martes, 26 de diciembre de 2017

Un rey entre claudátors


Me dirijo a todos vosotros para felicitaros la Navidad y transmitiros junto a [me permito sugeriros, majestad, la fórmula "también en nombre de", o acaso "en mi nombre y en el de"] la Reina, la Princesa de Asturias y la infanta Sofía [si nombráis a Sofía, majestad, también deberíais nombrar a Letizia y a Leonor] nuestros mejores deseos para el año 2018.

Y os agradezco que en esta noche de encuentro de familias y de seres queridos [distinguir entre familias y seres queridos, majestad, podría prestarse a un real equívoco, por lo que os recomiendo que no dupliquéis el sintagma. Pensad que a los familiares, por lo común, se les quiere, y que los matices los carga el diablo] me permitáis acompañaros unos minutos para compartir con vosotros algunas reflexiones, cuando estamos ya a punto de terminar el año [es el año, majestad, el que termina. Y lo hace solo, sin que medie en su acabamiento la voluntad del hombre. Ni siquiera, me temo, la vuestra].

2017 ha sido en España, sin duda, un año difícil para nuestra vida en común; un año marcado, sobre todo, por la situación en Cataluña, a la que luego me referiré.

Pero también ha sido un año en el que hemos comprobado el compromiso muy sentido, firme y sincero de los españoles con la España democrática que juntos hemos construido.

Porque a lo largo de los últimos 40 años hemos conseguido hacer realidad un país nuevo y moderno, un país entre los más avanzados del mundo:

Hemos asentado definitivamente la democracia, incluso superando hace décadas un intento de involución de nuestras libertades y derechos [dado que el capítulo segundo de la Constitución está dedicado a "derechos y libertades", y que la sección primera habla específicamente de "derechos fundamentales y libertades públicas", pasaré por alto que la libertad no sea sino un derecho. Mis apostillas, majestad, no tienen como objetivo reformar la Carta Magna]. Somos una parte esencial de una Unión Europea con la que compartimos objetivos y una misma visión del mundo.

Frente al terrorismo hemos conseguido hacer prevalecer [¿qué os parecería, majestad, aligerar ese convoy –haber + conseguir + hacer + prevalecer– y decir, haciendo un guiño al pueblo y su llaneza, "hemos conseguido que prevalezcan"] la vida, la dignidad y la libertad de las personas con la fuerza de nuestras convicciones democráticas [por lo demás, majestad, intentemos que la llaneza no se deslice hacia la rudeza: "gracias a" sirve más delicadamente a vuestro propósito que ese primario "con"].

Y hemos llevado a cabo, en fin, la transformación más profunda de nuestra historia en muchos ámbitos de nuestra vida: en educación y en cultura, en sanidad y en servicios sociales, en infraestructuras y en comunicaciones, o en defensa y seguridad ciudadana.

En definitiva, a lo largo de todos estos años de convivencia democrática, los derechos y libertades, el progreso y la modernización de España, y también su proyección y relevancia internacional, han ido de la mano.

Y todo ese gran cambio, todo ese gran salto sin precedentes en nuestra historia, ha sido posible gracias a una España abierta y solidaria, no encerrada en sí misma; una España que reconoce y respeta nuestras diferencias, nuestra pluralidad y nuestra diversidad [no me he detenido, majestad, en la dupla "reconoce y respeta" por su valor enfático, pero el paralelismo o anáfora de "nuestras diferencias, nuestra pluralidad y nuestra diversidad" parece más la treta de un plumilla que ha de alargar el texto que un recurso regio], con un espíritu integrador; una España inspirada en una irrenunciable voluntad de concordia.

En el camino que hemos recorrido, desde luego, hay que reconocer que no todo han sido aciertos; que persisten situaciones difíciles y complejas [lo complejo, majestad, debe gestionarse, no corregirse. En cualquier caso, si con "situaciones difíciles y complejas" aludís eufemísticamente a "problemas", tengo para mí que los españoles agradecerían, al menos, que el velo no indujera a error. Mas también el lenguaje es negociable, y "situaciones problemáticas" podría ser, sin duda, una salida airosa] que hay que corregir, y que requieren de un compromiso de toda la sociedad para superarlas.

A pesar de todo ello, el balance tan positivo de todos estos años es innegable. Tenemos que apreciarlo y valorarlo [la insistencia en esta clase de remaches, majestad, evoca la fraseología del ex presidente Zapatero, y a este respecto he de advertiros que tenéis proscrita la identificación con tal o cual político]. Merece la pena y nos lo merecemos como país y como sociedad. [Presiento, majestad, que su afán copulativo carece de remedio].

Porque la historia de la España que juntos hemos construido es la historia de un gran triunfo de todos los españoles [bien es verdad, majestad, que un texto es una escalera que requiere descansillos, pero incluso éstos han de tener algo debajo]. Una España a la que no debemos renunciar, que debe ilusionar y motivarnos [...] y que debemos seguir construyendo, mejorándola, actualizándola, sobre la base sólida de los principios democráticos y los valores cívicos de respeto y de diálogo que fundamentan nuestra convivencia.

Unos principios y valores que, como hemos comprobado incluso en este año 2017, están profundamente arraigados en nuestra sociedad, en la vida diaria de nuestros ciudadanos, y tienen raíces muy hondas en las conciencias y en los sentimientos de los españoles [reparad, majestad, en que lo arraigado vale para "sociedad" pero "raíz" no vale para "españoles", tomados de uno en uno y con su raíz honda en la conciencia. O habrá quien vea, en lugar de españoles, al monstruo arbóreo de Bayona]. Mucho más de lo que nos podíamos imaginar.

España es hoy una democracia madura, donde cualquier ciudadano puede pensar, defender y contrastar, libre y democráticamente, sus opiniones y sus ideas ["donde cada ciudadano puede pensar sus ideas". La hinchazón del lenguaje, majestad, conlleva el riesgo cierto de perder el hilo y con él, el sentido]; pero no imponer las ideas propias frente a los derechos de los demás ["opiniones" e "ideas", majestad, están muy cercanas como para que no resistan el pronombre, y en "propias" y "frente" me ha parecido ver la mano de nuestro plumilla apurado. Dejémoslo así: "pero no imponerlas a los demás"].

Respetar y preservar […] los principios y valores […] de nuestro Estado social y democrático de Derecho es imprescindible para garantizar una convivencia que asegure "la libertad, la igualdad, la justicia y el pluralismo político", tal y como señala nuestra Constitución [dado que esos principios, majestad, incluyen la libertad, la igualdad, la justicia y el pluralismo, lo que estáis diciendo, en realidad, es que el respeto a los principios garantiza la convivencia que asegura los principios. Y el pavo se enfría]. Porque cuando estos principios básicos se quiebran, la convivencia primero se deteriora y luego se hace inviable. [Como quiera que "inviable" está reservada a empresas o proyectos –qué influenciable soy, lo sé, majestad–, la sustituiremos por "insufrible", que es, lo he vivido en mis carnes, la palabra que mejor define el punto de deterioro de la convivencia en Cataluña].

Hace unos días, los ciudadanos de Cataluña han votado ["votaron", majestad; si hace unos días, "votaron"] para elegir a sus representantes en el Parlament, que ahora deben afrontar los problemas que afectan a todos los catalanes, respetando la pluralidad y pensando con responsabilidad en el bien común de todos [el bien común, majestad, es de todos por definición].

El camino no puede llevar de nuevo al enfrentamiento o a la exclusión, que –como sabemos ya– solo generan discordia, incertidumbre, desánimo y empobrecimiento moral, cívico y –por supuesto– económico de toda una sociedad.

Un camino que, en cambio, sí debe conducir a que la convivencia en el seno de la sociedad catalana –tan diversa y plural [...] como es– recupere la serenidad, la estabilidad [...] y el respeto mutuo; de manera que las ideas no distancien ni separen […] a las familias y a los amigos. Un camino que debe conducir también a que renazca la confianza, el prestigio y la mejor imagen de Cataluña; y a que se afirmen los valores que la han caracterizado siempre en su propia personalidad ["los valores que la han caracterizado en su personalidad", majestad] y le han dado los mejores momentos de su historia: su capacidad de liderazgo y de esfuerzo, su espíritu creativo y vocación de apertura, su voluntad de compromiso, y su sentido de la responsabilidad.

Pero superar los problemas de convivencia que ha generado esta situación no nos puede hacer olvidar, por supuesto, otras serias preocupaciones y desafíos de la sociedad española, que también condicionan nuestro futuro y a los que me voy a referir muy brevemente:

Nuestra economía y el empleo han mejorado sustancialmente, pero la creación de puestos de trabajo estables tiene que ser siempre un objetivo esencial y prioritario […] Como igualmente no puede caer en el olvido la obligación y la responsabilidad […] de afrontar la desigualdad y las diferencias sociales […], sobre todo tras las consecuencias generadas por la reciente crisis económica, que tanto daño ha hecho a no pocas familias, y ha afectado tanto al futuro de muchos jóvenes.

El terrorismo yihadista sigue siendo una amenaza mundial y este año nosotros lo hemos sufrido directamente en Barcelona y Cambrils. Los españoles sabemos muy bien que solo desde la unidad democrática, la firmeza del Estado de Derecho y la eficacia de la cooperación internacional podremos vencerlo y derrotarlo [disculpad mi osadía majestad, pero sois un cachondo]. Y así lo haremos, teniendo siempre muy presentes el recuerdo y el respeto permanente a sus víctimas.

La corrupción se mantiene también como una de las principales preocupaciones de la sociedad, que demanda que sigan tomándose las medidas necesarias para su completa erradicación ["erradicación", majestad, es "extracción total", por lo que convendría ahorrarse el "completa"], y que los ciudadanos puedan confiar plenamente en la correcta administración del dinero público.

Por otra parte somos Europa, y Europa se encuentra en estos momentos en una encrucijada histórica. España debe recuperar su protagonismo en un proyecto europeo que ahora requiere una mayor vitalidad e impulso […] Europa –y España con ella– tiene que hacer frente a unos retos que son globales y ante los que no cabe la debilidad o la división sino la fortaleza de la unión.

La defensa del medio ambiente y la lucha contra el cambio climático no son problemas menores ni secundarios […] por la dimensión y los riesgos que acarrean y que ya estamos sufriendo. Debemos ser muy conscientes de ello, e implicarnos todos mucho más. Y España debe mantenerse firme en sus compromisos ante un problema que afecta a todo el planeta y que requiere soluciones no sólo globales, sino verdaderamente urgentes.

Tenemos otras muchas preocupaciones –desde luego–, pero esta noche no quiero olvidarme de las mujeres que, en un silencio tantas veces impuesto por el miedo, sufren la violencia de género. Una lacra inadmisible que nos hiere en nuestros sentimientos más profundos y nos avergüenza e indigna.
Mantengamos la firmeza y el apoyo político para ayudar y defender […] a las víctimas y concienciemos a toda la sociedad contra esa violencia, criminal y cobarde, que degrada nuestra convivencia.

2018 nos espera en unos días y debemos seguir construyendo nuestro país, porque la historia no se detiene. Y no hemos llegado hasta aquí para temer al futuro sino para crearlo.

Y estoy seguro de que nadie desea una España paralizada o conformista, sino moderna y atractiva, que ilusione; una España serena, pero en movimiento y dispuesta a evolucionar y a adaptarse a los nuevos tiempos.

Sintámonos, sin complejos, orgullosos de todo lo que hemos conseguido porque es mérito de todos; confiemos en lo que siempre nos ha unido, en lo que somos, tal y como somos, y sobre todo en lo que podemos alcanzar juntos con una fe firme en nuestras convicciones y en nuestras capacidades. Si seguimos por ese camino, si lo hacemos así, y con todas nuestras energías, yo estoy convencido de que el año que viene –y los que vendrán después– serán mucho mejores. Sin duda.
Ese es mi deseo para todos en esta noche tan especial.

Muchas gracias. Feliz Navidad, Eguberri on, Bon Nadal y Boas festas.

Buenas noches. Y Feliz y próspero año 2018.


Libertad Digital, 26 de diciembre de 2017

sábado, 23 de diciembre de 2017

Democracia no escrita

No ha habido mejor prueba de que nada será igual en Cataluña tras el procesismo que la suspensión (aunque, probablemente, ni llegara a plantearse la posibilidad) de la tradicional-foto-conjunta-de-los-presidenciables al término de la campaña. Se trataba, como saben, de un ceremonial que tendía a conjurar las injurias que los candidatos se habían lanzado en el fragor de los mítines o los debates. Una vez terminada la sesión, qué duda cabe, la disputa seguía a cara de perro, circunstancia que no ignoraba el grueso de los electores. No en vano, el carácter pedagógico de aquel ritual no consistía en exhibir a los políticos entre bambalinas, en una suerte de tercer tiempo donde hasta la más sucia ofensa era susceptible de relativizarse. Lo que enseñaba, aunque yo lo aprendiera algo tarde, es que el cinismo es un valor democrático, tanto como puedan serlo la fraternidad, la complejidad o la secularidad.

En justo correlato a esa extinción, Inés Arrimadas, candidata ganadora, no ha recibido la felicitación de Puigdemont, que reserva las enhorabuenas al Girona de sus amores, máxime si el derrotado es el Madrid. Sí lo ha hecho el presidente Rajoy, cumpliendo así con una de esas reglas no escritas que confieren a las democracias timbre de civilidad.

Esa trama de cortesías, en fin, ha desaparecido de la esfera pública en Cataluña, y aunque, dada la hondura de la brecha social, parece razonable que así sea (pues, en caso contrario, nada nos salvaría ya de la locura), no está de más recordarlo. Como tampoco está de más recordar, a este respecto, el modo en que la clase política local, con Pujol a la cabeza, se vanagloriaba en los años del peix al cove de ser poco menos que un dechado de sutilezas. A diferencia de Madrid, claro, donde se estilaba el navajeo a la luz del día. Éramos, ay, una insólita cuña de elegancia en la piel de toro, donde eran norma la grosería, la chulería y la procacidad.

El poso de aquella mentira se aprecia perfectamente en las palabras del politólogo Orriols, que habla de deterioro del sistema democrático español cuando es en verdad en Cataluña donde los indicadores, ya sean tácitos o explícitos, han saltado por los aires.


Libertad Digital, 23 de diciembre de 2017

jueves, 21 de diciembre de 2017

Unas palabras sobre 2017

Algunas están por novedosas, pero el criterio de inclusión no tiene que ver con que la Academia les haya abierto las puertas (admisión, ay, que tantas veces supone un fin de trayecto), sino con su timbre de almanaque o, si se quiere, su vigencia periodística. Sin ellas no se habrían podido escribir algunas de las noticias más relevantes de 2017, pues han sido y siguen siendo el sostén semántico de la actualidad. Mi principal caladero han sido los periódicos, con la salvedad de ‘posturear’, que mis hijas conjugan con una mueca de desdén, ‘bitmoji’, de cuyo significado he sabido este mediodía por la actriz Patricia Jacas (que ya dispone de uno), e ‘hiperventilado’, keyword del Twitter catalán. El orden, dictado por el azar, propicia algunas de esas fricciones de alto voltaje con que soñó el surrealismo. Por lo demás, no teman: ‘amodio’ no figura en el lote.

Muro, pussy hat, CRISPR, procés, posverdad, DUI, turismofobia, chemsex, cacerolada, referéndum, estelada, sedición, golpe, dreamers, transgénero, madre de satán, injerencia, micromachismo, procastrinación, preverdad, manada, iros, VTC, abatir, big data, 280, pulpo, repechaje, desobediencia, mantra, posturear, uberización, acoso, coffice, plurinacional, ciberataque, machirulo, bolardo, gentrificación, VAR, duodécima, adoctrinamiento, tractorada, gravitacional, amarillo, unicornio, narcopiso, disrupción, fake news, relato, 155, eurorden, ulsterización, criptomoneda, bot, posthumanismo, hiperventilado, patear, aprendibilidad, bitmoji.


The Objective, 21 de diciembre de 2017

martes, 19 de diciembre de 2017

Manque pierda

El manifiesto que dio pie a la fundación de Ciudadanos, presentado en la primavera de 2005 en el restaurante Taxidermista, no sólo enumeró de forma preclara los estragos de más de dos décadas de nacionalismo (conservador, primero, y de izquierdas después). Además, aventuró la posibilidad de que esa Cataluña uniforme (en el lenguaje del régimen, integradora), de la que manaban casi a diario proclamas de país, tal vez no lo fuera tanto. A los quince intelectuales que elaboraron el texto (probablemente, uno de los documentos políticos más influyentes de nuestra democracia) les asistía la certeza de que Cataluña era una comunidad heterogénea. En cierto modo, no tenían más que mirarse a sí mismos y a la mayoría de las gentes de su entorno fraternal o familiar para inferir que no todos los catalanes creían que el castellano era una lengua impuesta por el franquismo, o que los problemas se resolvieran aflojando los vínculos con España. De hecho, los firmantes presumían que, si bien no todas, algunas de las soluciones bien podrían venir del restablecimiento de esos mismos vínculos, en los que, lejos de ver un yugo, intuían una trama de afectos.

¡Qué fría estaba el agua aquel 7 de junio en Barcelona! Mas se lanzaron, reclamando la creación de un partido que se identificara con la tradición ilustrada, los valores laicos y los derechos sociales, y que tuviera como objetivo inmediato la denuncia de la ficción política instalada en Cataluña. El temor que aquel llamamiento infundió en palacio no tardó mucho en aflorar. Se evidenciaba, sobre todo, en la nerviosidad de las risas, que pronto devinieron en insultos ("lerrouxistas", "inadaptados", "fascistas") amenazas y agresiones.

Ni el diagnóstico ni el remedio estaban errados. Ciudadanos, el partido que más se parece al que los 15 bosquejaron en interminables sobremesas, está en condiciones de ganar las elecciones autonómicas, lo que da perfecta cuenta de la ingente cantidad de figurantes que deambularon, que deambulamos, por el plató catalán. Sin embargo, aunque las pierda o no llegue a gobernar, habrá satisfecho el propósito capital para el que fue concebido: restaurar la realidad.


Libertad Digital, 19 de diciembre de 2017

viernes, 15 de diciembre de 2017

El bolo de Ada en el De Luxe

Cuando Jorge Javier Vázquez le dijo a Ada Colau que en ninguno de los artículos que había leído sobre ella se hacía mención de que hubiera tenido una novia, Colau respondió que no era algo que fuera contando por ahí, que si lo había contado en su programa había sido porque el tema había surgido de manera "natural", que, en cualquier caso, no tenía por qué esconderlo y que no se había planteado que su revelación le fuera a restar votos. Era mentira, claro.

En febrero de este año, Joana Bonet entrevistó a Ada Colau para el Fashion & Arts Magazine de La Vanguardia. Como sabemos sus lectores, Bonet suele desplegar con sus entrevistados una complicidad que favorece la secreción de confesiones, inventadas o no. La estratagema, recuérdese, le franqueó el paso a la alcoba del matrimonio Zapatero, donde recolectó una de las perlas que mejor ilustraron aquel tiempo de lágrimas socialdemócratas, si tú supieras, Sonsoles.


También a Colau se le aflojaron las aduanas del sentimentalismo. "Nací horas después de que mataran a Puig Antich. Eso marca", llegó a manifestar a Bonet, quien, tal vez en un acceso de magnanimidad, rescató del abismo a la alcaldesa con una pregunta-sofá que hoy, a la luz de las últimas revelaciones, presenta un renovado interés: "¿Qué es lo más doloroso que te ha pasado?". Y no, no respondió que los dos intentos de agresión sexual que, según aireó el 26 de noviembre desde un atril, había sufrido en su adolescencia. Tampoco se refirió a la ruptura con su novia italiana, Elena, que había sido, al decir de su relato en SDL, "lo más tremendo" que había vivido. El tuteo, la entrevistadora-confidente, el escenario (una mesa de trabajo en el estudio del fotógrafo Manuel Outumuro), todo, en fin, parecía dispuesto para propiciar que Colau se arrancara por intimidades (o acaso extimidades), pero la alcaldesa sobrenadó el dolor en estilo libre:

¡Uf! Estas preguntas de lo más tienes que pensarlas un rato… He padecido sufrimientos distintos. No recuerdo mucho la separación de mis padres, tenía 3 años, pero por cosas que he pensado sí que creo que sufrí. El accidente de coche de mis tíos, el sufrimiento intenso de las rupturas amorosas de la juventud.
No fue la única ocasión durante la entrevista en que pudo hablar de los dos intentos de agresión sexual y de Elena, pues Bonet siguió merodeando el flanco amor, feminidad, feminismo: "¿Cómo conociste a Adrià Alemany, tu pareja? ¿Fue un flechazo?". "Debe ser difícil compartir política y cama". "¿Cómo describirías tu feminidad?". "[De joven] ¿Te pintabas los labios y te ponías perfume?". "¿Qué significa el feminismo para ti?". "¿En qué consiste la feminización de la política?". De lo que cabe concluir que la naturalidad de la que presumió con JJV le fue esquiva durante los dos encuentros que mantuvo con Bonet hace diez meses, cuando en el horizonte no había nubarrones que amenazaran su hegemonía.


Libertad Digital, 15 de diciembre de 2017

martes, 12 de diciembre de 2017

Grandes hits para un tiempo sedicioso

Jamás el nacionalismo había dado artículos tan infectos, desatados y miserables como los que se han escrito a rebufo del Procés. La selección que sigue no sólo obedece a la acepción más estupefaciente (en algunos casos, en sentido literal) de la rauxa; algunas de estas piezas son, además, brillantes, lo que demuestra, una vez más, que cualquier sintaxis de seda se aviene estupendamente con la reacción. Y que eso que llamamos escribir bien está, en general, sobrevalorado.

 

1. "¿Por qué el PSC bascula hacia el fascismo?", Vicent Partal, 20-8-13

Esto es el PSC de hoy. Un partido en descomposición, un partido cuya dirección formal reacciona cerrada en un búnker tétrico, temerosa y amedrentada, mientras una buena parte de sus militantes, de sus caras más conocidas, una parte enorme de su patrimonio histórico y político, se desesperan y no ven ninguna salida posible. Y éste es el primer elemento, clave e imprescindible, para entender por qué la actual cúpula dirigente del partido de Reventós y Obiols, el partido de Pasqual Maragall, comienza a bascular lamentablemente hacia el fascismo.

2. "La derecha pide aplicar mano dura", Casimiro García-Abadillo, 10-11-14

La extrema derecha pide aplicar mano dura en Cataluña. 'El Mundo' cree que, además de aplicar la ley, hay que buscar una solución política.

3. "La derecha del PP ataca a Rajoy por permitir el 9-N", Marisol Hernández, Marisa Cruz, 11-11-14

Entre la incredulidad de unos y la cólera de otros. Las entrañas del PP respondieron ayer de manera dispar al proceso vivido el domingo en Cataluña. En el partido, a algunos les cuesta entender por qué el presidente del Gobierno ha consentido que los catalanes se pronuncien sobre la independencia, a pesar de que, según han mantenido el Ejecutivo y el PP, era ilegal. La plataforma Libres e Iguales, que aglutina a destacados intelectuales y cuya portavoz es la diputada popular Cayetana Álvarez de Toledo, llegó a defender ayer que lo ocurrido en Cataluña "descalifica al Gobierno de Rajoy para seguir cumpliendo su mandato constitucional". En la postura de Libres e Iguales sobre el debate territorial se reconoce una parte del PP. A su presentación en Madrid asistió el ex ministro Gallardón y la alcaldesa Ana Botella. Al mismo acto en Barcelona fue la presidenta del PP catalán, Alicia Sánchez-Camacho. Y aunque nadie alcanza los extremos de Álvarez de Toledo, no hay unanimidad sobre el 9-N.

4. "El aldabonazo de Aznar", Enric Juliana, 30-9-15

'Aldabonazo'. Una de las expresiones más contundentes de la lengua castellana. En medio de la noche, la aldaba golpea el portón, despierta a todos e inunda la casa de inquietud. Es curiosa la diferencia con el catalán, lengua en que solemos decir 'picaporta', palabra práctica, poco dramática y escasamente literaria. Pragmatismo mediterráneo: argolla o martillo de metal que sirve para golpear la puerta y avisar a los que están dentro. La aldaba es más contundente. Es más ideológica.

5. "Los yonquis", Enric Vila, 10-3-17

Haremos el referéndum y aplicaremos el resultado. Y si Espada cree que podrá impedir lo que no ha podido impedir la Burguesía Catalana que venga el mismo a poner orden con la pistola de su padre. Lo recibiremos a la entrada de la Diagonal el Sostres y yo con un conjuntito de camarera del Titánic, picardías del Victoria Street y una bandeja llena de salmones y de quesos del nuevo Semon. J’adore.

6. "100 cosas que podéis hacer (a cien días del referéndum)", Xevi Xirgo, 23-6-17

100 cosas para que todo vaya bien: 1) Estad tranquilos. 2) Convenced a un amigo. 3) No veáis 13TV. 4) No escuchéis según qué tertulias. […] 11) Id a la Diada. (…) 14) Apuntaos a la ANC. 15) Y a Òmnium. (…) 26) No escuchéis a Guerra. 27) Ni a Vidal-Quadras. 28) Ni a Alícia Sánchez. 29) Ni a Alfonso Ussía. 43) No escuchéis a Albiol. 44) Ni a Pedro Sánchez. (…) 51) Ved 'Braveheart'. 52) No escuchéis a Arrimadas. 53) No leáis 'El Mundo'. 54) Ni 'La Razón'. (…) 62) Haced caso a Puigdemont. 63) Y a Junqueras. 64) Y un poco a Gabriel (…) 70) No leáis 'El País'. 71) Pensad en qué diarios editados en Cataluña leéis. (…) 76) Escuchad a Llach. 77) También si da un mitin. […] 79) No veáis Intereconomía. 80) Ni los informativos de TVE. (…) 97) Leed 'El Punt Avui'. 98) Suscribíos [a EPA]. 99) Id a votar el 1-O. Y 100) Votad sí.

7. "15.000 personas", Empar Moliner, 28-7-17

No se puede permitir que Cataluña, pese a la "deriva secesionista" y el "deseo sedicionista" y la gallina macerada en balsámico (lo que vendría a ser la polla en vinagre) salga de la recesión y vea de dar trabajo a los catalanitos que aquí vivimos y tratamos de ganarlos la vida. Que Cataluña sea una de las "comunidades" (así la llaman) que salen de la crisis no nos va bien. Lo que nos va bien es que le vaya mal. ¿Tiene otro sentido si no? Ser catalán en España es como ser gay en Marruecos, salvando las distancias.

8. "¿El atentado de la Rambla es un ataque de falsa bandera?", Vicent Partal, 23-8-17

Cómo es que el imam, extrañamente, no fue expulsado después de haber estado en prisión, por ejemplo. O por qué razón el Gobierno español tardó siete inacabables horas en comparecer. O hasta qué punto pensaron en aprovechar el atentado para sacar al ejército a la calle pensando en el 1 de octubre. (…) Es difícil creer que sea sólo una casualidad que esto pase precisamente ahora y en este momento y en este país. Aún es más difícil de creer que los servicios secretos de Marruecos no tuvieran constancia previa de nada, precisamente tratándose de un imam. (…) Y recordemos las mentiras que durante años cierta prensa de Madrid ha publicado insistentemente sobre qué pasó en la estación de Atocha y de hecho sobre cualquier cosa. Y sabemos que el Estado español negó la existencia de los Gal hasta que la cal viva les salía por las orejas. Y sabemos, por tanto, que han sido capaces de matar desde el Gobierno.

9. "Preparaos para defender la República", Vicent Partal, 21-10-17

Según ha podido saber 'Vilaweb', [el viernes] será el día en que el Parlamento adoptará medidas claras. No estamos en condiciones de aclarar cuáles serán, más allá de la definición (‘claras’) que hemos podido conseguir de fuentes parlamentarias de Junts pel Sí. Pero no hay margen: la única medida razonable será la activación de la república. (…) Pero entendámonos. Estoy seguro de que el viernes el Parlamento de Cataluña hará su trabajo. Pero nosotros también tendremos un trabajo importante que hacer. Más importante que el del Parlamento incluso. El viernes por la tarde, cuando en Madrid y Barcelona cambien simultáneamente las reglas del juego, todo, todo lo que hemos conocido hasta hoy, dejará formalmente de ser legal, y todo, por lo tanto, pasará a ser una cuestión de lucha, de hechos. Y aquí la ciudadanía organizada en la calle seremos quienes determinaremos quién gana y quién pierde.

10. "La Agencia Europea de la Cocaína", Bernat Dedéu, 21-11-2017

Desde la llegada de La Pinta, La Niña y la Soraya, la bofia nos ha dejado sin la mejor nieve de Europa y los chicos de las porras –haciendo uso y abuso de su poder omnívoro y su persistente falta de educación- han privado a la ciudad de uno de sus grandes incentivos económicos. Nuestros excelentes traficantes y sus courriers vagan perdidos por el Gótico con los bolsillos vacíos, y cuando les preguntamos qué hay de lo nuestro, nos dicen que los uniformados han llegado primero y han agotado el producto de buena mañana.


Libertad Digital, 12 de diciembre de 2017

viernes, 8 de diciembre de 2017

Contra la navidad

Cuánto añoro las Navidades sin afeites ni plusvalías, aquellas en que sólo se celebraba eso, la Navidad, y que habrían de pasar a la historia por frugalidades como los tortazos de Lussón a Codeso, las empanadillas de Encarna o que una niña de San Ildefonso fuera negrita. Aquellas Navidades, en fin, cuya luz se descomponía en expectación, contento y melancolía, y que apenas precisaban de alegorías mundanas, como no precisa el fútbol del rugido de la vida. Un Belén entrañaba la posibilidad de que los niños rehiciéramos el mundo con arreglo a un orden que intuíamos trascendente, y Dios atendía la disposición de los patitos en el río con el mismo celo con que hubo de velar la construcción de las catedrales góticas, siendo así que el poblado entero parecía hallarse bajo una tutela cenital, un ojo de halcón hogareño que nos impelía, al pasar frente a la librería, a mover unos milímetros una oveja rezagada, evitando así su descarrío, o a enderezar la fila por la que discurrían los Reyes Magos, en un vívido remedo de la Cabalgata que en la noche del 5 recorrería la ciudad. O a abrigar al Niño, no fuera a coger frío. Nunca tuve la impresión de estar ante una maqueta. Y sí la tengo hoy, en cambio, al ver los belenes institucionales, esas soft parades inclusivas, transgresoras, sostenibles y aun antifascistas, inequívocamente comprometidas con la política de déficit cero y quién sabe si portadoras, a modo de pasatiempo infantil, de un mensaje cifrado de solidaridad con los presos.

Unas Navidades que son, definitivamente, más, mucho más que unas Navidades. O lo que es lo mismo: menos.


The Objective, 8 de diciembre de 2017

miércoles, 6 de diciembre de 2017

Córcega capital Girona

En octubre de este año, el semanario satírico Charlie Hebdo calificó en portada a los independentistas catalanes de idiotas en grado superlativo. "Más idiotas que los corsos", decía exactamente el titular. En el dibujo central, tres encapuchados con un estandarte del Frente de Liberación Nacional de Córcega (en una escenografía que recordaba la que ETA disponía en sus vídeo-comunicados) discrepaban airadamente de la supuesta superioridad catalana: "¡Exigimos un debate!". No les faltaba razón.

Este domingo, la coalición nacionalista Pè a Corsica (Por Córcega), que reivindica un estatuto de autonomía, la cooficialidad de la lengua corsa (un dialecto italiano) y la amnistía de los llamados presos políticos, obtuvo el 45% de los votos en la primera vuelta de las elecciones regionales. El más que previsible triunfo de Pè a Corsica en la segunda vuelta proyecta sobre Francia, paradigma del Estado centralista, la amenaza del secesionismo.

Entre los rasgos identitarios sobre los que se fundamenta el nacionalismo corso figuran, además de la insularidad y el idioma (que ha legado al mundo la palabra vendetta), la criminalidad. A la violencia que ejercen de antiguo los clanes mafiosos, y que hunde sus raíces en el bandolerismo dieciochesco, se añadió a mediados de los setenta del siglo pasado la del FLNC y su ristra de facciones, adherencias y disidencias, a menudo enfrentadas entre ellas. De resultas, Córcega quedó atrapada en una tupida red delincuencial en que los intereses de los hampones tendieron a confundirse con los de los terroristas, a quienes, no en vano, se solía designar en los medios afines como "bandoleros", en lo que bien podría ser una flexión mediterránea de la voz gudari. El devaneo autorreferencial también cursa a la manera vasca: los corsos mataban para que se reconociera su particularidad, que consistía sustancialmente en que mataban. Hoy, con el FLNC en la reserva, los herederos de la mítica French Connection se cobran no menos de 20 vidas anuales.

El otro gran hecho diferencial respecto al Hexágono es la pobreza. Con poco más del 0,4% del PIB francés, una tasa de desempleo superior al 10,5% (más de un punto por encima de la media del país) y el 25% de la población sumido en la pobreza, sólo el bombeo de subsidios estatales, que adoptan la forma de exenciones insulares, subvenciones varias y nóminas de funcionarios (uno de cada cuatro corsos se halla empleado en la Administración) evita el colapso de la economía corsa. Por su parte, la UE acordó en 2014 insuflar a la región 245 millones de euros en seis años.

Así, la principal y cuasi única fuente de ingresos al margen de las dádivas de París y Bruselas es el turismo, un sector infradesarrollado en razón del reglamentarismo paleoecologista, la atávica extorsión de la cosa corsa y el goteo de sabotajes de los nacionalistas, que ven en este modelo de desarrollo un disolvente de la identidad. De hecho, entre las reivindicaciones de Pè a Corsica se cuenta también la instauración de una ley de residentes que obligue a vivir en la isla para ser propietario.

Ningún político francés ha sido tan claro respecto a la cuestión corsa como el exsocialista Jean-Pièrre Chevènement, quien dimitió en 2000 del cargo de ministro del Interior con Lionel Jospin por su frontal desacuerdo con la política de cesiones a la región. "Si se acepta la creación de una Asamblea legislativa corsa, ¿por qué no una vasca o bretona?", alegó entonces, no sin denunciar "el problema que representan para las democracias las minorías violentas". Doce años después, y a propósito del asesinato del abogado independentista Antoine Sollacaro, en una cadena de atentados y ajustes de cuentas que tuvo en vilo a la República, Chevènement cargó de nuevo contra la trama mafioterrorista corsa y la condescendencia de las autoridades estatales: "París ejerce con Córcega una tolerancia dañina, y se produce un uso bastardo de los medios de comunicación que trata de favorecer al independentismo como fuente de progreso y futuro para la isla. La juventud corsa ha sido abandonada a un adoctrinamiento que se realiza por todos los canales de comunicación, France 3, France Bleu Frequenza Mora, rectorado, universidad... Abandonados a la propaganda". El diagnóstico, salta a la vista, se acomoda a Cataluña con tanta naturalidad que aun desmiente la singularidad de que se ufanan unos y otros, sumidos, al cabo, en el mismo extravío moral, de tan parecidas hechuras que se diría de fábrica. Ambos son, por lo demás, asuntos internos; a fuer, claro, de europeos.

(Coda: "El vandalismo me indigna. Cuando me enteré de que los incendios habían sido provocados y escuché a una abogada independentista asegurar con un orgullo malsano que Córcega sería una roca desértica pero libre, mi primer impulso fue abandonar una región en la que los nativos eran tan estúpidos como para quemar su casa. Pero Jacques me aseguró que era algo más complicado que eso, que en todos lados había problemas y que no había que bajar los brazos ante la primera dificultad que surgiera". La desesperación de los simios y otras bagatelas. Memorias. Françoise Hardy).


Libertad Digital, 6 de diciembre de 2017

martes, 28 de noviembre de 2017

Convergència rediviva




Cuando ya parecía que la vieja Convergència iba camino del desván de la historia, el candidato Miquel Iceta pretende hacerla revivir en la piel del PSC. Al menos, en su versión menos maligna, la del partido patchwork sin apenas estridencias ni aristas ideológicas, pretendidamente vertebrador de la política catalana y que se muestra tan remiso al incendio como presto a su conato. En suma, lo que Jordi Pujol llamó, en una de sus metáforas más invocadas, el "pal de paller de Catalunya", esto es, el aglutinante hegemónico que condicionó la praxis del resto de los partidos, perpetuando un simulacro de unanimidad que facilitó, y aun favoreció, el señalamiento del discrepante.

En su asalto al poder, Pasqual Maragall no fue del todo ajeno a esa formulación. A su vuelta de Roma, e imbuido de la corriente teórica que propugnaba la sustitución de los partidos clásicos por plataformas electorales de corte estadounidense, promovió Ciutadans pel Canvi, una asociación llamada a ser el embrión de la vasta red de complicidades que había de barrer al pujolismo. En cualquier caso, la convicción de Maragall de que la política debía ser un ejercicio que involucrara al común de los ciudadanos fue inseparable de su certeza de que el PSC, sólo el PSC, jamás sería suficiente para derrotar a los herederos del clan Pujol. Para ello hacía falta, además, una trama de intereses que fuera más allá de las cuitas y miserias del aparato. Irónicamente, acabó siendo el aparato el que redimió a Maragall de su incapacidad para articular ese gran movimiento opositor. Y entre los redentores destacó Miquel Iceta, artífice del primer Tripartito. Poco después de que diera comienzo el segundo, Artur Mas formalizó la llamada Casa Gran del Catalanisme, en lo que suponía la ampliación del campo de batalla por parte de CDC.

Con el nacionalismo fetén en desbandada, la Convergència de Iceta ha absorbido a Unió y ha reverdecido la retórica de la Convergència nuclear, empezando, por cierto, por el rechazo del independentismo, que fue señero en tiempos de Pujol y el primer Mas, y siguiendo por el desprecio a Ciudadanos y el ninguneo al PP, rasgo inequívoco de todo catalanista que se precie. Iceta, eso sí, no es un sectario sobrevenido: le avala su intervención en el Comité Federal del PSOE de marzo de 2016, aquella en la que dijo que "Ciudadanos, en Cataluña, se entiende como un partido antinacionalista y anticatalanista". Una apreciación que conviene seguir recordando, máxime por su carácter fundacional. Fue la primera vez en que Cataluña se expresó a través de Iceta.


Libertad Digital, 28 de noviembre de 2017
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sábado, 25 de noviembre de 2017

Plaza blanda

Hace años, la plaza de San Jaime, en Barcelona, solía ser un espacio presidido por la sobriedad. Quitando los días en que el Barça lograba un título (ah, aquellas ínfimas recopas) o una manifestación desembocaba en ella, se trataba de un rectángulo por donde circulaba el aire y, sobre todo, los viandantes, que aún hoy se apresuran al cruzarla, como escapando de la tensión arquitectónica, cuasi gravitatoria, entre el Ayuntamiento y la Generalitat, cuyo encaramiento es el único suceso del lugar. O era. En los últimos tiempos, los gobiernos nacionalista y populista tienden a proyectar su ideología más allá de los muros de palacio, al punto de convertir San Jaime en una suerte de “mercat viu” de la reivindicación. El título de pionero en semejante afrenta corresponde a Xavier Trias, mas no por adición sino por sustracción: en 2013 ordenó retirar de la fachada del Ayuntamiento la placa en bajorrelieve que rezaba ‘Plaza de la Constitución’, colocada en 1840 en alusión a la Constitución de 1837, piedra angular del régimen constitucional español. No obstante, quien de veras asentó esta práctica hasta hacer de ella una obra de gobierno fue Ada Colau, cuya pancartería balconera no es menos adoctrinadora que TV3.

Como quiera que, con el encarcelamiento de los Jordis y los consejeros, el fenómeno se ha agudizado, esta tarde me llegado a San Jaime para hacer un recuento (provisional) de daños. Desde lo alto del edificio de Fernando/San Miguel cuelga un gran ¿tifo? azul con la cara de los Jordis y el lema ‘Help Europe Save Catalonia’. En el balcón contiguo hay una pancarta grana que reza ‘Donec Perficiam’ (‘hasta conseguirlo’), el lema de la guardia de corps de Carlos de Austria durante la guerra de Sucesión. Un balcón más allá, dos trapillos, uno azul y otro naranja, reclaman ‘Democràcia!’. Al otro lado de la esquina de Fernando, de los balcones de los pisos último y penúltimo, penden dos estrelladas. En el balcón central del Ayuntamiento, una sábana de 3:4 con un lazo amarillo en la parte izquierda exige la libertad de los ‘presos polítics’. Enfrente, en el edificio anexo a la Generalitat, el de la calle del Bisbe, hay una pancarta azul de unos 5 metros de ‘Help Europe Save Catalonia’ y otra algo más pequeña, de color naranja, con los Jordis (que se dan la espalda graciosamente, como si fueran un dúo doo wop). El hecho de que se trate de pancartas profesionales (salidas, probablemente, de la empresa Marc Martí, gran proveedor de la verbena procesista) me trae a la memoria las pancartas que Núñez distribuía estratégicamente por la primera gradería del Camp Nou para clamar contra los árbitros, y que pretendía hacer pasar por protestas espontáneas. Que todas fueran idénticas y de notable factura no ayudaba demasiado a tomarle en serio. En este sentido, el nacionalismo es más honesto: ni siquiera disimula.

En la plaza propiamente dicha, los operarios han empezado a instalar un pesebre que por su aspecto debe de ser, como poco, sostenible, inclusivo y antipatriarcal. San Jaime fue la única plaza dura de Barcelona con el carácter acorde. Hoy es el marco más idóneo para un chiquipark.


The Objective, 25 de noviembre de 2017

jueves, 23 de noviembre de 2017

El poder de la cuadrilla reside dónde

No hay imágenes que acrediten si la cuadrilla cometió un delito grave o, por el contrario, estamos ante la culminación (todo lo descomedida que se quiera) de una noche de juerga a la que se habrían entregado todas las partes. Las familias de los encausados denuncian "impotencia" e "indefensión" en un caso que, al decir de algunos de ellos, demuestra la "arbitrariedad de la Justicia". Los letrados que les asisten, por su parte, consideran que los hechos no se corresponden en modo alguno con el delito que se imputa a sus defendidos, chavales de 19 a 24 años para los que el fiscal solicita, en total, más de 300 años de prisión.

En las calles del pueblo que les vio nacer, desproporción es la palabra que está en boca de la mayoría de los lugareños, que alegan, unánimemente, que situaciones similares se han saldado con meras multas e indemnizaciones. "Estos chavales", sostiene un familiar, "están siendo castigados sin medida por pertenecer a una cierta realidad social". Por de pronto, 83 alcaldes de la región han suscrito un manifiesto en el que reclaman "proporcionalidad". Al principal protagonista de la agresión podrían caerle 62 años de cárcel, y al resto de los encausados, más de 50. A este respecto, una de las abogadas considera una anomalía que se decretara prisión provisional para sus defendidos "sin que hubiera ningún riesgo de fuga, como demuestra que se hubieran puesto a disposición del juzgado para prestar declaración".

Desde que en julio se conocieron las penas a las que se enfrentan los acusados, las movilizaciones populares a su favor no han cesado. De hecho, al poco de que se produjeran las detenciones, se constituyeron varias plataformas ciudadanas en defensa de la cuadrilla. Ante las multas de que han sido objeto dichas asociaciones, la presidenta de la comunidad ha recordado que "no piden impunidad, sino proporcionalidad", y que ella, en cualquier caso, también asume la petición.


Este domingo, a partir de las 13 horas, familiares, amigos y vecinos de los encarcelados se manifestarán nuevamente por las calles de Alsasua para exigir su libertad.


Libertad Digital, 23 de noviembre de 2017

viernes, 17 de noviembre de 2017

Veinte años de 'Contra Catalunya'

1. Se lo oí por primera vez aplicado a Mario Vargas Llosa en un acto de Libres e Iguales. "Nuestro Mario Vargas Llosa", dijo, y así que el posesivo dejó de serlo por entero, evocando, antes que propiedad o adulación, un afable parentesco moral. Andando el tiempo, no hubo un periódico que se resistiera a encabezar el tuit de cualquier noticia que firmaran sus redactores con ese mismo nuestro, confiriendo así a la firma una familiaridad (y una garantía de calidad) de la que de otro modo habría carecido. Hablamos de un hombre, en fin, que no hace un mes dijo "No, lo que ha ocurrido en Cataluña no ha sido un golpe, sino una revolución", y puso en fila india a todo el periodismo, que seguía creyendo que los golpes son malos y las revoluciones buenas. Como de costumbre, más de un columnista incrustó en su folio esa reflexión, y por seguir honrando a aquélla, sin atribuirle el copyright. El reconocimiento de la autoría ajena es la única marca estilística que nunca le han copiado.

2. En 1997, Arcadi Espada publicó su más celebrada blasfemia contra la ufanía imperante en Cataluña. En un redoble de causticidad la llamó Contra Catalunya, la execración con que el nacionalismo solía desacreditar al discrepante, y cuyas siglas coincidían con las de Crist i Catalunya, semillero del pujolismo. La consigna, voceada por Jordi Pujol desde el balcón del Palau de la Generalitat a propósito del caso Banca Catalana, había sumido a la política y el periodismo locales en una suerte de atonía por la que las críticas devinieron en objeciones, las objeciones en sugerencias y las sugerencias en ruegos y preguntas. La intimidación surtió tal efecto que aquella trama de genuflexiones y sobrentendidos, de murmuraciones y rialletes, terminó por llamarse Oasis. En esa charca impactó Contra Catalunya, un informe levantisco que, además de sancionar el fracaso del pujolismo en todos los órdenes imaginables (de la arquitectura a la museística, del paisaje a la cocina, de la ética a las artes), denunciaba la necesaria cooperación en el estropicio de al menos dos generaciones de intelectuales que, macerados en el suc (el jugo, vocablo con el que Espada designa el líquido amniótico de la corrección política catalana, y cuya sustancia principal fue la supuración residual del PSUC), habían convenido con Pujol en que Cataluña era poco menos que un reducto plusvalítico. Algo más. El catalán era algo más que una lengua; el Barça, más que un club, y Marta Ferrusola (hasta ese moño llegó la riada), más que una mujer. Análogamente, y en una sobreactuación, los museos no podían ser sino museos nacionales, y de los organismos públicos debía pender un pleonásmico Catalán. Espada desveló el trampantojo y cartografió una Cataluña inédita, cuyos rasgos principales eran el clientelismo, la fealdad y la incuria; un páramo, en suma, donde el único suceso relevante era el fragor urbanístico de la Gran Barcelona. El resto, monte y culebras. O, como él mismo dejó escrito en un reportaje del Brusi, "sol i mosques".

3. Conforme a lo que luego llamó making-of, Espada hablaba sin ambages del proceso mismo de escritura (tantas veces supeditado al calor o al apetito), se refería al imperativo periodístico de ir cosiendo los lugares a las personas; o, en un alarde de narrativa cuántica, sobrevolaba Europa para ir de Montjuic a la barra de un bar de Bruselas, donde un tal Barral, director del MNAC, recogía tickets de entre el serrín para pasarlos como gastos. Y sí, además acuñaba conceptos con una naturalidad asombrosa: achique, Nosaltres SA, suc… útiles semánticos con que descifrar la realidad, tantas veces esquiva a la Academia. Y todo ello sin falsillas ni andamios, como si el texto fuera un fluido eléctrico, una inteligencia a cielo abierto.

4. Decenas de nacionalistas han leído el libro y lo tienen en alta estima. No sólo porque se rindan a la inobjetable brillantez de sus planteamientos; me da que, además, lo consideran un libro patriótico, algo así como un brillante diagnóstico sobre el que erigir la nación del futuro. Debo desengañarles. El regeneracionismo que, bien es verdad, rezuma el comienzo de la obra se diluye a medida que en el viajero va prendiendo la sospecha de que tal vez Catalunya tenga arreglo: es él quien no lo tiene.

5. El libro concitó el desprecio general de sus colegas, pues también ellos (o sobre todo ellos) encarnaban esa fatua Catalunya que decía "quelcom" por no decir "algu". ¡Valiente!, le dijeron los menos. Fue la más sutil de las descortesías. La valentía, después de todo, es una mercancía a l'engròs. Para cuadrar este párrafo, en cambio, hacen falta otra clase de alianzas.

Perdieron. Aquella noche perdieron. Yo pude irme a casa de madrugada sabiendo que el aterrorizado Pernau descansaba en la paz de la victoria. Pude dar un rodeo de madrugada, como me gustaba darlo en mi precaria moto de entonces, un rodeo por la ciudad siguiendo la sentencia de aquellas noches en que estaba uno muy cansado y muy contento y la moto en marcha y el viento me decían al oído, no temas, eres inmortal.
6. En estos años, Espada le ha sacado lustre al estigma con cada uno de sus trabajos. Catalunya, por su parte, sigue hueca, sin más conversación que su pleito crepuscular con España.


Libertad Digital, 17 de noviembre de 2017

jueves, 16 de noviembre de 2017

En prácticas

Colau rectifica y ordena reforzar la Urbana contra el top manta.
Colau rectifica y no retirará la escultura regalada por Samaranch (Pisarello se reúne con el autor y anuncia que solo se borrará la mención al expresidente del COI).
Ada Colau se desdice y permitirá el hotel de lujo de la torre Agbar.
Colau rectifica y descarta comprar el banco okupado por su precio: 500.000 euros.
Colau da marcha atrás y no suprimirá la banda de música de la Guardia Urbana.
Colau rectifica y retoma el debate sobre el estado de la ciudad en el pleno municipal.
Colau rectifica y dará licencias a hoteles por temor a indemnizaciones millonarias.
Colau recula y no fichará a un imputado para gestionar el agua de Barcelona.
Colau da marcha atrás en la intervención arquitectónica de la Sagrada Familia.
Colau frena la entrada en vigor del archivo con datos personales de la Urbana.
El Ayuntamiento de Barcelona retira el envío de libros a Trump de la campaña encargada a Risto Mejide.
Colau rectifica y endurece su política contra los manteros.
Los obstáculos puestos por Colau acaban con el hotel de la Torre Agbar.
Colau rectifica y llama "compañero valiente" a Pablo Iglesias tras criticarle en un libro.
BComú se arrepiente del salario ético que se impuso y tanto la alcaldesa como los diez concejales y las bases de piden modificarlo. ("Las limitaciones salariales tienen sentido si se está en la oposición, donde el nivel de trabajo, responsabilidad, estrés y exposición pública es muy diferente", señalan fuentes de la formación).
El Ayuntamiento de Barcelona retira una instalación artística del ICUB en el Fossar de les Moreres tras cinco horas de acoso en Twitter por parte del independentismo.
​Colau rectifica y ya piensa en prestar atención domiciliaria sin prescindir de la empresa privada.
Colau corrige el nombramiento de altos cargos afines a BComú.
El Ayuntamiento de Barcelona rectifica tras invitar a músicos a tocar en hoteles a cambio de una cena.
Colau da marcha atrás y el bus cruzará la supermanzana del Poblenou.
Colau rectifica y deniega el espacio para el acto pro Stalin.
Colau paraliza la cesión de locales del Ayuntamiento para el referéndum a la espera de garantías.
Colau rectifica y se abre a reforzar la seguridad con bolardos.
Colau rectifica y adelanta las luces de Navidad al 27 de noviembre "atendiendo a las demandas de los comerciantes".

Libertad Digital, 16 de noviembre de 2017

jueves, 9 de noviembre de 2017

Christmas belongs to me

Si el nacionalismo sigue adelante con su idea de suspender o boicotear el alumbrado navideño, la  efeméride se verá inexorablemente contaminada por la retahíla de mentiras sobre la que se ha levantado el procés, al modo en que un vertido tóxico contamina el agua de toda una comarca o un gramo de ficción arruina un alijo de verdad. La Navidad es una celebración eminentemente infantil, que infunde, con arreglo a una liturgia narrativa, un soplo de fantasía en los niños en la misma medida en que inocula la nostalgia en los adultos. En ese fascinante relato que, año tras año, alfombra la vida, la sedición planea incrustar su agravio, convirtiendo la estrella de Oriente en estelada o acaso caracterizando a España como Estado Grinch: ens roben, també, el Nadal. Al cabo, si el 26 de agosto pisotearon la memoria de las víctimas del terrorismo, por qué iban a tener reparos en reventar la Navidad. Yo tampoco los tendría si viviera en un país donde hubiera presos de conciencia, el fascismo campara por las calles apaleando ancianas y la policía violara los derechos humanos de forma sistemática. A estas alturas, TV3 debe de estar ideando un programa para la ocasión, acaso titulado ‘Un Nadal diferent’, en que un albà o una moliner o un mainat desfiguren el mito siguiendo un tutorial de, pongamos, la ANC.

Sabed, criaturas, que unos señores de Madrid han encarcelado a nuestros gobernantes por haber animado al pueblo a votar. ¡Nada menos que a votar, a manifestar una opinión introduciendo una papeleta en una urna! Jordi, Oriol, Josep, Carles… tendrán que pasar la Navidad lejos de Cataluña y su familia, en cárceles donde el resto de los presos y los guardias se ríen de ellos y les insultan cuando hablan catalán. Así que se nos ha ocurrido que, puesto que ellos no disfrutarán de las fiestas, nosotros, los catalanes que sí podemos celebrarlas, las celebremos de un modo distinto, y así hacerles saber que por muy lejos que estén, por muy tristes que se sientan, nosotros estamos a su lado. Por ello, este año no habrá alumbrado navideño. Os preguntaréis: ¿Y si, al estar a oscuras, Papa Noel y los Reyes Magos pasan de largo? No os preocupéis. Hemos hablado con ellos y han comprendido que nuestra Navidad sea diferente. Es más: nos han prometido (¡esto es un secreto, eh!) que también les dejarán regalos a Jordi, Oriol, Josep, Carles…








The Objective, 9 de noviembre de 2017

martes, 7 de noviembre de 2017

Terceristas por la cuarta vía

Aunque no me tengo por independentista, y así lo he hecho constar en varios foros y no pocas tribunas de prensa, estoy en profundo desacuerdo con el encarcelamiento de los consejeros catalanes". Tal formulismo es el último trino en equidistancia, geometrismo moral donde el centro es en verdad un tabulador que sólo opera respecto a España y su campo semántico (Estado, Gobierno, Constitución, PP, Ciudadanos, PSOE, SCC…), de modo que por flagrante que sea la deriva de los sediciosos, entre éstos y el statu quo siempre cabe una enésima cuña adversativa.

El Govern de Puigdemont, con la inestimable ayuda de la Mesa del Parlamento, de la llamada "sociedad civil" (los Jordis y su trama de subvenciones) y, cómo no, de una turba irredenta que confundió la realidad con un auca, trazó un plan para asaltar la Democracia y lo fue ejecutando en cómodos plazos, haciendo caso omiso de los requerimientos y advertencias que la burocracia estatal iba segregando con abulia larriana. A semejanza de esas novelas infantiles en que al lector se le ofrecen dos itinerarios al término de cada capítulo, a Puigdemont, tras cada una de sus acometidas en pos de la desconexión, se le presentaban dos opciones: recular o seguir ciego su camino, restaurar la legalidad o arriesgarse a topar con el Estado. Puigdemont, no obstante, no leía "topar" ni "Estado" ni siquiera "riesgo"; era ya un remedo indocto del Qujote y ahí donde regía la advertencia él sólo vislumbraba Ítaca. A ello contribuyó, obviamente, la certidumbre (no estrictamente supersticiosa) de que Rajoy se arredraría. No cabía descartarlo, en efecto, pero la apuesta se fundaba esta vez sobre un gran malentendido: desde el discurso del Rey y las grandes movilizaciones a favor de la Constitución, la cuestión catalana no estaba enteramente en manos de Rajoy.

Y frente a tal escalada de tropelías, insisto, nuestros terceristas siguen aferrándose al advenimiento de un sincretismo que huya de los extremos, situando en plano de igualdad la ley y el crimen, la política y el mito, la verdad y la mentira. Con todo, la inmoralidad que de veras los retrata guarda relación, paradójicamente, con la injusticia distributiva. Mientras que vuelcan sobre España el más agónico de los desprecios (autoritaria, franquista, casposa), juzgan la Antiespaña con una prudencia exquisita. Y eso en el mejor de los casos. Évole, epítome, una vez más, de semejante extravío, decía esta semana: "¿Quién es más antisistema: el PP o la CUP, que no se ha llevado un céntimo de ningún Ayuntamiento?". Prefigurando así la cuarta y definitiva vía: aquella, en fin, en que acabemos conceptuando a ETA por su probadísima eficacia para cuadrar los balances.


Libertad Digital, 7 de noviembre de 2017
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martes, 31 de octubre de 2017

Grotesco

Por las trazas de la escenografía, el compareciente bien podía ser un entrenador destituido, el secretario de un certamen amañado o un ignoto aspirante a Premio Nobel de la Paz. Sin estrado ni atril que solemnizaran el acto, con su guardia pretoriana arropándole a lo largo de una mesa de reminiscencias bíblicas, insuficiente, en todo caso, para contener la pira de micrófonos que habían de registrar sus palabras (y entre los que destacaban, por cierto, los de la prensa internacional: Euskal Irratia, Euskal Telebista, Catalunya Ràdio, TV3, RAC1…), Carles Puigdemont i Casamajó tomó la palabra. Se sabía que había recurrido a un abogado especialista en extradición y asilo político de etarras, por lo que parecía probable que cursara una petición en ese sentido. Probable y verosímil. "No, no voy a pedir asilo", declamó, lo que, en castellano recto vendría a ser "Lo he intentado, sí, pero me lo han desaconsejado porque me expongo a uno de esos ridículos de donde ya no regresa uno". De su verdadero propósito, no obstante, da fe la web que él mismo y su informático de cabecera (¿Tremosa, quizá?) acababan de publicar, y cuya dirección, http://president.exili.eu/, da poco margen a la interpretación. También su melancólico paseo por Gerona y el mensaje que dejó grabado en televisión (y que tal vez convendría escuchar al revés por si viniera encriptado un "Me piro a Bélgica" o, dado Puigdemont, el "Passi-ho bé i moltes gràcies" de La Trinca) prefiguraban, en cierto modo, la escapada. Una falacia retrospectiva, lo admito, pero no creo que esta tropa merezca un ápice de seriedad, por lo que clamar que, no contentos con trivializar sintagmas como pueblo oprimido o lengua perseguida, hagan lo propio con exiliado o expatriado, que tan reales fueron durante ese franquismo al que, ay, tanto gustan de jugar nuestros nacionales, se me antoja un ritual de ennoblecimiento para el que no han contraído mérito alguno.


Libertad Digital, 31 de octubre de 2017

lunes, 30 de octubre de 2017

Las calles nunca serán de nadie


Al salir de mi casa, en el barrio de San Antonio, me cruzo con dos vecinos que llevan la elástica de la Roja. En el metro, tres señoras a cuál más bulllanguera, con la capa reglamentaria de España (a diferencia de la independentista, no permite a su portador alzar el vuelo) tratan de organizar una cita “por Paseo de Gracia” que presumo imposible. Los vagones rezuman españolidad, esa rara aleación de camaradería, jovialidad y, por qué no decirlo, mala leche.

La manifestación del 26 de agosto, tras el atentado yihadista en Las Ramblas, rompió todos los diques del decoro, que ya entonces tenían algo de precario. Ese día, miles de independentistas convirtieron el Paseo de Gracia en un avispero que, a rebufo de las consignas de los dirigentes de la ANC (a quienes Colau, en su enésimo alarde de irresponsabilidad, había cedido el mando), ora se lanzaba contra el Rey, ora contra los políticos del PP y Ciudadanos. Las sonrisas, si alguna vez las hubo, se habían trocado en un rechinar de dientes postizos, pues fueron las ancianas, esas mismas que Fernando Aramburu presenta en Patria como una suerte de vanguardia de la cizaña, quienes más se significaron en la silbatina, la trifulca, el escarnio. Fue, insisto, una de las más despreciables demostraciones de fuerza de que se ha tenido constancia en Cataluña, una comunidad que en los últimos años ha hecho de los ataques a la convivencia una extraña forma de vida. En cierto modo, el discurso con que el Rey galvanizó el despertar de España empezó a gestarse en  aquella barraca de feria en que las víctimas del terrorismo habían sido relegadas en favor de un punching ball muy parecido al que estila la corte de tarados que el día 11 de septiembre se reúne frente a la estatua de Rafael Casanova. En el centro, las autoridades españolas (o de obediencia española); a los lados, un cogollo de desocupados que, encaramados a las vallas, se dan a brear al forastero, al traidor, al botifler, y que lo mismo podían estar allí que lanzando tomates en un juzgado a presuntos corruptos (siempre, claro está, que sean corruptos españoles).

Mas hoy, miles y miles de catalanes se han vuelto a rasgar la garganta por la modernidad, el progreso y esa palabra que tanto molesta, ay, a los nacionalistas: el cosmopolitismo. Una de las discusiones que ha prendido entre los manifestantes fue si éramos más que el 8 de octubre. No lo tengo por seguro, pero el Paseo de Gracia es bastante más ancho que la Vía Laietana y hubo momentos en que no se podía discurrir por él, pues la densidad en algunos tramos se cifraba en los canónicos 1:1 (un individuo, un metro cuadrado) de las grandes concentraciones del Guiness.

Desde donde me encontraba, en Paseo de Gracia – Diputación, no se oían los discursos de Freixas, Borrell y quien quiera que haya tomado la palabra. Entre mi séquito ha circulado la consigna de que cuando hablara Borrell, todos prorrumpiéramos en un ‘Puigdemont a prisión’. Vergel de cachondos, había incluso quien aventuraba que, el año que viene (¡el año que viene!) uno de los oradores sería Ferran Mascarell, cuyo caso de camaleonismo habrá de estudiarse en las universidades.

Me iba fijando en las caras de los manifestantes y no reconocía ninguna, tanto tiempo hemos callado. A Arcadi le paraban cada medio metro para reclamarle un selfie, no sin antes darle las gracias por lo que hace, está haciendo por España y los españoles. Hasta que una señora se le ha acercado y, aliviándose el refajo, le ha dicho: “Espada, yo es que le veo en Ana Rosa y me corro viva”. Y así de viva estaba ayer España en la mañana barcelonesa.


El Mundo, 30 de octubre de 2017

jueves, 26 de octubre de 2017

Pisito franco

La cinematografía sobre ETA, excepción hecha de la imponente obra de Iñaki Arteta, es la historia de un fracaso. En el apartado de ficción, apenas merecen tenerse en consideración El pico y La muerte de Mikel. El resto han sido aproximaciones propagandísticas de valor catártico (Operación Ogro, La fuga de Segovia, El proceso de Burgos); rarezas del calibre de Comando Txikia, un infame docudrama a mayor gloria del almirante Carrero (puro cine de barrio de los años setenta); y soliloquios funestos  acerca de las contradicciones que atormentan a los terroristas, categoría en la que se engloban Yoyes o Sombras en una batalla. Se trata, en suma, de películas cuyo denominador común no sólo se cifra en su mediocridad, sino también en su mezquindad, pues ninguna de ellas exhibe el punto de vista de las víctimas salvo que éstas sean etarras. En la vertiente documental, y dejando de lado, insisto, el cine de Arteta, las noticias no han sido mucho mejores, y ahí están, para acreditarlo, La pelota vasca, simulacro de conversación en la que una de las partes no comparece, y El fin de ETA, de la que ya hablé en estas mismas páginas, y en la que Otegi y Egiguren aparecen retratados como dos idealistas de pelo en pecho que, contrariando a los extremistas de uno y otro lado, tratan de sellar la paz, y que tiene su correlato ficcional en El negociador, fallido intento de fijar, en clave de humor y apelando a algún que otro efluvio enternecedor, del tipo ‘vayámonos de potes, Josu Ternera’, el relato de una negociación que nunca fue tal.

Hechas las cuentas, no faltaban antecedentes para que me acercara a Fe de etarras con traje de artificiero, temiendo la inexorable, inminente broma que  había de arruinar el film, máxime teniendo en cuenta que el director, Borja Cobeaga, lo fue también de El negociador, amén de guionista de la sandia Ocho apellidos vascos. No obstante, y a medida que la historia se iba devanando, fui aflojándome la coraza y relajando el ceño. Hasta que a raíz de una ocurrencia del personaje de Julián López a propósito de ETA y el Athletic, me sonreí. Duró apenas una centésima y antes que una sonrisa-sonrisa, ya digo, fue más bien un ademán frustrado, una tentativa arrogante, como la de un Anton Ego del arte y ensayo que concediera el visto bueno a una escena, hum, graciosa. Pero lo cierto es que me había sonreído y, lo que aún es peor, ya no dejé de hacerlo. Tanto es así que a mitad de película me asaltó un remordimiento parecido al de Kevin Kline en In & Out. Como recordarán, Kline interpretaba a un profesor de instituto que, en el cénit de su tormento, trata de convencerse de su heterosexualidad con una casete de autoyuda que incluye como prueba definitiva de la condición de machirulo la resistencia a bailar el ‘I will survive’. ¿Entonces, soy maricón?, se preguntaba Kline tras haberse librado al contoneo. ¿Soy acaso un frívolo, un tibio… un mal español?, me preguntaba yo cada vez que López, etarra de Albacete, abría la boca, o cada vez que el comando se sentaba a ver (¡y a comentar!) los partidos de España (la película transcurre durante el Mundial 2010).

Mas no hay cuidado. Fe de etarras no es una salva de chistes en beneficio de la innoble equidistancia, sino un demoledor alegato contra el terrorismo (al modo en que El verdugo, toute proportion, lo fue contra la pena de muerte), una mordaz impugnación del nacionalismo (disculpen el ataque de crítico) y una burla audaz, por inhabitual, del narcisismo de la diferencia.

El único fallo, y no es un fallo menor, afecta a los títulos de crédito. Al término de Fe de etarras, en efecto, debiera haber un texto que informara al espectador de que los etarras que han inspirado la película con la que tanto nos hemos reído, asesinaron a 829 personas. Y propiciar, así, que la sonrisa, siquiera por un instante, sea sonrisa helada.


 The Objective, 26 de octubre de 2017

martes, 24 de octubre de 2017

Mambo nº 155

Destituir a la cúpula de los Mossos y sojuzgar a quienes se resistan a la autoridad designada por el Gobierno. Desmantelar el Departamento de Relaciones Exteriores, reasignando las funciones del mismo que se consideren de interés general a Presidencia. Cerrar las llamadas Delegaciones del Gobierno y todas aquellas oficinas emplazadas en el extranjero que no hayan tenido más finalidad que orquestar el simulacro de una red diplomática paraestatal, autorizando únicamente la Delegación de la Generalitat en Madrid (que en el actual organigrama institucional, por cierto, figura en plano de igualdad con el resto de delegaciones de "fuera de Catalunya", eufemismo de baratillo de "el extranjero"). Suprimir de la web de la Generalitat la pestaña Transición nacional (la aplicación del 155 –también– será semántica o no será). Derogar las subvenciones a entidades cuyas actividades primordiales sean la incitación al odio y la agitación callejera, y muy particularmente las que se destinan a la Asamblea Nacional de Cataluña y a Òmnium Cultural, en lo que ha de ser la primera y más importante medida para desbaratar la trama civil con cargo al erario que socava la democracia española. No se trata de prohibir la existencia de dichas entidades, sino de que la robusta, pujante y dinámica sociedad civil catalana empiece a costearse sus vicios. Comprobar, asimismo, si las ayudas a otras fundaciones, organismos y asociaciones han servido para sufragar los gastos del procés: las hay de variado pelaje, desde la Asamblea de Municipios Independentistas hasta la Plataforma Pro Seleccions Esportives Catalanes, pasando por la Plataforma per la Llengua, Procés Constituent, Súmate o el Cercle Català de Negocis. Se trata, en fin, de someter Cataluña a una auditoría general y depurar las responsabilidades que se deriven de la operación. En lo que concierne a los medios de comunicación públicos (TV3, Catalunya Ràdio, etc.), y ante el flagrante sectarismo de que han dado muestra sus profesionales, atizando en todos los programas de la corporación, incluidos los espacios infantiles, la aversión a España y a los españoles, urge que un órgano colegiado de gobierno restaure la objetividad, el pluralismo y un cierto sentido de la vergüenza. Designar una comisión de profesionales (pleonásmicamente ajenos al medio) para que reescriban el libro de estilo de las emisoras, que, recuérdese, además de proscribir el uso del español y priorizar como objetivo la afirmación de la "identidad nacional" de Cataluña, prescribe que "los términos país, nación, nacional, gobierno y Parlamento, entre otros, hacen referencia a Cataluña si no se indica otra cosa". Y aparte, claro está, de lo que el interventor lleve planificado, habrá que dotarse de un criterio para resolver los imprevistos, tales como el hallazgo en un cajón de órdenes de pago a sospechosos inhabituales, flecos del 3% u otras putrefacciones. El Estado va a tener que hacer horas extras. Las que exigen 40 años de absentismo.


Libertad Digital, 24 de octubre de 2017

viernes, 20 de octubre de 2017

Doctora en pucheritos

Institut Del Teatre, Eòlia, Siti Company, Stella Adler Studio of Acting NYC, Aules, Àrea Dansa, Luthier, Coco Comín, Memor… Tales son los centros de arte dramático donde Anna Maruny se doctoró en pucheritos. De hecho, y si hemos de hacer caso a su currículum, su desgarro sentimental a cuenta de la opresión que, ay, sufre Cataluña, ha sido su primer papel protagonista de cierto relumbrón, salvando sus lecturas veraniegas en la sala Beckett y su participación como secundaria en una película de zombis.

Como es sabido, el vídeo de marras recrea entre gimoteos el dolor de unas gentes sencillas, alegres y cívicas sometidas al hostigamiento policial (¡893 heridos!) del Estado español. ¡Y sólo por querer votar, habrase visto! Un detalle menos conocido es que el monólogo se grabó en el Paseo de Lluís Companys el día en que Puigdemont proclamó la independencia interruptus. Los manifestantes que allí se congregaron, recuérdese, fueron de la alegría al llanto en un santiamén, lo que tal vez inspirara el llamamiento de Anna a Europa, ese "Help" que, antes que de su boca, parecía emanar del Pueblo mismo. En cualquier caso, y dada Cataluña, no cabe descartar que fuera su trémula angustia de 4º de teatro la que inspiró al gentío.


Libertad Digital, 20 de octubre de 2017