Regidores de plena dedicación
El suceso apenas ha trascendido, quién sabe si por la misma razón por la que nos habituamos al calabobos. La manifestación de la izquierda radical del Primero de Mayo se saldó con destrozos en algunos de los comercios de la avenida de la Puerta del Ángel. Entre los convocantes se hallaba la Coordinadora Obrera Sindical (COS), sindicato que se declara "al servicio de la clase trabajadora de los Països Catalans por nuestra liberación como personas, como clase y como pueblo"; Arran, remedo catalán de la extinta Jarrai, y la CUP, representada por los regidores María José Lecha y Josep Garganté, a quien vimos recientemente coaccionar a un médico para que modificara un parte de lesiones (se trataba, como saben, de que el documento reflejara que la Guardia Urbana maltrató a un mantero, y así seguir proveyendo de sentido a la que viene siendo una de las principales exigencias de la CUP a Ada Colau: el desmantelamiento de la Unidad de Antidisturbios de dicho cuerpo.)
Pues bien, este individuo y la tal Lecha participaron el domingo por la tarde en la 'mani' que, como digo, dejó a su paso aparadores rotos y fachadas pintarrajeadas. En este caso, difícilmente cabe achacar la violencia desplegada a agentes provocadores o infiltrados. Como evidencian los tuits, las organizaciones Arran y Endavant, tuétano de la CUP (la diputada Anna Gabriel, sin ir más lejos, pertenece a la segunda) justificaron y aun alentaron los ataques a establecimientos como Zara, Mango o McDonald's.
La propensión de la izquierda a tomar la calle ha rendido, desde los tiempos de Joan Saura (consejero de Interior de lunes a viernes y activista antiisraelí durante el fin de semana) episodios de lo más grotesco. Lo que hasta ahora no se había visto, al menos en Barcelona, es que dos ediles (que quizás fueran tres, pues es muy probable que la tercera representante de la CUP, Marta Rovira, formara parte del séquito) intervengan en una algarada. Y menos aún que la aprobación del presupuesto municipal dependa del pulgar de esos mismos ediles, como sucede en la Ciudad Condal. Ora reviento un escaparate, ora me siento en el salón de plenos. A esa doblez, sin duda, debe referirse el 'Amor'/'Odio' que Garganté lleva tatuado en los nudillos.
Libertad Digital, 3 de mayo de 2016
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