miércoles, 10 de junio de 2015

El nuevo poderío


Durante el partido en que la Juventus eliminó al Real Madrid, en la grada del Bernabeú prendió el 'Sí se puede'. No fue mayoritario y apenas duró un suspiró, pero lo cierto es que durante él los seguidores del club más laureado del mundo incurrieron en la extravagancia de hacerse pasar por famélica legión. Ni siquiera la posibilidad de que ese grito acabara pendiendo de la undécima hizo desistir al público de dárselas de maldito, que es como se designa, en el Upper Castellana, a los pupas con glamour.

La ola podemista del 24M tiene que ver con ese frenesí, con la indisimulada inclinación de la ciudadanía a disolverse en masa para, al grito fuenteovejúnico de 'Sí se puede', protagonizar un relato heroico. La otra gran consigna de aquel germen, por cierto, 'Lo llaman democracia y no lo es', parece arrumbada ante la evidencia, ya paladeada por sus promotores, de que debajo de la palabra está la cosa.

'Sí se puede' es el clamor espectral que azota la piel del mundo. Traducción castiza del 'Yes we can', heredero posmoderno del 'No pasarán' y hermano bastardo del 'Hemos pasao', el mantra podemita opera a semejanza de un fractal de bondades a cien. Es acercarse al animalillo, toquetearlo curiosamente y desatarse una tormenta de gemidos infalibles, ya se trate de ¡El pueblo unido, jamás será vencido!, ¡Este partido lo vamos a ganar! o ¡viva México, cabrones! Todo el andamiaje del nuevo poderío, en fin, descansa sobre una pulsión de hooligan. Sin esa efervescencia, sin el afán de convertir el espacio público en un remedo de Evasión o victoria no habría populismo, que lo es, sobre todo, por imperativo folklórico, pues, como el nacionalismo (un subproducto del populismo), sólo pervive en un medio social en que los sentimientos hayan reemplazado a la razón.

Acaso el lector avisado reponga que no, que 'Sí se puede', lejos de ser la vacuidad que pretendo, hunde sus raíces en el lema de la United Farm Workers of America. No obstante, la única conexión que se me ocurre entre aquella Unión de Campesinos y nuestros desheredados es que, según consta en la wikipedia, su líder, César Chávez, era vegano. Por lo demás, las condiciones de trabajo de los vendimiadores californianos poco tienen que ver con las de los quincemesinos, que en tanto 'pueblo' viven en estado de perpetua necesidad. Sobre todo, ay, de emociones fuertes.

Así las cosas, lo que se puede no está del todo claro e incluso puede que no se pueda. Como afirma instructivamente Carlos Herrera, el asalto del cielo podría consistir en llenar la ciudad de conserjes y ascensoristas, por aquello de impulsar el empleo de carácter asistencial. Mas ningún decreto, por prodigioso que resulte, va a ser tan molón como el perpetuo atronar del 'Sí se puede'. Es rumboso, susceptible de dejar al alcance de los niños y, como en tiempos de la mili obligatoria, sólo compromete a sus objetores.

(Coda: "El problema, el verdadero problema de las drogas en nuestro siglo de pretensiones humanas exageradas y decepcionantes es, sencillamente, que están demasiado ricas." SABINO MÉNDEZ, Corre, Rocker.)



El Español, 7 de junio de 2015

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