lunes, 4 de agosto de 2014

Això és un home


ALBERT OM- Usted, presidente, ¿ha estado más a disposición de los de fuera que de los de casa?
JORDI PUJOL- ¿Con los de casa te refieres a la familia?
ALBERT OM- Sí.
JORDI PUJOL- En un cierto sentido, sí; es una de las críticas que se me pueden hacer. En uno de mis libros más importantes hay una dedicatoria a mi mujer y a mis siete hijos, y en la que en un cierto sentido pido perdón.
ALBERT OM- ¿Usted cree que es para pedir perdón a la familia?
JORDI PUJOL- Sí; sí y no, entendámonos. Yo creo que he hecho lo que tenía que hacer, pero podría haberlo hecho mejor.


El Convidat (TV3), 17 de septiembre de 2009


El documento más importante que ha legado Jordi Pujol a sus conciudadanos no contiene la palabra ‘Cataluña’. Se trata de una omisión significativa por cuanto da pie a pensar que el autor, de manera insólita y aun inédita, ha considerado que su epitafio había de resultar, si no verosímil, sí pudoroso. No crean por ello que el escamoteo de la patria ha redundado en la postración del individuo. Esa Cataluña que, ¡detente bala!, había sido objeto de las más extravagantes agresiones desde Jiménez Villarejo a José Ignacio Wert, cede su protagonismo nada menos que a Dios; Dios, sí. El "error original" y esa "expiación por mí mismo" que clausura el comunicado no son sino una apelación al Divino, en el sobreentendido de que el Honorable sólo trata con iguales.

Más sobrecogedor que el prurito religioso, puramente fanático, es la sugerencia de que Franco fue la causa embrionaria del delito. "Y más aún, porque habiendo vivido de cerca la época difícil de los años 30 y 40 tenía miedo de lo que podía pasar, y más de lo que podía pasarle a un político muy comprometido." Los años 30 y 40. ¿Y los 50? ¿Y los 60? ¿Y los 70? ¿Y los 80? A medida que uno va zambulléndose en esas letrillas cunde la impresión de estar tratando con un virtuoso del mester de trilería. 34 años 34 ocultando la bolita sin que nadie, ni el más pintado entre los miembros de su logia, gritara ‘¡Agua!’. En eso, básicamente, ha consistido el pujolismo. Pienso ahora, un tanto perversamente, en la posibilidad de que Pujol emprendiera una gira representando su monólogo, a la manera como el gran Gabino Diego recita por las Españas la crítica seminal que propulsó su carrera, ya saben: "El gran fallo del film, por fácilmente evitable, es la elección del adolescente Gabino Diego, un joven sin gracia física y con una naturalidad irritantemente sosa para el personaje central de la película". Entiendo, no obstante, cuán doloroso ha de ser para un farsante coronar la vida como la marquesa de Merteuil en Las amistades peligrosas: sin saber siquiera qué da mejor noticia de uno mismo, si maquillarse o desmaquillarse.

Puesto que de teatro hablamos, diarios como El Periódico, La Vanguardia, Avui o Ara han vuelto a ejercer de felpudo del pujolismo. ‘Convergència, consternada’, claman entre vahídos. En su apabullante Música celestial, Manuel Trallero no sólo sacó a relucir cómo una élite de raigambre franquista se enriqueció fraudulentamente envolviéndose en la senyera. Además, describió de forma pormenorizada el modus operandi del saqueo. Los Millet y Montull sucumbieron a la grosería de llevarse el billetamen del Palau en bolsas de basura, cierto, mas también intuyeron que su impunidad dependía, en gran medida, del reparto de beneficios. De ahí, por ejemplo, que en la plantilla del Palau hubiera decenas de mindundis con sueldos que excedían de los 4.000 euros. En suma: que Convergència se finja apesadumbrada resulta tan inverosímil como que uno de aquellos subalternos se hubiera rasgado las vestiduras por la rapiña de sus jefes.

La Magna Expiación daría, desde luego, para un tratado retrospectivo por el que cada una de las sentencias del Gran Timonel y sus secuaces no sería sino pasto de melancólicos. Sin embargo, y más allá de si ‘es catalán quien vive y trabaja en Cataluña'; más allá incluso de si Homs achacó la abdicación del Rey Juan Carlos al afán de 'mantener el negocio familiar", cabe volver la vista a los catalanes. A esos gallitos potablava que la emprendieron a salivazos con Raimon Obiols; a la turba que, acordonando el Majestic, vociferó una y mil noches "Això és una dona!"; a los tantísimos ‘homes de bé’ que, cuando un puñado de valientes empezó a airear la sospecha de que Cataluña fuera, antes que una nación, una coartada, les tildaron de 'españoles' o, ya en el colmo de la ignominia, de 'intelectuales'.



Zoom News, 28 de julio de 2014

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