sábado, 3 de marzo de 2018

De memoria

Les propongo un ejercicio insólito. Se trata de anotar a todas las víctimas de ETA que puedan recordar por el nombre y, al menos, el primer apellido. Un memorial, en efecto, tan voluntarioso como injusto y escuálido. Una afrenta, en verdad, para quienes son pasto de exclusión. En aras de un cierto decoro, me impuse la obligatoriedad de no infestar la lista de perífrasis. El niño aquel, los músicos militares de Barcelona, uno al que vigilaba un cura, los dos polis de Roses (¡la Donostia catalana, llegó a decir el forense Marc Álvaro!), los niños del cuartel de Zaragoza, el cuartel de Vic, Hipercor. No. Una vida, me dije, merece un anclaje nominal (eso que en los periódicos, y a propósito del fútbol, dimos en llamar ficha técnica, y que también recogía las principales incidencias del encuentro). Qué menos que un nombre. Éstos son los  míos y, obviamente, llevan incorporada (adosada) la gran incidencia de sus biografías. 

Joseba Pagazaurtundúa, Isaías Carrasco, Melitón Manzanas, Irene Villa, Gregorio Ordóñez, Miguel Ángel Blanco, Luis Carrero Blanco, José Antonio Ortega Lara, Carlos Palate, Diego Estacio, Ramón Baglietto, Alberto Jiménez-Becerril, Ascensión García Ortiz, Ernest Lluch, Fernando Buesa, Fernando Múgica, Miguel Ángel Gervilla, Manuel Broseta, Carmen Tagle, Ricardo Sáenz de Ynestrillas, María Dolores González, Emiliano Revilla, Julio Iglesias, Pilar Elías, Enrique Casas, José Luis López de la Calle, Cosme Delclaux, José Luis Caso, Gorka Landáburu.


 The Objective, 3 de marzo de 2018

No hay comentarios:

Publicar un comentario