jueves, 11 de junio de 2015

El tiempo contao

Del titular 'Mario Vargas Llosa sale con Isabel Preysler' hay que rendirse al verbo, ese 'salir' que contiene la gracia de la interinidad y que, encarnado en Vargas, no parece sino el puntal para la salvación de la especie. Sabíamos ya que el tiíto Mario es un explorador de confines, pero que a sus 79, que es la edad en que te pasea Miss Daisy, 'salga', sugiere que estamos ante el primer inca que alcanza la inmortalidad. Su affaire, además, es una gran noticia española, sobre todo por lo que tiene de desafío al populismo, que vive de decretar el ocaso de la felicidad, y al que Vargas no sólo refuta escribiendo y conferenciando, sino también 'saliendo'. Que haya comentaristas que, en el cilicio de la intimidad, se pregunten si Mario e Isabel abrocharán la relación con algo más que sushi no merece más que una sonrisa piadosa. ¡Como si hubiera sexo más real, consciente y soberano que el que (sub)yace en un cortejo inverosímil! Tengo para mí que, cuando se instaure el día del orgullo hétero, Vargas será nuestro Ataúlfo; qué digo Ataúlfo, ¡el Pacha Papa! Espero que ese desfile llegue más pronto que tarde y tenga ocasión de ver al Nobel en lo alto de una carroza, proclamando con tibieza que se mueran los feos. Más pronto que tarde, digo, no porque al Pacha vaya a ocurrirle nada (salvo, claro está, que el Dios Mercado lo castigue por llevar mujeres al Eurobuilding, que ahí, ay, sí se jodió el Perú); no, lo que temo es que yo muera antes. Y ni siquiera 'saliendo'. Cantaba Julio Iglesias 'Caballo viejo' creyendo que eso de que el cauca se reverdece y el guamachito florece, era una metáfora. Qué cabrona, la vida. Y qué grande.

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