Las dos mujeres que se sientan enfrente deben de andar sobre los
cuarenta y largos, tal vez cincuenta y pocos; empieza a ser complicado
cifrar según qué edades, más cuando el ingreso en la madurez (y aun en
la vejez) no conlleva renuncias. Ni al yoga ni al sexo ni a la
indignación. Además de la esperanza de vida está ese insólito
alargamiento de la plenitud. El Gardel que cantaba “las nieves de tiempo
platearon mi sien”, conviene recordarlo, apenas había rebasado los
cuarenta.
Dos mujeres. Una de ellas (la que está junto a
la ventana, en diagonal respecto a mí) se queja cansinamente (un
levísimo chasquido) del aire acondicionado; es probable, me digo, que
sea esa gelidez de Corte Inglés la que hace el silencio entre los
pasajeros. La otra se le apoya en el hombro, en un intento de serenarla
que más parece un pretexto para la ternura y, con el índice de la mano
derecha, le acaricia el dorso de la izquierda. Viene un beso. Y otro.
Trato de reprimir la indiscreción enterrando la cabeza en El orden del día,
que me dejará atrapado unos minutos en el Hollywood Custom Palace,
vistiendo nazis de cine desde 1940. Al levantar la vista, y como quiera
que siguen los arrumacos, intento aparentar que la escena no me
escandaliza sino-todo-lo-contrario. Ah, pero la búsqueda de ese
contrario se revela infructuosa. Porque lo contrario sería aplaudir. Y
no, acabáramos. Aunque bien pensado, ¿por qué no? Aplaudir al pasaje
entero, a todos nosotros; al vehículo y su refrigeración escandinava; al
hecho de que sean las cuatro de la tarde y nos dirijamos
mayoritariamente a la mejor playa urbana de Europa y quién sabe si del
mundo; a que nadie escupa ni fume; a que una plataforma móvil se haya
desplegado para recoger a un minusválido (que ha ocupado de inmediato un
acomodo preferente); a que una voz de galán anuncie las paradas. A que
conduzca una mujer. Entiéndanme, yo aún recuerdo la mañana en que mi
abuela, con una mezcla de asombro y piedad, me dijo: “Hoy bajaban dos
negros por la calle Regomir”. Y con eso echábamos el día.
The Objective, 4 de septiembre de 2018
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