Extrañamente, en ninguna lista de palabras-del-año de los cuatro
anteriores (fuente principal: Fundeu) se hallaba, siquiera abrochando el
inventario, la que vertebra en los últimos tiempos la mayor parte de
las reivindicaciones progresistas. Me refiero a ‘visibilidad’. No en
vano, y a rebufo del fragor identitario al que la izquierda ha fiado su
discurso, no hay proclama que desate tantos aleluyas como la de ser más
visible o visible a secas, según se trate de situarse en plano de
igualdad con otros colectivos o emerger a la realidad, equiparable,
aquí, a ‘normalidad’. Sin perjuicio de que la superposición de
visibilidades redunde en la saturación del mundo, gremios, géneros
(incluso literarios) y otras camarillas reclaman para sí una mirada
ponderativa. O lo que es lo mismo: el derecho a exhibir su condición sin
tasa o servidumbre de ningún tipo.
Un googleo a vuelapluma brinda
manifiestos por la visibilidad de los traductores, las enfermeras, la
diversidad funcional, las mujeres deportistas, los voluntarios, las
kelllys o la regla (“éste es el zumo de mis entrañas, del que no huyo,
una mancha sin límites, un rezumar que no pueden parar”). Veleidades
polipoéticas al margen, algunas de estas exigencias presentan un
trasfondo moralmente idéntico. Así, los traductores abogan por que su
nombre figure en la cubierta del libro, junto al del autor; los
voluntarios, por que se les rinda honores de héroe posmoderno, y las
enfermeras, por que su labor asistencial sea considerada poco menos que
decisiva (“No somos simples secretarias del médico”, alegan, lo que tal
vez movilice a las secretarias en defensa de su visibilidad, quién sabe
si esgrimiendo que ellas no son simples pasantes…).
En otras palabras: ser
traductor (e incluso serlo orgullosamente) sin que ello suponga
renunciar al prestigio del que goza el autor; lucir galones de médico
por el procedimiento de saberse enfermero visible; y ser voluntario, sí,
mas con oropeles de Gran Orden Civil. En espera del día en que el
reparto igualitario, sabiamente equitativo, de la visibilidad, nos
convierta por fin en invisibles.
The Objective, 16 de febrero de 2018
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