Por su parte, Podemos se había comprometido a votar en segunda vuelta a Patxi López, siempre que el PSOE se prestara a la misma componenda con Xavier Domènech. La negativa de los nacionalistas, no obstante, hizo que los socialistas ni siquiera tuvieran en cuenta la oferta, que, por su reminiscencia Risk, parecía llevar la firma del ilustre secretario de Estrategia.
En cuanto al nacionalismo, sus pactos siguen ciñéndose al patrón del chantajismo clásico, consistente en ceder en una ventanilla para recoger la ganancia en la de al lado. Así, gracias al voto favorable a Pastor, el PNV ocupará una silla en la Mesa del Senado y CDC logrará que el PP no ponga ninguna objeción a que forme grupo propio en el Congreso, y ello pese a incumplir los requisitos del mínimo de diputados y del porcentaje de votos en cada circunscripción. Hubo un tiempo en que los objetos susceptibles de trueque fueron España y la impunidad; hoy, la mejor noticia probable es que aquellos años, los de Roca, el peix y el cove, son inverosímiles. (La peor es que parecen más lejanos que la Guerra Civil misma.)
Con todo, y como suele ocurrir, el espectáculo más desolador se celebra a cielo abierto y tiene como protagonista al PSOE, que ahora, con el 2 de agosto en el horizonte, anda esperando el 'sí' de Ciudadanos a Rajoy para, en un ejercicio en que se confunden la hipocresía, el relativismo y el kilómetro sentimental, poder abstenerse. Y así, con la certeza de que hay un partido aún peor, seguir de vacaciones.
Libertad Digital, 19 de julio de 2016
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