Aunque las propuestas que el PSOE presentó a Podemos tenían el aire inconfundible de las ocurrencias póstumas, tomemos la de la gratuidad femenina del primer año de carreras STEM (por Science, Technology, Engineering and Mathematics), y llevémosla de la temperatura ambiente en que fue formulada a la frialdad de los datos. O lo que es lo mismo, evaluemos la escasa presencia de mujeres en este tipo de estudios a partir de los hallazgos de la psicóloga Susan Pinker, autora de La paradoja sexual, una suerte de prontuario acerca de las diferencias entre hombres y mujeres.
Según Pinker, cuando a una mujer se le pide que describa su trabajo ideal, la mayoría, y muy especialmente las que tienen estudios superiores, manifiestan que lo prioritario para ellas era 1) trabajar con personas a las que tengan en estima, 2) en un trabajo significativo, (trascendente), 3) que posibilite las relaciones sociales, y 4) con horario flexible. Y la mayoría de los trabajos STEM, obviamente, no satisfacen estos criterios.
Ítem más. Un estudio publicado en 2018 en la revista Psychological Science, basado en el análisis del rendimiento académico de casi medio millón de adolescentes de 67 países, concluyó que cuanto más igualdad de género había en un país (conforme a lo determinado por el Informe sobre la brecha de género global del Foro Económico Mundial) menor era el número de mujeres que elegían carreras STEM. Y que los países con mayor tradición cultural y protección legal en lo que respecta a la igualdad de género, aquellos precisamente que cuentan con los sistemas de seguridad social más sólidos; países, en fin, como Suecia, Suiza, Noruega, Finlandia, etc. son los que cuentan con menos mujeres graduadas en STEM, con un porcentaje de alrededor del 20% del total (en Estados Unidos es del 24%). Otro estudio, éste de 2008, publicado en Journal of Personality and Social Psychology, mostró que las diferencias de género en la personalidad son más acusadas en las culturas más igualitarias.
Pinker cita, asimismo, a los investigadores Wendy Williams y Stephen Ceci, autores de Why Aren’t More Women in Science?: “En lugares donde las niñas y las mujeres tienen libertad de elección, es más probable que actúen llevadas por su vocación, aptitudes, etc. Y en lugares donde se ven limitadas por restricciones de carácter cultural o económico, es más probable que opten por lo que consideran seguro, que es una carrera STEM". En resumen, y siguiendo a Pinker, asumir que las mujeres son una versión atenuada de los hombres, y que siempre elegirán lo que los hombres eligen, no respeta la autonomía de las mujeres ni está respaldado por los datos.
Ahora, y sólo ahora, legislen.
Voz Pópuli, 9 de septiembre de 2019
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