miércoles, 2 de julio de 2014

El círculo Norville Barnes


En El gran salto, de Joel y Ethan Coen, el botones al que da vida Tim Robbins asciende a director de una de las más importantes compañías de Estados Unidos gracias a una triquiñuela de los accionistas, a quienes conviene sentar en el puesto a un cretino más o menos manejable. Lejos de darse a la holganza, el inopinado gerente cree llegada la ocasión de asombrar al mundo con una idea que, a su juicio, atesora un valor incalculable. Se trata, como recordarán quienes hayan visto la película, de un círculo trazado en un folio, un círculo que nuestro ‘emprendedor’ ha ido mostrando a todo aquel que se le ha puesto a tiro, y que no ha suscitado otra respuesta que la perplejidad o, en el mejor de los casos, la indiferencia. Ahora, no obstante, y en virtud de su novísima condición de potentado, Norville Barnes (así se llama el personaje), ya no tiene ante sí ningún obstáculo para convertir su viejo sueño en un negocio redondo. You know, for kids.
 
Si les traigo el film de los Coen es por el parecido que guarda con el despegue de Podemos. En ambos casos, el protagonista es una suerte de mesías de convicciones más bien ramplonas, por no decir estúpidas, al que un repentino cambio de estatus sitúa en una atalaya inmejorable para que su mensaje obtenga un cierto eco. En lo que concierne a Pablo Iglesias, la estupidez estriba en el intento de reverdecer el comunismo a base de consignas que parecen extraídas del cancionero de Serrat, tipo "lo aberrante no es que la muchachada queme cubos de basura, sino que haya gente que busque comida en ellos". (Aplausos.) Para ello, se ha valido del púlpito de la televisión basura, tanto la de derechas (cuyos prebostes vendrían a representar a esos accionistas a los que convenía un fantoche) como la de izquierdas. Por si fuera poco, también Iglesias ha resumido gráficamente su proyecto en un círculo. Y sí, también Iglesias, en cierto modo, se dirige a los niños.

Obviamente, el énfasis de Podemos en lo ilusorio o, por decirlo a la inversa, su escaso apego por lo real, no es un rasgo estrictamente simbólico; antes al contrario, se plasma a lo largo y estrecho de su acción política. Hace unos días, por ejemplo, Iglesias, preguntado sobre el proceso soberanista impulsado por el Gobierno de Artur Mas, afirmó ridículamente que él no era nadie para decirle a los catalanes lo que tenían que hacer. Bien, alguien o no, parece que no le va a quedar más remedio que modelar alguno de esos castillos en el aire con los que deleita a su audiencia, aunque sólo sea por que una reciente encuesta de El Periódico le concede 10 escaños en el Parlamento de Cataluña. Por lo demás, habría que preguntarse por qué, en un sondeo sobre elecciones autonómicas, el mismo diario que tanto se había resistido en 2006 a preguntar por Ciutadans, bajo el pretexto de que no contaba con representación en el Parlament, pregunta ahora por Podemos, que está en las mismas. A no ser, claro está, que también El Periódico se dirija a los niños.


Zoom News, 30 de junio de 2014

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