martes, 6 de septiembre de 2016

¿Y tú de quién eres?

La ausencia en España de una cultura del pacto se refleja estos días en las críticas de que es objeto Ciudadanos por el acuerdo de investidura con el Partido Popular. A la formación de Albert Rivera se le reprocha haber pactado "primero con el PSOE y después con el PP", como si entenderse con unos en febrero y con los segundos en agosto fuera propio de antojadizos, chaqueteros o abrazafarolas. Tal es la clase de acusación, en fin, que vierten aquellos que conciben la política como un mero litigio de siglas, un campo de batalla en el que las propuestas de A siempre son buenas y las propuestas de B, inexorablemente malas, sin que importe demasiado, ¡va a importar!, cuál es la sustancia de tal o cual iniciativa ni si conviene o no al bienestar de la población.

En el caso de los pactos de C's, además, tiende a desatenderse que la mayor parte de las disposiciones son comunes a ambos acuerdos (teoría elemental de conjuntos) y que, en cualquier caso, ninguna de las que quedan fuera de la intersección debiera entrañar, razonablemente, la impugnación general por parte del antagonista. Con todo, resulta más grave la elusión (ni que decir tiene que interesada) de que los pactos son impuros por naturaleza, de que se forjan a partir de transacciones, esto es, del consentimiento de medidas con las que se está en desacuerdo o no se consideran del todo adecuadas.

El problema de España nunca ha sido el bipartidismo, y menos la caricatura que de él presenta Podemos, cuyos líderes hablan de turnismo sin vergüenza ninguna. No, el problema ha sido el sectarismo, que es, no lo olvidemos, el gran escollo para la objetividad y, por ello mismo, para la verdad. En la porfía por deslegitimar al adversario, no obstante, el reparto de culpas no puede ser equivalente, pues el PSOE ha puesto bastante más empeño que el PP. Así las cosas, y por mucho que algunas de sus proclamas sean insoportablemente cursis, C's es más necesario que nunca, pues su sola implantación en la escena política está teniendo la virtud, a mi juicio capital, de desnudar a quienes siguen confundiendo la integridad con el integrismo.


Libertad Digital, 6 de septiembre de 2009

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