Hubo un tiempo en que ETA gozó de un prestigio intelectual a prueba de horrores, y quien dice ETA dice todo el terrorismo de extrema izquierda, de la RAF a las Brigadas Rojas. Quería la leyenda, en la que tanto había de (auto)exculpación, que la bomba lapa y el tiro en la nuca eran el fruto de una sesuda reflexión, la horrenda destilación de una conjura escolástica, hecha de incienso, zutabes y marmitako.
Asesinos, sí, pero con bibliografía, lo que en cierto modo confería al crimen el sentido ignoto del 'polvo será'. Cuando Julio Medem rodó La pelota vasca, hacía ya años que el trampantojo se había ido revelando, pero el film lo destapó por completo. Es probable que no quede un solo articulista en España que no haya ridiculizado a ETA valiéndose de las palabras que Otegi, de manera providencial (pues su pretensión era precisamente la contraria) grabó ante la cámara, con su figura recortada contra el frontón: "El día que en Lequeitio o en Zubieta se coma en hamburgueserías y se oiga música rock americana, y todo el mundo vista ropa americana, y deje de hablar su lengua para hablar inglés, y todo el mundo esté, en vez de estar contemplando los montes, funcionando con Internet, pues para nosotros ese será un mundo tan aburrido que no merecerá la pena vivir". Un filón, sin duda. Literalmente.
Hoy mismo, al volver a leerlas, se me ha ocurrido que la secuencia ‘hamburgueserías’, ‘música rock americana’, ‘los montes’ e ‘Internet’ ha menoscabado injustamente su remate (¡y nunca mejor dicho!) ese “no merecerá la pena vivir” que tan bien se ceñía al objeto social de la empresa. Se trata de una declaración, en fin, que antes que un análisis exige que se le practique autopsia, y yo me he aplicado a ello en numerosas ocasiones.
Por eso no estoy en desacuerdo con que el pintor Bienzobas exhiba su retrospectiva en el Ayuntamiento de Galdácano. Ni siquiera con el hecho de que el catálogo diga de él que “sucompromiso político le llevó desde muy joven fuera de nuestro pueblo”. [No dejen de leer, por cierto, las instructivas anotaciones que, a pie de obra, hizo El liberal de Bilbao]. La memoria es un cerdo inmenso, y ese lienzo del ojo cuya pupila es el mapa de Euskal Herria y del que brota una lágrima, se exhibe ya en mi antimuseo junto a la hamburguesa de Lequeitio, la ikurriña petitoria de los comunicados y el pendiente del 'carnicero de Mondragón'.
Voz Pópuli, 11 de octubre de 2019
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