miércoles, 2 de julio de 2014
Juventud, divina tragedia
La noticia apareció el sábado, semienterrada en el digital Vilaweb. El Ayuntamiento de Barcelona clausuraba el Casal Tramuntana, en el barrio de El Clot, por incumplimiento de las ordenanzas locales, luego de la campaña llevada a cabo por entidades vecinales, colectivos antirracistas y partidos políticos contra dicha hermandad, a la que acusaban de xenófoba. En la web de Casal Tramuntana, sus miembros se definen como "jóvenes identitarios, inconformistas, y con inquietudes sociales, culturales y políticas". "Gente joven", abundan, "disidente del sistema y la modernidad actual", que se opone "al fenómeno de la globalización, al salvaje capitalismo y a la destrucción de nuestra identidad como pueblo en todos sus aspectos, gente que ama a su tierra y a sus raíces sin complejos, y que se siente orgullosa de defender ciertos valores, que lejos de pensar que estén caducos pensamos que son eternos." Un colectivo filonazi, en fin, que se venía sirviendo de la jovial y goliárdica coartada esplayenca para hacer del esencialismo españolista, con su inexorable dosis de racismo, algo así como el culmen de la campechanía. Entre las actividades que, según consta en la web, organizaban los tramuntanistas, se cuentan "conferencias, charlas-debate, concursos gastronómicos, exposiciones fotográficas, fiestas temáticas, salidas a la naturaleza y alguna competición deportiva". ¿Les recuerda a algo? En efecto, se trata de la misma clase de agenda por la que los okupas de Can Vies se arrogaban la condición de centro social. En este sentido, la hoja de ruta de los identitarios del Clot no difiere un ápice de la que suscribirían para sí los incendiarios de Sants:
"Queremos ser un centro social alternativo, un lugar donde tenga cabida la cultura disidente. Un espacio verdaderamente libre donde realizar debates y traer conferenciantes que expongan sus ideas y sus opiniones con total libertad, más allá del yugo del pensamiento imperante y los convencionalismos de lo políticamente correcto."
No en vano, también los canviarios se pretenden ‘alternativos’ y ‘disidentes’, y, por descontado, y al igual que los tramuntanos, abjuran de los ‘convencionalismos de lo políticamente correcto’ y del ‘pensamiento imperante’.
Les propongo un ejercicio de imaginación. Imaginen que los alegres muchachos del Tramuntana, en lugar de abonar un alquiler mensual a la sociedad inmobiliaria propietaria del edificio, lo hubieran okupado. Imaginen que el Ayuntamiento los hubiera desalojado y ellos, en respuesta a tamaña ‘agresión contra la juventud alternativa’, hubieran empezado a quemar contáiners y saquear comercios. Y que el Clot se hubiera llenado de skinheads italianos, franceses y alemanes ‘en solidaridad con el Casal Tramuntana’. Y que un parlamentario catalán, como fue el caso de David Fernández (CUP) en Can Vies, se hubiera manifestado con ellos. Y que el portavoz de otro partido parlamentario, como fue el caso de ICV, dijera del alcalde Trias que había atizado el odio, que no había sabido gestionar un problema que reclamaba ‘cintura política’ y ‘mano izquierda’. Y que, por último, el alcalde Trias autorizara la reokupación provisional del Casal Tramuntana, no sin antes admitir la utilidad social de su programación.
Porque de eso estamos hablando.
Zoom News, 23 de junio de 2014
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