martes, 8 de noviembre de 2016

Estado de la revolución en Berga

La sociedad bergadana vive hipotecada por el miedo al qué dirán. Qué dirá la vecina si cuelgo el godzila en el balcón, quién me dará trabajo si me manifiesto públicamente contra los abusos laborales o salgo a la calle el Primero de Mayo. (...) Dentro del Consistorio pasa lo mismo: los de la nueva política [están] gobernados por el miedo, hipotecados por lo que dirán sus socios de la derecha, los empresarios y caciques de Inbergatur, la iglesia y la recién inaugurada casa antiabortista, las familias ilustres y los de las capillitas y las cererías".

El párrafo anterior corresponde al comunicado que las entidades anarquistas Columna Tierra y Libertad y Centro de Estudios Josep Ester i Borràs divulgaron a finales de octubre, en protesta por la multa de 750 euros tramitada por el Ayuntamiento por modificar el nombre de una calle de Berga.

Los hechos se remontan a mayo de este año, cuando ambas asociaciones pusieron en marcha una campaña para "dignificar" (eso dicen, sí, dignificar) las calles de Berga. La idea, recoge la nota, era "hacer un ejercicio de memoria histórica a través de algunos cambios en el nomenclátor de la ciudad [sic –como puede apreciarse, el texto es un campo de minas; por fortuna, se desactivan solas–]". Se trataba, en fin, de bautizar las vías públicas con nombres de sindicalistas, guerrilleros y, en general, individuos de la comarca del Berguedá que se hubieran significado en "las luchas por la libertad, contra la explotación, la autoridad y el fascismo".

Una de las primeras acciones consistió en cambiar el nombre de la calle Mossèn Huch, que pasó a llamarse Marcel·lí Massana, miembro del maqui libertario en los años cuarenta. Para ello, los émulos de Ken Loach fijaron la nueva placa justo encima de la placa oficial (respetando, eso sí, el formato que rige en el municipio), y sobre ésta colocaron un pañuelo rojinegro. El photoshop de toda la vida en versión agro.

¿Y qué hizo el Ayuntamiento, el mismo Ayuntamiento que se jacta de desobedecer las leyes que le parecen injustas porque se debe, ay, al pueblo (no al de Berga sino al gentío)? Incoar un expediente de sanción de 750 euros. "Fuimos ingenuos", concluyen los ateneístas, "al pensar que el actual equipo de gobierno sería más sensible a la memoria histórica. Una vez más, la realidad pasa por encima y vemos cómo los que se llaman anticapitalistas siguen los pasos de sus antecesores (...) La CUP utiliza la multa como instrumento disuasorio, de castigo ideológico y económico, y la ordenanza de civismo para controlar el espacio público."

(Coda: "La desobediencia es un acto personal, pero es también y sobre todo un acto colectivo, y por ello exigimos a las instituciones que apoyen a nuestros cargos electos, también a los que decidan hacer desobediencia". Comunicado de la CUP a raíz de la detención de la alcaldesa de Berga, Montse Venturós).



Libertad Digital, 8 de noviembre de 2016

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