La
consigna 'independencia', así como una indisimulada pedagogía
del odio trabajada con pinceles de diverso grosor, atronó de
nuevo anoche en los hogares catalanes. Una vez más, la
televisión pública TV3 presentó bajo la etiqueta de reportaje
una especie de rueda de reconocimiento en que la que participaban más
de treinta personalidades a sueldo de la Administración o que
operan bajo su zona de influencia, y que, una a una, proclamaban su
adhesión al 'No a España'. En eso consistió, en
resumidas cuentas, Hola Europa, la última salva doctrinaria
de Dolors Genovès, de oficio docudramista. No se vieron por
ningún lado los más de 100.000 euros que, según publicaba ayer El
Mundo, ha costado la broma, pues, salvo por el despliegue
infográfico, no había más cera que la que iban repartiendo, a
cámara fija, nacionalistas confesos como el ex consejero Antoni
Castells, el eurodiputado Raül Romeva, el catedrático de Ciencia
Política Ferran Requejo o el ex director del Centro de
Cultura Contemporánea de Barcelona Josep Ramoneda. Rueda de
reconocimiento, sí; para que, llegado el día, el archivo de
ministrables esté bien provisto.
Ni
un solo invitado, insisto, procedía de eso que la docta cursilería
nacionalista llama las filas unionistas. Dice Genovès que
invitó a participar a personalidades contrarias al independentismo y
que éstas se negaron, pero no da ningún nombre, por lo que, dado el
tamaño de la manipulación, hay que dudar razonablemente de que lo
hiciera. El resultado de sus aderezos retóricos es un remedo
acomplejado de aquella pelota vasca que perpetrara Julio Medem; aquí,
en lugar de la campiña cantábrica, se suceden los paisajes
pirenaicos, pero la imitación es tan grotesca, tan sumamente cateta,
que incluso provoca un cierto sonrojo. Cien mil euros, no se olvide,
para recrear un circo donde ni siquiera había fieras: todos eran
domadores. No en vano, y a diferencia del original, que incurrió en
el despropósito de situar en pie de igualdad a víctimas y
verdugos, Hola Europa deja sin representación a más de la
mitad de la población. A Medem, que, pese a todo, tampoco logró la
representatividad que cabría exigir a un documental de estas
características, le cupo el atenuante de que se planteó
sinceramente si merecía la pena seguir adelante. Es obvio que no acertó
al resolver el dilema, pero bien está: su pelota dejó
postales inimaginables, como la de Otegi ciscándose en internet, que
son memoria viva del civismo ilustrado.
Hola
Europa también tiene sus otegis, no crean. Ahí está
el filósofo Ferran Sáez Mateu, director del Centro de Estudios de
Temas Contemporáneos (CETC) de la Generalitat: "Una vez que España se queda sin judíos, el
antisemitismo se transforma en anticatalanismo". O el sociólogo
Ramon Folch: "Lo que ha pasado en Cataluña estos últimos meses
es que hemos llegado al punto de ebullición. Sin necesidad de
ninguna consigna, lo que hasta hace poco eran moléculas de agua
líquida devienen moléculas de vapor". Sin necesidad de ninguna
consigna, dice el valiente.
En
cualquier caso, y con ser alucinante lo que dicen los entrevistados, la voz más alucinante es la voz en off, esto es, la
del medio, la que conduce el punto de vista de TV3. Ésta: "Desde
hace 150 años, el catalanismo político lo ha intentado todo, y la
pregunta que se tendrá que formular es si ha fracasado el
catalanismo o ha fracasado España". Ésta: "Año tras año,
decretos y leyes, desde 1714, han intentado menospreciar el uso del
catalán; ahora, como antes, el objetivo es hacer recular la lengua
en el País Valenciano, las Baleares, Aragón y Cataluña".
Ésta: "Hoy por hoy, los diferentes poderes en España han
hablado claro: reivindican la Cataluña con un pasado folclórico,
con una cultura y una lengua de feria, y un presente sin
autonomía fiscal y financiera". Ésta: "Los ciudadanos de
Cataluña tienen un gran reto: decidir qué futuro quieren para sus
familias y su país". Ésta: "El siguiente paso es convocar
un referendo". Ésta: "Para poder trasladar el proceso
[independentista] al ámbito internacional, el papel de los medios de
comunicación es básico". Ésta: "La UE deberá tener en
cuenta que, si Cataluña no ingresa automáticamente como Estado
miembro, tampoco será contribuyente neto a las arcas europeas".
Ésta: "A pesar del discurso del miedo, las amenazas de
división, la fabricación de dossieres y los recursos ante el
Tribunal Constitucional, los representantes catalanes tendrán que
seguir abriendo la vía del diálogo".
Sabemos
que el independentismo está lastrado por la superstición, el
mesianismo y su poquito de xenofobia. Ya falta poco para que, además,
sea una expresión genuinamente catalana de atrofia intelectual. Un hecho, éste
sí, diferencial como pocos.
Libertad Digital, 8 de mayo de 2013
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