domingo, 31 de mayo de 2015

Pioneros


Ada Colau no será la primera antisistema con despacho en el Ayuntamiento de Barcelona. En 2007 la ecosocialista Imma Mayol, entonces tercera teniente de alcalde, defendió públicamente la despenalización de la ocupación ilegal de inmuebles, y, en razón de esa defensa, dijo sentirse "antisistema". Sentirse, sí; después de todo, si hay hombres que se sienten mujeres y mujeres que se sienten hombres, si hay cuerpos, en fin, encerrados en la cárcel de otros cuerpos, cómo no aceptar la posibilidad de que la antisistema Mayol ¿okupara? el cuerpo de la teniente de alcalde Mayol. Y que, de resultas, se viera obligada no sólo a gobernar la ciudad, también a residir en un ático de la graciense calle Verdi, ganar 100.000 euros anuales, disponer de coche oficial, tener una segunda residencia en la Costa Brava... Claro que en esa mortificación no estaba sola: su pareja, el ecosocialista Joan Saura, a la sazón consejero de Interior del Tripartito, se sentía palestino; tanto que acudió a una manifestación antiisraelí en que vimos a un individuo empuñar un arma. Y qué decir del biólogo Portabella, segundo teniente de alcalde, que promovió que Barcelona se declarase antitaurina, que es como sentirse pero con boato.

Los antisistema, en efecto, no son ninguna novedad en la Plaza de San Jaime. Lo novedoso es que ocupen el centro del tablero, pues hasta ahora esa pulsión se limitaba a una cierta hegemonía cultural. El Observatorio de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (DESC), subvencionado por el Ayuntamiento, definió Can Vies como (cojan aire) "uno de los referentes principales de la gran diversidad de colectivos de jóvenes alternativos presentes en Barcelona". Como sabrán, la responsable de Vivienda del DESC fue Ada Colau, lo que ilustra de manera ejemplar cómo los avales a esta subcultura, enteramente concedidos por el PSC y afines, han acabado siendo el germen de lo que, previsiblemente, ha de culminar con la elección de Colau como alcaldesa.

Tiene gracia, por cierto, que ésta tilde de maniobra contra natura y fraude electoral la posibilidad de verse desbancada por un hipotético pacto entre CiU, PSC, ERC y PP. No en vano, ella misma legitimó esa posibilidad al insistir en que todos, del primero al último, eran casta, un hatajo de mafiosos. Y que sólo ella representaba a la gente, la buena gente. ¿A qué viene entonces tanta indignación? En última instancia, además, se trata de un mecanismo previsto en las democracias, cuyas reglas, como empieza a aprender Colau, son distintas a las de los escraches.


Libertad Digital, 28 de mayo de 2015

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