónimos como OrioltAntoninus Pius o Prudentius de Barcino, práctica que, por decirlo todo, fue aligerando las aduanas de la corrección política hasta conferir a los artículos un aire gamberro, como de chirigota teologal, que solía irritar al arzobispo Lluís Martínez Sistach. 

No obstante, y más que el sarcasmo que destilaban algunos de los textos, lo que terminó por sacar de quicio a Martínez Sistach (Medalla de Oro de la Generalitat en 2013) fue lo bien informados que solían estar; lo bien encaminadas, en fin, que iban las hostias. Tanto fue así que, en apenas tres años desde su nacimiento, Germinans Germinabit se convirtió en el blog de referencia de los fieles catalanes que abjuraban de la comunión entre catolicismo, buenrrollismo y soberanismo. Entre otras razones, por una cuestión de mera supervivencia. A juicio de los promotores de GG, la permeabilidad de la Iglesia a ese totum revolutum en que se entreveran la bilis antiespañola, la caspa kumbayá y la soflama independentista es, en gran parte, responsable de que Cataluña sea la comunidad donde, de un tiempo a esta parte, las iglesias han perdido más feligreses. 

También les asiste la evidencia en sentido contrario: en aquellas parroquias cuyos titulares no se hallan imbuidos del síndrome de Moisés y los pueblos elegidos, y que, además, ofician indistintamente en catalán, castellano o incluso latín, los llenos son el pan nuestro de cada día, sobre todo por la concurrencia de los muchos inmigrantes latinoamericanos y asiáticos que hay en Cataluña, y a quienes el impúdico solapamiento entre fe y catalanismo tiende a incomodar sobremanera. Ello explicaría, por ejemplo, el éxito de público y crítica de la iglesia del barrio del Fondo, en Santa Coloma de Gramanet, de la que habló cumplidamente en este mismo diario Gorka Ellakuría.

En cierto modo, la tensión entre parroquias oficialistas y parroquiasgerminantes constituye la extensión al ámbito clerical de la fractura social azuzada por el nacionalismo en Cataluña, que también se manifiesta en los órdenes escolar, vecinal o familiar. La primera acción judicial instigada por el Arzobispado de Barcelona contra Germinans Germinabit data de 2010, y consistió en una querella criminal por injurias y asociación ilícita. La citación como testigo del propio Sistach, empero, hizo recular a los querellantes, a los que no convenía levantar demasiado ruido por temor (fundadísimo, et per saecula saecolurum) de que les tomaran (¡a ellos, vaticanosegundistas de primera hora!), por inquisidores.

Con todo, la causa dejó al descubierto un flanco en las filas germinantes, pues debido a una fatal coincidencia, el nombre y apellido elegidos al azar para registrar la página, Josep Matamala, correspondían (también) al de un diácono próximo a Sistach que, invocando el supuesto perjuicio moral que ello le había ocasionado, continuó con el procedimiento, pero esta vez por falsedad en documento mercantil, suplantación de personalidad y usurpación de estado civil. Hay tres imputados: el informático que registró la web, la esposa del informático que registró la web (la visa con que se pagó el registró estaba a su nombre), y el laico Mariano Arnal, aka Josep Matamala. La acusación particular pide para ellos cuatro años de cárcel. 

A fin de exculpar a los imputados, los promotores de la web se ofrecieron a desmantelarla y a cesar en su actividad, esto es, a no reemprenderla bajo otro nombre, pero la condición que el arzobispo puso para el pacto fue un pelín draconiana: quería los nombres de todos los sacerdotes que escribían o filtraban información a los escribidores. El enésimo embate de la dictadura blanca que denunciara Josep Tarradellas a propósito del caso Banca Catalana tiene lugar, o acaso lo ha tenido ya, en el juzgado número número 4 de lo penal de Barcelona. Causa: el poble contra cinco blogueros.


Zoom News, 24 de marzo de 2014

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