jueves, 18 de febrero de 2016

De la demagogia

Después de que Dolors Miquel recitara su Padre Nuestro Abortivo en el Salón de Ciento del Ayuntamiento de Barcelona, y cuando ya el presidente del Grupo Municipal del PP, Alberto Fernández, había abandonado el acto, la performance podemita rindió un ulterior coletazo. No en vano, uno de los premiados con el Ciudad de Barcelona, el diseñador Óscar Guayabero, al recoger el galardón lamentó que el líder popular se hubiera ofendido "por una cosa que se ha dicho" y, en cambio, "no se ofenda por los 10.000 niños desaparecidos por Europa". Guayabero se refería a los menores que han emigrado de Siria (o cualquier otro aledaño moral) al continente, y que se hallan actualmente en paradero desconocido ("desaparecidos", dice la prensa, en virtud de su siniestra voluntad de adscribirse al Bien). Lo que ya no está tan claro es la relación entre esos desventurados y el Padre Nuestro Menstrual, y menos aún que por el hecho de que el segundo te parezca una inmundicia te hayas de mostrar indiferente a los segundos. Aun así, el público ovacionó a Guayabero como si hubiera firmado una crítica audaz en lugar de una patética ocurrencia. ¿Así que te molesta el verso, eh? Ya me parecía a mí que eras un poco nazi. Todo el discurso podemita se asienta sobre operaciones de esa calaña, en las que se establece una relación de semejanza entre un heho y un embuste para, de ese modo, deslegitimar al adversario. 'O sea, que a ti que Ada Colau retire el busto de Juan Carlos I te merece un reproche, pero que haya gente durmiendo en un cajero te la suda'. Donde se lee 'busto de Juan Carlos I' pongan 'cabalgata de los Reyes Magos' o 'callejero de Madrid', y donde 'gente durmiendo en un cajero' pongan 'desahucio de una familia numerosa' o 'cuatro millones de parados'. En el fondo poco importa porque el objetivo, insisto, ni siquiera es describir la realidad de modo veraz, sino achacar al oponente los estragos de la crisis para expulsarlo del ágora. Con el agravante de que si el podemismo ocupa el poder en Cádiz, Barcelona o Madrid no será, obviamente, por haber enarbolado el lema 'Otra cabalgata es posible'; no, lo que prometió es sacar a la gente de los cajeros. Y a fe que lo harán, aunque para ello tengan que prohibirlos.


Libertad Digital, 16 de febrero de 2016

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