sábado, 25 de julio de 2015

Esgotada


Este miércoles, la alcaldesa Colau salió agotada del Ayuntamiento y, con arreglo al exhibicionismo que viene caracterizando su mandato, lo hizo saber. En Twitter, que es donde se publican estos bandos. No recuerdo que Serra, Maragall, Clos, Hereu o Trias dijeran jamás nada parecido, si bien es cierto que, a diferencia de Colau, ellos no trabajaban en el Ayuntamiento: eran alcaldes, lo que excluía la posibilidad de cumplir jornadas laborales y, obviamente, salir agotados de ningún lado. De Romario para arriba estar cansado no es un atenuante y, con ser feo que alguien te arroje el cansancio a la cara, que lo haga la alcaldesa es, además, temible; sobre todo, porque el cansancio no es, no debería ser, un valor político, y menos aún un frontis moral que realce, matice o disculpe una obra de gobierno. Hay una gran diferencia entre abuchear a un alcalde y abuchear a un ciudadano que sale agotado de su centro de trabajo. Para lo segundo hay que ser un mal nacido. Y si el ciudadano en cuestión es mujer y madre, una bestia sin entrañas. Ahí, en ese lienzo dickensiano, encierra el populismo cualquier conversación sobre sí, es decir, sobre el poder. Podría estar en casa con mis hijos, pero aquí estoy, retirando un busto. Habrá que estar preparado, por cierto, para cuando Ada tenga la regla, que será otro jalón de su retórica dove, por la simpleza real. (Ah, y esas gentes tipo PAH que esperan a la alcaldesa a la salida del trabajo. Ella no lo sabe, pero se trata de un escrache. Un escrache inverso, si se quiere, pero un escrache.)

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