sábado, 18 de octubre de 2014
Premio de consolación
Acusar a Artur Mas de haber engañado a los catalanes es como reprochar a Podemos que su programa sea irrealizable. Así como el ideario de Pablo Iglesias resulta inconciliable con la democracia con independencia de su ejecución, el referéndum del 9-N no habría sido menos aberrante por el hecho de llevarse a cabo. No acabo de entender a quienes, en el afán de defender el Estado de Derecho, se refocilan en un aspecto marginal del conflicto, cual es la supuesta cobardía de Artur Mas. ¿Sería éste digno de elogio si, en lugar de engañar a los catalanes, hubiera cumplido su palabra y seguido adelante con el referéndum conforme a su concepción inicial? A mi modo de ver, no, pues lo censurable del nacionalismo catalán no estriba en la supuesta falta de agallas de sus líderes o el juicio que puedan merecernos sus ocurrencias, digamos, tácticas, sino con su objetivo, léase la destrucción del Estado español. Y la ilegalidad e inmoralidad manifiestas de ese objetivo no van a ser menores por afables que sean las acciones que conduzcan a él.
Pero si la recriminación de mentir a los catalanes es grotesca, más grotesco resulta lamentar la frustración de esos mismos catalanes, de los que se llega a decir que pretendían votar... ¡llevados por la buena fe! Esta retórica exculpatoria, a medio camino entre la sorna y la consolación, no sólo no guarda ninguna relación con la verdad; además, abre la puerta a que la historia se repita. En este sentido, nada convendría tanto a España como tratar a los soberanistas como ciudadanos responsables de sus actos, aun a riesgo de dar cumplimiento a su utopía emancipadora. Y para ello, claro está, el primer mandato es congratularse de esa frustración, siquiera por su indudable efecto pedagógico.
Por lo demás, y ya que en el fondo de lo que hablamos es de ventajismo, los apóstoles del Yo ya lo dije deberían seguir exhibiendo su sagacidad ahora que los derroteros ya no son tan predecibles; ahora, en fin, que el suelo es menos firme y el porvenir ya no admite la telegrafía sin hilos. ¿Se llevará a cabo la versión simulacro del 9-N? ¿Convocará Artur Mas elecciones anticipadas o agotará la legislatura? Y en caso de que convoque elecciones anticipadas, ¿se presentarán CiU y ERC en una misma lista? Queremos saber. Y los sandrorrey del columnismo patrio tienen ante sí la ocasión de demostrar que ellos, a diferencia de la locomotora que roció de vapor al mozo de espadas de Gallito, no se arrugan en Despeñaperros.
Libertad Digital, 16 de octubre de 2014
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