lunes, 20 de enero de 2020

Un reservado

Oficina Nacional de Prospectiva y Estrategia de País a Largo Plazo. Dada la trayectoria de Iván Redondo, detrás de tan pomposo nombre no habrá, no puede haber, ninguna "estrategia de país", sino un think tank que tendrá por cometido la perpetuación de su cliente en el cargo. Lo más parecido, por cierto, a un organismo de esas características fue Euromind, el foro que promovió la ex eurodiputada Teresa Giménez Barbat en el Parlamento Europeo, y que durante cuatro años expurgó la política de apriorismos para anclarla en los hechos.

Altos vuelos, en suma. Y de un individuo como Redondo, para el que la verdad no resulta tan crucial como la emoción, no cabe esperar más que bajuras. La denominación misma del superchiringuito (lo mucho que porfían Vox y Cs en extender el vocablo y les ha pasado inadvertida la más certera de sus aplicaciones); la añadidura de 'De País' a un convoy en el que ya figura 'Nacional' es un caso elocuente de 'Excusatio non petita, accusatio manifesta'. Cualquier otro dirigente que no fuera Sánchez no exigiría la reiteración; en Sánchez, en cambio, es inexcusable, y así parece entenderlo su consejero áulico.

No parece ilegítimo que el jefe del Ejecutivo pretenda eternizarse en La Moncloa. Ahora bien, instaurar para ello un ministerio en la sombra, esto es, con presupuesto a cargo del erario pero al margen de cualquier posibilidad de escrutinio (no en vano, una de las virtudes más renombradas de Redondo es... ¡su secretismo!, del que también es tributario su prestigio) es una aberración. Jamás, en fin, una figura pública con tanta ascendencia en un presidente se había visto exonerada de la obligación de rendir cuentas a la oposición y a la prensa.

En este sentido, resulta oportuno echar la vista atrás y recordar los días en que Pablo Iglesias clamaba en sus homilías por el advenimiento de la democracia real, bien entendido que la que se había instaurado en España con la Transición no podía llamarse de tal modo, pues su ámbito de decisión no era el Parlamento sino los reservados de los restaurantes de lujo. La Oficina de Iván Redondo no es más que la institucionalización del reservado en el centro del poder, lo que, en cierto modo, confirma que el tan cacareado mandato de transparencia (cacareado, sobre todo, por Podemos) no ha sido más que un sortilegio al servicio de la demagogia.

(Me pregunto, a cuenta de esta y otras remodelaciones, en qué quedará la Secretaría de Estado de la España Global, fletada en 2018 para "mejorar la percepción de nuestro país en el exterior y entre los propios españoles". Y si el Clérigo de Lledoners no habrá ordenado ya que la clausuren; o, por decirlo con las formas que la cárcel le ha inoculado, 'que la chapen').

Voz Pópuli, 20 de enero de 2020

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