jueves, 30 de mayo de 2013

El otro mayo francés

Cuando Stéphane Hessel llamó en Indignaos a redecorar la democracia, no debió de prever que la juventud francesa escupiría su indignación contra los cielos de París a cuenta de la ley que sanciona el matrimonio homosexual (ley Taubira, por la ministra de Justicia francesa, Christiane Taubira, ponente del texto). La exaltación integrista de los descendientes de Juana de Arco, en efecto, no es sino otra vuelta de tuerca en esa indignación global que viene soportando la civilización (así, a secas, ci-vi-li-za-ción), y que, en lo que respecta al capítulo francés, se resume en que sea la homofobia, y no la conducta que la motiva, lo que sea tenido por delito.

Al igual que en España, en Francia han entrado en liza la democracia (tanto más real cuanto más formal, ya dejó esculpido Valéry que lo más profundo es la piel) y quienes se arrogan la potestad de reescribirla al margen de las cámaras de representación. El magma de intrépidos lepenistas, postlepenistas y nazis sin aditivos que, en nombre de la 'verdadera Francia', han propinado palizas a homosexuales, han arremetido contra las fuerzas del orden y han agredido a periodistas nos ha revelado la cara más indeseable e insospechada de este país; tan o más indeseable que la que exhibieron de España los quincemesinos que, en nombre de la 'verdadera democracia' pretendieron asaltar el Congreso.

En ambos casos, las algaradas han estado presididas por el mismo viento de fronda antiparlamentario, el mismo populismo arrebatado. Ahondando en los paralelismos, esta vez respecto a Italia, también los franceses tienen su payaso; o, por ser más precisos, su payasa: Frigide Barjot (que podríamos traducir por 'Frigida Chalada'), humorista crepuscular y gran animadora de la noche parisina, es la líder del movimiento 'Manif por Tous', convocante de las primeras protestas, que culminaron el domingo en una manifestación que reunió en la capital francesa a cerca de 200.000 cuentas de Twitter.

Por lo demás, este peculiar mayo francés ha dejado en falso a Nicolas Sarkozy, cuyo nombre tan sólo se ha visto reflejado en los medios por el celo de la prensa de izquierdas a la hora de situar en el mapa a la UMP. "El partido de Sarkozy", acotan, con la misma saña con que en Cataluña se decía, con más ánimo delator que descriptivo, 'el partido de Boadella'. De un hombre de su audacia, concernido por cualquier minucia francesa (o sea, mundial) en que aleteara la pugna entre lo viejo y lo nuevo, uno esperaba, al menos, unas palabras de complicidad para con su mujer.


Libertad Digital, 30 de mayo de 2013

El hombre que se ungió a sí mismo

El hombre que permitió que los nacionalistas catalanes aprobaran las sanciones lingüísticas, el que entregó a Pujol la cabeza de Alejo Vidal-Quadras, propiciando así el descarrilamiento del primer proyecto antinacionalista en Cataluña; el que calificó a la banda terrorista ETA de Movimiento de Liberación Nacional Vasco, el que dijo que hablaba catalán en la intimidad (una afirmación harto dañina para el catalán, siquiera porque recuerda los tiempos en que, en efecto, el catalán había de hablarse en la intimidad, y de la que jamás se recuerda su principal defecto, cual es que no era verdad); el hombre que narcotizó a 103 inmigrantes y, al ser preguntado por ello, concluyó, parafraseando al Sr. Lobo, que había un problema y lo hemos solucionado; el hombre, en fin, que dejó esculpido que Pujol había sido uno de los grandes políticos de esta etapa constitucional, y que, de forma inexplicable, pasa por ser la bestia negra del nacionalismo catalán, ese hombre, cuya obra mejor terminada fue contar hasta ocho e irse, ha ido a una televisión a decir que podría volver.

Habría que recordarle, en todo caso, que el único destino al que podría volver así, a cuerpo, es a la Inspección de Hacienda de Logroño, dado que residir en La Moncloa pasa inexorablemente por ser candidato a unas elecciones y, claro está, ganarlas. Parece de perogrullo, pero a Aznar nunca está de más recordarle que, antes que esa vacua neblina de la responsabilidad, la conciencia o la nación, está la ciudadanía, un actor que, en su discurso, siempre aparece empequeñecido, máxime al lado de su ego, que sí parece estar en 2.000 diarias.

Sea como sea, y más allá de la pretensión de Aznar de influir en el Gobierno (o de dejarlo seco, según), sus declaraciones en televisión han puesto de manifiesto, una vez más, la flagrante inexistencia en nuestro país de una izquierda nacional, de una oposición que proyecte una idea de España no sólo razonable, sino también posible. Mientras eso no llega, el Gobierno no tendrá más oposición que la peor de las nostalgias, que es, como cantara Sabina, la de aquello que nunca jamás sucedió.


Libertad Digital, 23 de mayo de 2013

La pelota catalana

La consigna 'independencia', así como una indisimulada pedagogía del odio trabajada con pinceles de diverso grosor, atronó de nuevo anoche en los hogares catalanes. Una vez más, la televisión pública TV3 presentó bajo la etiqueta de reportaje una especie de rueda de reconocimiento en que la que participaban más de treinta personalidades a sueldo de la Administración o que operan bajo su zona de influencia, y que, una a una, proclamaban su adhesión al 'No a España'. En eso consistió, en resumidas cuentas, Hola Europa, la última salva doctrinaria de Dolors Genovès, de oficio docudramista. No se vieron por ningún lado los más de 100.000 euros que, según publicaba ayer El Mundo, ha costado la broma, pues, salvo por el despliegue infográfico, no había más cera que la que iban repartiendo, a cámara fija, nacionalistas confesos como el ex consejero Antoni Castells, el eurodiputado Raül Romeva, el catedrático de Ciencia Política Ferran Requejo o el ex director del Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona Josep Ramoneda. Rueda de reconocimiento, sí; para que, llegado el día, el archivo de ministrables esté bien provisto.

Ni un solo invitado, insisto, procedía de eso que la docta cursilería nacionalista llama las filas unionistas. Dice Genovès que invitó a participar a personalidades contrarias al independentismo y que éstas se negaron, pero no da ningún nombre, por lo que, dado el tamaño de la manipulación, hay que dudar razonablemente de que lo hiciera. El resultado de sus aderezos retóricos es un remedo acomplejado de aquella pelota vasca que perpetrara Julio Medem; aquí, en lugar de la campiña cantábrica, se suceden los paisajes pirenaicos, pero la imitación es tan grotesca, tan sumamente cateta, que incluso provoca un cierto sonrojo. Cien mil euros, no se olvide, para recrear un circo donde ni siquiera había fieras: todos eran domadores. No en vano, y a diferencia del original, que incurrió en el despropósito de situar en pie de igualdad a víctimas y verdugos, Hola Europa deja sin representación a más de la mitad de la población. A Medem, que, pese a todo, tampoco logró la representatividad que cabría exigir a un documental de estas características, le cupo el atenuante de que se planteó sinceramente si merecía la pena seguir adelante. Es obvio que no acertó al resolver el dilema, pero bien está: su pelota dejó postales inimaginables, como la de Otegi ciscándose en internet, que son memoria viva del civismo ilustrado.

Hola Europa también tiene sus otegis, no crean. Ahí está el filósofo Ferran Sáez Mateu, director del Centro de Estudios de Temas Contemporáneos (CETC) de la Generalitat: "Una vez que España se queda sin judíos, el antisemitismo se transforma en anticatalanismo". O el sociólogo Ramon Folch: "Lo que ha pasado en Cataluña estos últimos meses es que hemos llegado al punto de ebullición. Sin necesidad de ninguna consigna, lo que hasta hace poco eran moléculas de agua líquida devienen moléculas de vapor". Sin necesidad de ninguna consigna, dice el valiente.

En cualquier caso, y con ser alucinante lo que dicen los entrevistados, la voz más alucinante es la voz en off, esto es, la del medio, la que conduce el punto de vista de TV3. Ésta: "Desde hace 150 años, el catalanismo político lo ha intentado todo, y la pregunta que se tendrá que formular es si ha fracasado el catalanismo o ha fracasado España". Ésta: "Año tras año, decretos y leyes, desde 1714, han intentado menospreciar el uso del catalán; ahora, como antes, el objetivo es hacer recular la lengua en el País Valenciano, las Baleares, Aragón y Cataluña". Ésta: "Hoy por hoy, los diferentes poderes en España han hablado claro: reivindican la Cataluña con un pasado folclórico, con una cultura y una lengua de feria, y un presente sin autonomía fiscal y financiera". Ésta: "Los ciudadanos de Cataluña tienen un gran reto: decidir qué futuro quieren para sus familias y su país". Ésta: "El siguiente paso es convocar un referendo". Ésta: "Para poder trasladar el proceso [independentista] al ámbito internacional, el papel de los medios de comunicación es básico". Ésta: "La UE deberá tener en cuenta que, si Cataluña no ingresa automáticamente como Estado miembro, tampoco será contribuyente neto a las arcas europeas". Ésta: "A pesar del discurso del miedo, las amenazas de división, la fabricación de dossieres y los recursos ante el Tribunal Constitucional, los representantes catalanes tendrán que seguir abriendo la vía del diálogo".

Sabemos que el independentismo está lastrado por la superstición, el mesianismo y su poquito de xenofobia. Ya falta poco para que, además, sea una expresión genuinamente catalana de atrofia intelectual. Un hecho, éste sí, diferencial como pocos.


Libertad Digital, 8 de mayo de 2013

jueves, 2 de mayo de 2013

Un presidente en excedencia

El voto, el acto mismo de depositar una papeleta en la urna, es un fijador identitario tan poderoso como los adhesivos de multifilm o las camisetas heavys, un pretexto más o menos respetable para sacar a pasear nuestra ideología y recordar, ya puestos, que la del vecino es de signo contrario. El ejercicio de la soberanía es, asimismo, una forma suprema de urbanidad, una expresión de civismo que hermana sin estridencias ni alharacas el derecho y el deber. Al sufragio ciudadano, desde luego, no han de faltarle virtudes, pero todos esos arrumacos no sirven para nada si votar no sirve para algo. Qué quieren que les diga, yo soy de esos excéntricos que además de creer en la poesía, confía en que la plasmación de mayorías contribuya a corregir la realidad; a base de brochazos de típpex, si se quiere, pero corregirla.

Viene esto a cuento de los más de seis millones de parados (tantos como catalanes hubo en tiempos de Pujol) pero, sobre todo, de la actitud del presidente Rajoy. Desde luego, no es algo que nos coja de sorpresa, más teniendo en cuenta que se trata del mismo gobernante que, al día siguiente de haber obtenido una mayoría absoluta que se antojaba previsible, no tenía Gobierno. Hubimos de esperar un mes, ¡treinta días con sus noches!, a que diera la lista de convocados. Y eso un hombre, insisto, que desde hacía al menos tres meses sabía que iba a arrasar al adversario. Entonces, por aquello de la esotérica complejidad que atribuimos a las cosas de palacio, nos pareció que la tardanza obedecía a una ardua labor de encaje de bolillos. Hoy, sin embargo, todo apunta a que no hay ninguna diferencia entre aquella molicie y ésta.


Yo también creo, con Rajoy, que las cosas se resolverán cuando se resuelvan, y que el margen de maniobra de un gobierno democrático ante una crisis de estas dimensiones es escaso. Ahora bien, no parece admisible que alguien que ha consagrado su vida a la política nos diga, al llegar a la cumbre, que no se puede hacer nada. Disimule usted, hombre. No hace falta que sea Sarkozy, pero trate al menos de fingir que sí se puede, de simular que no todo da igual. Sobre todo, para evitar que llegue el día en que sea cierto.



Libertad Digital, 1 de mayo de 2013

'Menjadora' de cinco tenedores

Se sospechaba que era mucho, pero no sé si tanto. El director, Eugeni Sallent, cobró en 2012 un sueldo bruto de 164.000 euros anuales y su predecesora en el cargo, Mònica Terribas (Sallent fue designado en abril de 2012) rondaba los 210.000. Hablamos, claro está, de TV3, más conocida como La Menjadora (el comedero). Después de años de reclamaciones de algunos diputados autonómicos, la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales al fin ha publicado la relación de salarios de los empleados.

Los de directivos como Sallent o Terribas llaman la atención, pero el dispendio se aprecia a la clara en las categorías salariales más bajas, dicho sea con todas las comillas. Un conserje, 25.000 euros anuales; un ayudante de vestuario, 32.000; un ayudante de ambientación, 34.000; un chófer, 40.000. La zona más erógena del listado llega, como no podía ser de otro modo, con los lingüistas, que se llevan 42.000. Y subiendo. Un redactor raso está en 46.000; un redactor jefe, en 71.000, y un jefe de deportes, en 75.000. 75.000, sí, han leído bien. A la luz de las cifras, convendrán conmigo en que el problema no es que el director general gane 164.000, sino que los cuatro jefes de área con que cuenta Deportes se repartan un botín de 75.000. Y eso sin contar la infinidad de complementos salariales: bienios, trienios, nocturnidad, flexibilidad mensual, flexibilidad semanal, avance de jornada, horas extras, plus por festivo compensado, plus por festivo no compensado, etc.

Estamos hablando de una televisión que desde su puesta en marcha, el 10 de septiembre de 1983, no ha dado una sola exclusiva, una mísera noticia digna de tal nombre, nada, en fin, que pueda importunar al poder. Hace poco, el singular Jaume Barberà (¿80.000?¿90.000?) entrevistó en su programa a la monja benedictina Teresa Forcades y al altermundista Arcadi Oliveres, promotores de una plataforma asamblearia por el 'dret a decidir'. No hace falta decir que el tercer promotor, si no el único y real, era Barberà, que les cedió el plató en horario de máxima audiencia para que diseminaran sus majaderías. Pensé entonces en la cantidad de sandeces que auspicia TV3, la cantidad de simplezas que, de no mediar ese altavoz, estarían condenadas a la marginalidad. Pensé también en las dificultades que arrostró Ciutadans en sus inicios, cuando, con el pretexto de que no era una formación parlamentaria, TV3 vetó los actos del partido.

Cerca de 2.700 empleados dedicados, como dijo Ramón de España en uno de sus más felices artículos, al casteller, al boletaire, al culé y al independentista. Imagínense que en TVE trabajaran 50.000 individuos, y que no tuvieran otro objetivo que promover la unidad de España. Bien, pues eso, en cierto modo, es TV3. Lo que nunca había entendido eran las ínfulas de algunos de los empleados. Ahora, tras la publicación de los salarios, al fin lo entiendo.


Libertad Digital, 24 de abril de 2013