viernes, 23 de septiembre de 2016

Pregherò

Purita Campos, los kioskos, El Papus, Josep Peñarroya, el Gordito Relleno, las fábricas, ¡los obreros!... En la letanía de Pérez Andújar sólo había muertos, fantasmas y desahuciados, encarnaciones de un mundo en retirada que, insólitamente, iba cobrando visos de actualidad, como si el Guerrero del Antifaz o el Capitán Trueno fueran rescoldos de un imaginario de nuestros días (sea eso lo que sea), y no la santa exhumación con que los Montalbán, Marsé o Serrat nos han amenizado la vida. Aun concediendo que el género del pregón abreva en el pasado, y que Andújar ofrendó algo del suyo (Radio Pika, La Banda Trapera, etc.), tuve la impresión de estar ante un ritornelo de segunda mano. Perfectamente acorde, por cierto, con la nostalgia antifranquista en que Barcelona lleva varada desde tiempo inmemorial, y que, de manos de Colau, ha adquirido estatus de cultura oficial.

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