La CUP viene cosechando el elogio de ciertos opinadores que, aun estando en las antípodas de dicha formación, la consideran un dechado de coherencia, rectitud y honestidad, por cuanto cumple escrupulosamente aquello que promete. "Se podrá o no estar de acuerdo con lo que dicen", claman los colegiados, pero "en modo alguno se les puede acusar de falta de integridad". Estrangulando el argumento, no conozco político más íntegro que Hitler. Se podrá o no estar de acuerdo con lo que hizo, pero fue lo que dijo que haría. Y lo cumplió, claro, coño si lo cumplió: ni con el enemigo a las puertas cesó en el exterminio de judíos.
Acaso convenga recordar que el objeto de tan pulquérrima asamblea no era otro que votar la forma en que había de violentarse el orden constitucional. En este sentido, me produjo verdadera vergüenza ver cómo la prensa (burguesa, claro está) asumía la jerigonza #ANECUP de los cuatro puntos, lo que equivalía a higienizar el pensamiento legañoso de los 3.000 coreanos que allí se daban cita. El hecho de que, además, la mayoría de los medios narrara el acontecimiento a la manera del carrusel deportivo, esto es, remedando la retórica amigable del penalti en Las Gaunas, ilustra hasta qué punto el reaccionarismo forma parte del mainstream. Y evoca a aquel García, ay, que hace 35 años retransmitió el tejerazo. Eso sí, con la congoja del que intuía que en ese intento nos iba algo más que la décima.
En cualquier caso, niego la mayor respecto a la presunta pulcritud de la asamblea, pues, por las informaciones que han ido aflorando, fue más bien un apaño plagado de anomalías. Empezando por los 60 asambleístas que aterrizaron mediada la segunda votación, siguiendo con una agrupación (que se sepa) que envió más delegados que votantes tiene la CUP en la localidad, y acabando con Enric Marco, cuya espectral asistencia vino a recordar, siquiera por ósmosis, que la democracia que ahí acontecía era una absoluta ficción. Después de todo, y al igual que el ex presidente de Amical Mauthausen, qué es la CUP sino una turba de falsos represaliados.
Libertad Digital, 29 de diciembre de 2015
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