martes, 20 de agosto de 2019

Asuntos propios

La crisis de seguridad que sufre Barcelona ha motivado declaraciones de la alcaldesa, Ada Colau, el teniente de alcalde de Seguridad, Albert Batlle; el concejal de Barcelona pel Canvi Manuel Valls, el presidente del grupo de ERC en el Ayuntamiento, Ernest Maragall (que reprochó al Gobierno municipal que aplicara “al pie de la letra el programa de seguridad de Manuel Valls”, lo que da una pista del fangal en que nos habríamos visto con él al frente de la alcaldía). Ni un solo líder nacional, no obstante, se ha pronunciado sobre el particular, como si las restricciones competenciales les eximieran de la reflexión.

Tal vez sea mucho pedir que visiten el lugar (como sí es costumbre, por cierto, cuando se declara un incendio forestal, miramiento que sólo se explica por el prestigio del ecologismo), pero no lo es que manifiesten su preocupación por cuanto viene ocurriendo en la segunda ciudad de España. Aunque sea en Twitter, donde Santiago Abascal ha abordado el tema, sí, mas conforme al patrón habitual en Vox, esto es, con una soflama antiinmigración.

Ni que decir tiene que el desistimiento no se limita a Madrit. En la tradición antibarcelonesa del nacionalismo, al presidente de la Generalitat, Quim Torra, tampoco se le conoce media palabra, si bien en su caso es de agradecer.

Qué diferente, en este sentido, fue el debate sobre Madrid Central, en el que no faltaron las opiniones de Sánchez, Casado e Iglesias. Bien es cierto que medió una campaña electoral, y que ninguna de las aportaciones anduvo sobrada de audacia, pero al menos tuvieron la virtud de fijar los avatares de Madrid en la agenda pública española.

¿El Senado? ¿La bicapitalidad? Bastaría con que Barcelona fuera objeto de algún rifirrafe en el Congreso o sus extensiones en la red para que el Estado afirme su presencia en Cataluña.

Voz Pópuli, 20 de agosto de 2019

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