sábado, 21 de junio de 2014

Principios elementales de la tertulia catalana



Hace ya años que de cuando en cuando comparto mesa y mantel con un hombre que, aparentemente, está en mis antípodas (habrán de perdonarme por la apropiación, siempre indebida). Él no se reclama nacionalista y yo no me reclamo españolista, así que, mediado el vino, obramos el milagro de jibarizar Cataluña y derretir España.

Ayer, entre guisantes, hablamos de las terceras vías, que no existen. A decir verdad, casi todo lo dijo él: "En la tertulia de TV3 siempre hay tres independentistas, ya se trate de nacionalistas de primera hora o charnegos agradecidos". "Sí, llevas razón, a menudo se desmarcan con una Esperanza García o un Toni Bolaño, pero, en cierto modo, éstos también computan como independentistas; vienen a ser el reverso de la fuerza, algo así como la prueba de que la emancipación es necesaria, dada la existencia de opinantes como ellos. Desde este punto de vista, aunque no únicamente, dos independentistas y un españolista acaban sumando tres independentistas". "Es verdad que hay personajes absolutamente incapaces de vertebrar una opinión al margen de la tensión España-Cataluña, pero también se da el caso del individuo que, haciendo de la necesidad virtud, trata de ahormar sus planteamientos a esa dicotomía, lo que casi siempre redunda en una depreciación del discurso, siquiera porque lo binario y lo simple suelen ir de la mano".

Trajeron las carnes.


"No es un fenómeno exclusivo de TV3, en absoluto; ten en cuenta que en la tertulia del 324 participan los mismos tertulianos que en la de 8TV o Barcelona Televisió, lo que sume el debate en una suerte de monocultivo: no más de quince o veinte individuos dándole vueltas a la misma cuestión en todas las televisiones". "A mí me dejaron de llamar, sí, debieron de considerarme un tibio, y, para más inri, un tibio sin filiación, sin una adscripción partidista clara, con lo cual no sólo no les interesaba lo que decía, pues los claroscuros y el share son raramente conciliables, sino que tampoco les era útil para justificar las cuotas que, con más o menos disimulo, las teles asignan a los partidos". "Como teoría general, cuanto más estrecho es el vínculo con el partido, más grueso es el trazo de las apreciaciones". "Obviamente, que no cuenten conmigo no supone ninguna tragedia; sobre todo, y como sabes, porque jamás he vivido de esto. Ahora bien, lo que sí lamento es que, más o menos por las mismas razones por las que se tiende a excluir a individuos como yo, se prive a la audiencia de lo que piensan gentes como Josep Maria Bricall, con su clarividente ironía".

Ese instante en que uno ya no sabe si pedir postre o pasar directamente al whisky.



Libertad Digital, 19 de junio de 2014


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