domingo, 20 de julio de 2025

Sánchez, honrado con 22 libros

Llevo contabilizados 22 libros contra Pedro Sánchez, la mayoría tan oportunistas como el sujeto al que, sin saberlo, ensalzan. No hay uno solo que desvele nada que no sepamos, ya se trate de su presunta voluntad de convertir España en una confederación de bicicletas (lo cual, para un autócrata cómo él, no supondría sino una redención ‘política’) o de su indisimulada ostentación del poder, más cesarista que la de Felipe González por cuanto, a diferencia de éste, Sánchez se cree exonerado de justificar sus afrentas en razón de argumentos más o menos seductores. Cuando le preguntaron por su cesión a los nacionalistas (iba a decir «su cesión al chantaje», pero no estoy seguro de que fuera así, como tampoco lo estoy de que le dijeran «nacionalistas» en lugar de «independentistas», no vayamos a hacernos daño), expelió el sortilegio «cambio de opinión», más lo cierto es que también esa patraña, de puro obscena, no fue sino otra forma de exhibicionismo. Su propósito, en suma, es que la mitad de los españoles le tenga por un sinvergüenza, en la confianza de que la otra mitad le siga llamando «¡guáper!». Dado que en España nadie lee a nadie (ni siquiera los sanchólogos a sus homólogos) en esos veintitantos tratados no ha habido plagios, sino redundancias: la urna tras la cortina, la peripecia del Peugeot, el superviviente sin escrúpulos, los cambios de opinión, la cátedra de Begoña, el narcisismo patológico… Un catecismo a la altura, paradójicamente, del sanchismo, que, por pura ósmosis, ha terminado por contagiar al periodismo opinativo, un género al que se han ido ‘acoplando’ una legión de maletillas al acecho de su primera sangre, sin sospechar que sería la suya. 

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Bonus. En Madrid, y a rebufo del patrón ideológico que implantó en Barcelona Ada Colau y que Collboni ha llevado al extremo, el Ayuntamiento ha empezado a legislar contra los pisos turísticos, que es donde veranean la mayoría de los españoles que no pueden permitirse un hotel decente. El embate de los Sindicatos de Inquilinas y demás terminaciones nerviosas de la izquierda parece haber surtido más efecto que la evidencia disponible (los estudios, por ejemplo, de que suele ir pertrechado el urbanista Luis Falcón, y que se cuentan entre los más rigurosos que se han llevado a cabo sobre el impacto de las VUT en el precio de los alquileres). Antes que los datos, prevalece el qué dirán, con el agravante de que seguirán diciendo. 

Bonus 2. ¡También se ha implantado en Madrid una red de refugios climáticos! Los barceloneses que huimos de la podredumbre de los comunes, ya saben, esa concepción del espacio público basada en conceptos como «pacificación urbana», «urbanismo táctico» o «socialización vecinal», sofisticadas criaturas de la semántica «gulag», ya estamos, ahora sí, como en casa (en lugar de «refugios climáticos», en Cibeles han utilizado el eslogan «Refúgiate en la cultura», que se comenta por sí solo. Esta mañana, como casi todos los sábados, he ido a la biblioteca Eugenio Trías a escribir, leer y lo que surja. Incluso a refugiarme. Estaba cerrada, claro).

The Objective, 20 de julio de 2025

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