martes, 7 de octubre de 2014
Un follón
La advertencia de Artur Mas de que si no se autoriza el referéndum se va a’ber un follón que no s’abé ni dónde sa metío, es, obviamente, una incitación a que el follón acabe prendiendo, en la senda retórica de esos mafiosos que amenazan a sus acreedores con el sempiterno ‘yo no quiero que te ocurra nada, pero claro, me lo pones difícil’. La política catalana, que solía llevar prendida la divisa de la complejidad, ha quedado tan reducida al absurdo que a nadie escapa que el partido que ha de ejercer de follonero es la CUP, cuya irrefrenable querencia borroka ha tardado poco en asomar (a saber si esa llamada a la desobediencia de Mas no buscaba, hum, dejar en fuera de juego a los Fernández y compañía).
La bravata del president (al que habría que preparar la factura por si, en efecto, ocurre lo que nadie salvo él ha previsto) ha de resultar familiar a los españoles. Con ello no aludo únicamente a aquel Arzalluz que invocaba el riesgo de que no dieran a los vascos no sé qué, soliloquio que hacía de él, a un tiempo, garante del terrorismo y baluarte de la paz. También pongo en el lote a los dirigentes sindicales que hace apenas dos años, en la hondonada de la crisis, hablaban día sí y día también de la inminencia de un ‘estallido social’, cuando lo cierto es que no había en España otros apóstoles.
Sea como sea, y a diferencia del ex dirigente del PNV y los mandamases de CCOO y UGT, Mas irradia una excitación semejante a la del adolescente que fuma en el lavabo o pintarrajea una polla en la puerta. Y quien dice Mas dice su desarrollador web, Quico Homs, o ese Rull, que se ha autoinculpado por anticipado de cualesquiera flagrantes y plácidos delitos pudiera cometer. Al parecer, les ha puesto cachondos la posibilidad de que un policía español les lleve a Vía Laietana y les interrogue hasta el éxtasis. Bien entendido, claro está, que en Barcelona ya no hay policías españoles y esa comisaría cerró hace ya tiempo. Se trata, en resumidas cuentas, de seguir jugando al antifranquismo. Máxime en el caso de Mas, que en el tiempo en que el juego tenía consecuencias estaba labrándose un futuro.
Libertad Digital, 2 de octubre de 2014
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