El
emplazamiento de las cámaras no ayuda. Como nos hizo ver Patricia Jacas
a su marido y a mí en la final de la Champions contra la Juventus, la
omnisciencia de la realización, y en especial esa steady que
cuelga del cielo, están más cerca del FIFA Nintendo que de aquellos
picados unicejos que tantos goles dejaron fuera de plano, en el limbo
perfecto de la fantasía. Y qué es hoy el estallido de la celebración
sino una pura retención de humores en espera del dictamen del VAR; gozos
en diferido y desconsuelos tántricos, sí, también a ello nos iremos
acostumbrando en memoria del niño que somos. A lo que no logro hacerme,
pues el colapso es casi multiorgánico, es a que los jugadores, cuya
única gesticulación homologada de Platko a Benzema ha consistido en
casar las mitades de una esfera abollada, se den a la mímica del
cuadrado. Por esa insólita ventana se está yendo mi fe.
The Objective, 7 de julio de 2018
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