martes, 23 de septiembre de 2014

Junqueras y la llave maestra

 

1."Haremos la consulta bajo el marco legal del Estado naciente." Exacto. La hipotética celebración de esa consulta supondría, por sí misma, la invalidación del Estado español en Cataluña o, si se quiere, el primer acto constituyente del nuevo Estado catalán. Consciente de su torperza a la hora de esconder la bolita, el presidente de ERC matiza: "La consulta es y tiene que ser previa a la independencia. Imagínate que gana el no [el tuteo parece deberse a que el entrevistador es Salvador Sostres]". Imagínate. Ese estrambote de guata, esa concesión estrictamente retórica a la victoria del Alcoyano revela el verdadero talante de los adalides del Llamado Proceso, para quienes la democracia no es otra cosa que la traducción de una impureza, la posibilidad (inverosímil) de que salga cruz.

2."Votar es un derecho fundamental e inalienable que prevalece por encima de cualquier ley, como el derecho a la vida, a la libertad y a buscar tu propia felicidad." Los nacionalistas suelen airear, sin rubor alguno, la convicción de que el derecho al voto o el derecho a la vida no emanan de la ley, sino de una instancia superior: el Pueblo, transmutado en cadena humana, hinchada futbolística o mosaico coreano. Dado que Junqueras únicamente se atiene al magma de los derechos colectivos, la mención de la felicidad es aterradora, pues esboza un tropel de zombis encantados de haberse conocido, un 11-S cotidiano. También la Constitución de Cádiz recogía la aspiración a la felicidad, si bien adosaba al concepto de nación el tranquilizador sintagma "de los individuos que la componen"; análogamente, por cierto, al preámbulo de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, que establecía que uno de los fines de dicha declaración era que "las reclamaciones de los ciudadanos, al ser dirigidas por principios sencillos e incontestables, puedan tender siempre a mantener la Constitución y la felicidad de todos". Por su parte, la Declaración Derechos de Virginia, de 1776, prefacio de la Constitución estadounidense, proclama que "todos los hombres son, por naturaleza, igualmente libres e independientes, y que tienen ciertos derechos inherentes de los que no pueden privar o desposeer a su posteridad por ninguna especie de contrato, cuando se incorporan a la sociedad; a saber, el goce de la vida y de la libertad con los medios de adquirir y poseer la propiedad y perseguir y obtener la felicidad y la seguridad". La felicidad de los individuos, de los ciudadanos, de los hombres. No de una V.

3. A lo largo de la entrevista, no más de 1.200 palabras, Junqueras pronuncia 17 veces la palabra 'votar' en alguna de sus formas. No queremos otra cosa, sólo votar; qué tiene de malo votar; cómo un Gobierno que se dice democrático puede impedirnos votar; sería inconcebible que te encarcelaran por votar. Esa gota malaya viene horadando los hogares catalanes desde hace al menos tres años. Y ha surtido efecto, claro. No queda en Cataluña un solo casteller, un solo minyó, un solo bastoner que no se crean en posesión de una suerte de llave maestra con la que doblegar a los contrarios a la secesión evidenciando, de paso, su intransigencia. La simpleza intransitiva de la demanda (subsidiaria del agramatical 'derecho a decidir') oculta que 'votar' equivale, esencialmente, a impedir que lo hagan el resto de los ciudadanos de España. Los cientos de miles de enxanetas que, acompañados por sus padres o tutores, se manifestaron el día 11 en Barcelona, ignoran ese extremo, como también ignoran que las 10 elecciones al Parlamento autonómico que ha habido en Cataluña desde que se restaurara la democracia han sido eso, elecciones, y no el simulacro colonialista que pretenden sus mayores. La consecuencia más repulsiva de esa letanía aragonesista del 'votar, votar y votar' tiene que ver, precisamente, con la depreciación del voto.

4."Sentimos un gran respeto y afecto por todas las fuerzas políticas y líderes que nos acompañan, entre ellos el señor Rull y también el señor Duran Lleida, que es fantástico." Uno de los rasgos de la oleada soberanista que, aún hoy, no dejan de sorprenderme es su ausencia de liderazgo, bien entendido que Pujol es un jirón fantasmal de sí mismo; Mas, el necesario pinyol que trae consigo toda bola de nieve, y Duran, un tipo fantástico... En este sentido, el llamado Proceso ha tenido la virtud de clausurar un mito, el de la talla de los políticos catalanes, del que no queda más vestigio que el joven Rivera.

5."El nuevo Estado catalán querrá tener las mejores relaciones con España. Las mismas y excelentes relaciones que España tiene con Chile o con Holanda, que se independizaron hace muchos años." Lleva razón José Bono en que fueron Maragall y su ridículo Estatuto quienes encendieron la mecha. La fraseología de Junqueras no es sino una rumia de aquel texto en que Cataluña, hablando de sí misma en tercera persona como un Hugo Sánchez cualquiera, declaraba: "Cataluña convive fraternalmente con los pueblos de España y también es solidaria con el resto del mundo", extremo que Arcadi Espada, en su Informe sobre la decadencia de Cataluña reflejada en su Estatuto, pasó por el detector de bondades: "Pintoresco ejemplo donde la invocación de la solidaridad es el instrumento idóneo para atenuarla".


Zoom News, 15 de septiembre de 2014

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