sábado, 26 de noviembre de 2022

Making 03

Para lo segundo que dijo Boadella no hacía falta ser un dramaturgo de prestigio. O sí. Su oficio, al cabo, tiene que ver con aplicar la inteligencia a la artesanía, y a menudo alcanza recovecos sin aparente jurisdicción: “Imagino que al homenaje a Arcadi Espada no le vamos a llamar ‘Homenaje a Arcadi Espada’, que nos complicaremos algo la vida”. Aún no habíamos previsto el título, ni siquiera que lo hubiera, pero Boadella hizo bien en poner esa baliza para conjurar la molicie, la eventualidad de que todo cristalizara en una ‘Noche de fiesta’ para la que, por lo demás, no faltarían tuiteros que la interpretaran como una majestuosa, ‘inteligente’ ironía. Yo mismo, que voy siempre con el hierro cargado, habría alegado que se trataba de un guiño jocoso a los nombres de los restaurantes de los hermanos Adriá.

Cuando no fluían las ideas, o unas se oponían a las otras sin que se avistara una síntesis, o las que había nos parecían un tanto extravagantes, desviábamos el orden del día a las listas de invitados.

Fue lo más divertido. Como quiera que el proyecto original era una especie de festival valenciano en una macrodiscoteca, salíamos a miles. Quitando a los muertos, los enfermos, los tullidos y los malhumorados, el suflé se quedó en 400; menos, quizá.

En ese punto se nos vio el cartón. El mío fue el más ostentóreo: una legión de mujeres bailongas a las que me apetecía ver y sobre todo tocar. No hubo ningún reproche. Lo que pasa en ‘Arcadiana’ se queda en ‘Arcadiana’ y, qué coño, tampoco dije yo nada cuando alguien sugirió invitar a Alfonso Guerra, rey, como es sabido, del reguetón enfadao.

Pero no pudo ser. 

Por razones personales, hubimos de cambiar de local y rebajar los invitados a 40. “Añadimos a L.” “Joder, vamos un poco pilados.” “Añadimos a L.”.

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