viernes, 12 de abril de 2013

La excepción norteamericana

El Gobierno catalán aprobó ayer la convocatoria de subvenciones al doblaje y subtitulación en catalán, que, según el consejero de Presidencia, Francesc Homs, "es una de las pocas excepciones que se pueden hacer" con unos presupuestos prorrogados. Aún se desconoce la cantidad que el Ejecutivo autonómico destinará a este apartado, pero si nos guiamos por otras convocatorias, estaríamos hablando 1,5 millones de euros. Ciertamente, no parece un dispendio. Ahora bien, si en lugar de dejar que flote en el vacío, cosemos la cifra a un paisaje, la cosa cambia. De ahí, supongo, el empeño de Homs en justificar la subvención, cuya excepcionalidad radica en su carácter estratégico. Eso dijo, sí, 'estratégico'.

El problema de semejante estrategia es que esos 1,5 millones han de acomodarse en un relato que, como poco, apunta a neorrealista, o al menos eso sugieren el cierre de centros de atención primaria, la cancelación de las becas de comedor, los impagos a las residencias de ancianos, la suspensión de la paga extraordinaria a los funcionarios o la deuda a los farmacéuticos. Ah, pero que Harry Potter hable en catalán es un asunto de interés estratégico. Porque ésa es otra: los 1,5 millones o lo que se termine destinando al doblaje, en aras de la normalización lingüística (un pretexto que empieza a oler a naftalina), beneficiarán a las grandes producciones estadounidenses, no a aquellos productos culturales que, por su condición minoritaria (la célebre excepción, ésta sí, europea) suelen hacerse acreedores de estas ayudas. Vean, si no, algunos de los títulos agraciados en 2012: Los juegos del hambre, Blancanieves, Men in Black 3, Prometheus, El hobbit... 

Con todo, y más allá de razones estrictamente presupuestarias, llama la atención que nadie en las filas nacionalistas, y puestas juntas son muchas filas, se haya planteado qué porvenir le espera a una lengua que, desde la restauración de las libertades en España, y va ya para cuatro décadas, vive conectada al respirador artificial. Aunque, bien pensado, lo que vive conectado al respirador no es la lengua, sino su modelo de país, que de envidiable ha pasado a inviable. De esa confusión, al cabo, han vivido todos estos años, así que cómo no habría de servirles también para poner a Harry Potter a bailar sardanas.


Libertad Digital, 10 de abril de 2013

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