En cierto modo, me sentí aliviado por que la máquina fuera tan profana como yo. Con una particularidad que, hasta ese momento, no había sopesado: a mi ignorancia de quién era Ubasart (una ignorancia, si se quiere, relativa, pues, como digo, no era ajeno a su vínculo con la extrema izquierda), se sumaba el desconocimiento (éste sí, absoluto) de quiénes eran sus colegas de Gabinete: no era capaz de identificar a uno solo.
Sí, estaba esa mujer, la segunda de Aragonès, a la que solía ver en las típicas imágenes de recurso del Patio de los Naranjos, camino del Consejo de Gobierno, pero ni recordaba su nombre ni ningún dato significativo. También la portavoz, autora de una célebre disertación sobre el escote cuya lectura recomiendo vivamente: "Dicen que de cada crisis sale una oportunidad. Que deben aprovecharse. Cada vez que lo siento pienso lo mismo: y una mierda. Las oportunidades deben buscarse y se pueden encontrar sin tener que lidiar con un problema. El escote de la portavoz del gobierno no ha provocado ninguna crisis, pero sí una polémica tan absurda como evitable. No lo he buscado, no le he querido y no he contribuido a ello".
Sopesé la posibilidad de si el hecho de vivir en Madrid, con la consiguiente desvinculación del ecosistema mediático catalán, pudiera explicar esa carencia. A tal efecto, sondeé a diez residentes en Cataluña más o menos concernidos por la actualidad, y entre cuyos hábitos se cuenta la lectura de periódicos. Sólo uno me supo decir el nombre de un consejero: concretamente, el del consejero de Interior, Joan Ignasi Elena, si bien no acertó con el departamento, pues le atribuyó el de Sanidad.
Sí, me dirán que los consejeros de gobiernos como los de Andalucía, Valencia o Castilla-La Mancha son tan o más desconocidos que los catalanes, aun para los ciudadanos de esas mismas comunidades. Es posible. Pero lo cierto es que hubo un tiempo en que individuos como Max Cahner, Josep Laporte, Antoni Comas, Joan Guitart, Xavier Trias, Joan Maria Pujals, Macià Alavedra o Andreu Mas-Colell eran susceptibles de atención periodística (probablemente desmesurada), y que algunos de ellos dieron pie a artículos (¡y libros!) de no poca enjundia. Un mundo con el que el que el independentismo (también) ha acabado, en un caso insólito de algo parecido al autocanibalismo.
The Objective, 26 de mayo de 2024
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