Con la publicación de Servir Catalunya: Artur Mas. L'home, el polític, el pensador, ya son siete
los libros que ha ido segregando el presidente de la Generalitat de
Cataluña. Se trata, obviamente, de obras de carácter hagiográfico,
y sirvan como botones de muestra La máscara del rey Arturo, de Pilar
Rahola, en que la autora trató de emular a la Yasmina Reza de El
alba la tarde o la noche (y, ya puesta, comparar a Artur Mas con
Nicolas Sarkozy), o Retrat de l'home i el president, en que Mas
disfrutó de su momento Leibovitz.
Ciertamente, esos siete libros no
son los 32 que lleva inspirados Jordi Pujol, pero aun así parecen
demasiados. Y no porque Mas no los merezca, no, sino porque, como les
decía, ninguno de ellos somete su obra de gobierno al más mínimo
sentido del ridículo; ni su obra de gobierno ni, por descontado, su
delfinato, aquel tiempo en que ya la máscara del personaje traslucía
una poquedad inversamente proporcional a su cursilería. Tal vez haya
quien objete que los 32 de Pujol son harina del mismo costal. Cierto;
tan cierto como que Mas, a diferencia de Pujol, ha malbaratado una
cuantiosa, inagotable bolsa de votos en aras de una deriva cuyo único
efecto real, por el momento, ha sido enfrentar a los catalanes.
Con
todo, el hecho de que no haya una biografía de Mas entreverada con
alguna que otra brizna de periodismo no se debe a una supuesta
mordaza catalana. (Anoche, sin ir más lejos, Juan Carlos Girauta
presentó en La Casa del Libro su argumentario Votaré no; vamos,
creo que nunca se ha escrito tanto y tan bien contra Catalunya). No,
el problema es muy otro, y tiene que ver con el colapso de la
industria cultural española, incapaz ya de costear no ya un
Hiroshima, sino tan siquiera un perfil como el que Gregorio Morán
escribió de Adolfo Suárez en 1979. Le hicieron falta dos amigos, un
millón de pesetas y nueve meses. Pues bien, alguna de esas tres
cosas nos viene cojeando. Y claro, pasa lo que pasa, que el espacio
que ha de ocupar la civilización lo acaba ocupando una señora que
dice que Mas es un pensador. Y eso sin que mueran diez gatitos ni se
apague la Osa Menor.
Libertad Digital, 4 de diciembre de 2013
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