A lo que no ha apelado Torra es al proverbial sentido común del pueblo catalán, una omisión que me ha parecido decepcionante por cuanto ‘seny’ es una voz que comprende todas y cada una de las prescripciones que ha ido enumerando.
Aunque se entiende. La preservación del mito pasa por no someterlo a examen, y ello pese a que, según ha podido inferirse de su traducción, el botellón sea una costumbre eminentemente española.
Tampoco ha tratado de persuadir a sus conciudadanos con aquel antiguo sortilegio, el món ens mira, no vaya a ser verdad.
Ni ha invocado explícitamente a Catalunya. Y no por deferencia con la otra mitad (cuyo ADN averiado no parece dificultar —¡antes al contrario!— que sea un vector de transmisión más). Le guía la ligera sospecha de que ante una crisis real la hechicería no surte efecto. En la tradición de esos muchos católicos que no creen en Dios, sólo en la Iglesia.
The Objective, 29 de julio de 2020
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