Hasta hace apenas 48 horas, el
currículo del exportavoz de C’s en el Parlamento Jordi Cañas
solía llevar cosido el sintagma "Licenciado en Historia".
Así consta, sin ir más lejos, en la ficha de diputado de dicha institución, en que, bajo el epígrafe "Formación y actividad
profesional", leemos: "Licenciado en Historia por la
Universidad de Barcelona". Obviamente, la mera condición de
licenciado (¡menos aún la de licenciado en Historia!) no genera
ingreso alguno. Tal vez por ello el diplomilla figura acompañado de
lo que, supuestamente, sí procura unos honorarios: "Profesional
liberal y tertuliano habitual en diversos programas de televisión".
Supongo que con semejante brochazo semántico (liberal, habitual,
diversos) el diputado ciutadanista pretendía dar a entender que el
de político no era su único oficio conocido. No fuera el pueblo a
confundirle (¡a él!) con un profesional de la cosa.
Pero de eso, ya digo, hace 48 horas.
Ahora sabemos que Cañas, además de licenciado en Historia y otras
diversidades, fue socio de las empresas inmobiliarias S. Y. Servei
Immobiliari e Inversiones Manais 2002, ambas dedicadas a la
compra-venta, edificación, rehabilitación, arrendamiento, tenencia
y administración de bienes inmuebles. Respecto a Manais 2002, por
cierto, el último balance presentado en el registro, que data de
2007, refleja un rango de ventas de "entre 1,5 y 3 millones de
euros". No deja de llamar la atención, máxime teniendo en
cuenta el modo como Cañas ha encarnado, por así decirlo, el
ciudadanismo de rostro humilde.
En cierta ocasión, en una de sus
clases en la facultad de Periodismo, el profesor Iván Tubau explicó
que había dos clases de escultores: los que obraban por adición y
los que lo hacían por sustracción. Tuve entonces la vaga impresión
de que Tubau no hablaba únicamente de arte, de que en su
disertación, de hecho, la escultura era la última de sus
preocupaciones. Hoy estoy en condiciones de asegurar de que había en
sus palabras un mensaje cifrado.
Vean, si no, los casos de Joana
Ortega y Jordi Cañas.
Como recordarán, la vicepresidenta del
Parlamento autonómico dijo ser licenciada en Psicología cuando aún
le faltaban dos asignaturas por aprobar, en lo que, según el
paradigma Tubau, constituye un caso de flagrante (y ridícula)
adición. Cañas, en cambio, ha falseado su currículo por
sustracción, esto es, subrayando en fosforito su licenciatura en
Historia y anotando con tinta simpática su verdadera ocupación: la
de promotor inmobiliario, bastante más lucrativa que la de
licenciado en Historia, pero también menos ilustrada y, por qué no
decirlo, menos cool.
Una de las derivaciones de esta clase
de fraudes es estrictamente académica: urge ampliar el sentido de la
expresión "un hombre hecho a sí mismo".
Libertad Digital, 22 de enero de 2014
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