Tras su retiro temporal por depresión se reinventó con Scott y Milá, ideado y producido por María Ruiz, Zanskar Producciones, para la plataforma Movistar, y del que graba la segunda temporada. Foto: Manuel Outumuro.
Al poeta Salvador Espriu le acompañaba una merecida fama de huraño, de místico avinagrado e insociable, pero ello no evitó que su entrevistadora, una mujer de 31 años que venía revolucionando el género del magazine televisivo, le aplicara el mismo tratamiento que a todos sus partenaires. Antes bien, no cabe descartar que la gravedad que destilaba el personaje fuera un acicate. Sea como fuere, en un visto y no visto se inclinó levemente y posó la mano sobre el brazo derecho del Hombre de Sinera. La pregunta que vino detrás no defraudó.
-¿Teme al personaje Espriu, a la leyenda de autor inaccesible y turbulento que circula sobre usted?
El programa se llamaba Buenas Noches y su conductora, Mercedes Milá, se ganaría el favor del público desplegando un arsenal de recursos inacostumbrados en la televisión de la época. La Milá, como se la empezó a conocer al poco de su debut en 1982, desprendía calidez, entusiasmo, simpatía… Pestañeo a pestañeo, sonrisa a sonrisa, iba convirtiendo el plató en una estancia acogedora, acaso en una extensión del salón-comedor de los televidentes… Cuando el invitado quería darse cuenta, había rendido su alma.
-¿Tocar a los entrevistados es una treta para irlos ablandando?
-No, en absoluto; sencillamente, se me va la mano. Siempre tengo la necesidad de tocar, y no sólo me ocurre con mis entrevistados; también con mis amigos, con mis hermanos, con las personas que tengo cerca... Soy tocona, qué le vamos a hacer. Recuerdo que a Cruyff, recién llegado a Barcelona, le hice una entrevista y le acabé tocando el cuello porque… en fin, no pude evitarlo.
Un sinfín de momentos estelares de la televisión llevan su sello, desde el “He venido a hablar de mi libro” al “Quién me pone la pierna encima”, pasando por “la absorción de litro y medio de agua de un solo golpe por vía anal”. Fueron la espuma de un trabajo concienzudo que exigía, las más de las veces, una ardua preparación. En cierto modo, la importancia que han tenido en su carrera la investigación y el documentalismo se hallaba prefigurada desde que puso un pie en una redacción. No en vano, su primera ocupación fue ordenar el archivo de la revista Economía Mediterránea, “una tapadera política”, recuerda con agrado, “dirigida por Antonio Álvarez Solís”. “Por eso ahora beso por donde pisa Google y beso por donde pisa la Wikipedia, a la que he hecho aportaciones económicas cuando lo han pedido. He sudado tanto buscando información en las hemerotecas que disponer de estos recursos me parece un lujo.”
Su condición de pionera, no obstante, no sólo tiene que ver con su personalísimo estilo, sino también con la renovación del lenguaje. En Buenas Noches, los invitados permanecían en la mesa al concluir la entrevista para que, en el último tramo del programa, charlaran entre ellos, y en Jueves a Jueves, las entrevistas venían precedidas de un vídeo de presentación, una fórmula hasta entonces inédita.
El día en que hablamos, Mercedes acababa de regresar de Parma, donde había grabado un encuentro con el editor Franco Maria Ricci para la segunda temporada del programa Scott y Milá, una suerte de vivero emocional que ha hecho aflorar su faceta más reflexiva, inconformista y audaz. “Estoy disfrutando mucho con el formato; tengo un equipo que no me lo merezco y la empresa [Movistar] me trata con cariño y respeto. Y sí, el perro ha venido conmigo a Italia”.
Es 27 de julio y la actualidad, con la sesión de investidura de cuerpo presente, resulta ineludible. “Me indigna Pablo Iglesias. Un político que está en la primera fila desde hace sólo 4 años tendría que haber sido infinitamente más generoso y no haber impedido el acuerdo para un Gobierno de izquierdas. Su error es tan grande que le cortaría la coleta.”
Fashion & Arts Magazine, agosto de 2019
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