El menor de los problemas de ese lema es la mentira. Guerra de
Sucesión, bullangues, sitios, quemas de conventos, la Rosa de Foc,
pistolerismo, terrorismo anarco-sindicalista, Hechos del Seis de Octubre,
Guerra Civil, Hechos de Mayo, el Proceso… La historia de la ciudad se aviene
mal con el sintagma desiderativo, de prosa patufet, “ciudad de
paz”. Pero la falla principal no está ahí, sino en la naturaleza de la
inscripción. En el género. Estamos ante un memorial que no guarda memoria de la
tarde de finales de agosto en que una furgoneta entró por Canaletas. A
contramano interrumpiendo el jueves.
Las Ramblas no es la única estación barcelonesa que habría de
incluirse en una hipotética ruta temática del terrorismo. En el parque de Can
Dragó, a unos doscientos metros de Hipercor, el lugar donde el viernes 19 de
junio de 1987 ETA hizo estallar el coche bomba que segó la vida de 21 personas,
hay una pirámide de granito negro del escultor estadounidense Sol LeWitt. Al
pie, este rótulo: “La ciudad de Barcelona en recuerdo y homenaje a las víctimas
del terrorismo”. A diferencia de la instalación de las Ramblas, ésta menciona a
las víctimas y al terrorismo. Unas víctimas etéreas y un terrorismo innominado,
desprovisto de anclajes fácticos, y que permite a cada cual proyectar sus
agravios. También, me temo, sus fantasías. Pero nos vamos acercando.
Entre el 16 y el 18 de marzo de 1938, la Aviazione Legionaria
Italiana lanzó sobre Barcelona 44 toneladas de explosivos en 12 oleadas. Hubo
670 muertos y 1.200 heridos. En la confluencia de Balmes con Gran Vía,
donde una bomba impactó con un camión cargado de trilita, provocando la mayor
devastación de aquellos días, el Ayuntamiento de Barcelona colocó el
monumento Encaix, de Margarita Andreu,
ocho barras de acero onduladas de 10 metros de altura. En el suelo, una plancha
reza: “A las personas muertas en los bombardeos fascistas (1937-1939) de la
Guerra Civil en Barcelona y a todos los pueblos víctimas de otras guerras”.
Personas, muertas, bombardeos y fascistas. Eso es.
El programa del alcaldable Valls debe incluir la restitución de
las políticas de memoria. Y la primera y más urgente medida es coser a todos
los muertos las palabras clave que les han hurtado, precisamente nuestros
aguerridos, históricos memoriosos.
Voz Pópuli, 25 de marzo de 2019
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