miércoles, 20 de agosto de 2014

Smuack

"¿Y si nos vamos a vivir al campo?" La ciudad deviene mole atronadora que arrasa los puentes, desbarata el diálogo y corroe el deseo. Un reportaje sobre la repoblación de Cuenca les ha abierto los ojos. Ella, que ya desde pequeña se sentía atraída por la naturaleza, pregunta si la miel se cultiva o se produce. "Qué cosas tengo, ¿no?" Él se imagina a cargo de una editorial exquisita y deficitaria, trabajando siete horas diarias (nunca más) en un pajar remodelado por una arquitecta ex cocainómana. Se miran, sonríen y el beso les sabe a lacre.

¿Te has fijado en las caras que ponía ella cuando él hablaba del viaje? Daba la impresión de que no se reconocía en sus palabras, como si jamás hubiera estado allí con él. ¿Tú crees que lo hacen? Sí, si follan. Yo creo que no; pero para nada. ¿A ti y a mí nunca nos pasará, verdad, chiqui?


¿Y si nos rebelamos? No pasamos el día quejándonos de esto, aquello y lo de más allá, pero la verdad, la única verdad, es que nos hemos dejado llevar por la inercia. La vida nos ha sepultado sin que hayamos opuesto la menor resistencia, sin que nos hayamos concedido la oportunidad de saber quiénes somos, qué queremos, adónde vamos. Rebelémonos, armémonos de valor y hagamos una locura. ¿Por qué no llamas a tu madre y le dices que el domingo no iremos a comer?

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